Téllez tomó la alternativa con el toro «Almirante», de Domingo Hernández, herrado con el número 29, de 480 kilos, negro de capa y nacido en enero de 2015.
El joven Ángel Téllez saldó con tres orejas su triunfal tarde de alternativa en Guadalajara a pesar de que fallaron los toros de los dos hierros de Domingo Hernández y en la que tanto Morante de la Puebla como el Juli pasearon un apéndice cada uno.
Hacía 36 años que Las Cruces no veía a un torero doctorarse como matador de toros. El último en hacerlo fue Fernando Rivera, el 14 de abril de 1983, de manos de Manolo Cortés y José Antonio Campuzano.
Después de tanto tiempo, hoy, Ángel Téllez, una de las promesas más firmes, ha dado el salto de escalafón en una tarde de relumbrón con Morante y Juli completando un cartel que había despertado una gran expectación en la capital alcarreña, porque, además, ambos volvían a Las Cruces después de más de una década sin hacer el paseíllo en la tierra del eternamente recordado Iván Fandiño.
La gente respondió pese al frío y la lluvia. Y es que Guadalajara es tierra de toros, una ciudad, una provincia, con una afición desmedida. Quedó demostrado ya en la víspera, cuando, en otra tarde de perros, cerca de 2.000 personas acudieron a la plaza para ver a tres novilleros y una ganadería de la tierra. Hoy, alrededor de 5.000 disfrutaron de otro torero con mucho futuro.
Almirante se llamó el toro de la alternativa de Téllez, un animal abanto de salida, de cortitas embestidas y mansa condición pese a su nobleza y que, como no podía ser de otra manera, duró un suspiro en la muleta.
El toledano anduvo fácil y resuelto con él, gustándose en las dos primeras series a derechas, las únicas que aguantó el de Domingo Hernández, que enseguida se paró y empezó a defenderse. Pero el hombre, todo disposición, no cesó en buscarle las vueltas en la distancia corta, y así logró calentar a unos tendidos que hasta le llegaron a pedir las dos orejas, mas el usía, el más cuerdo de todos, lo dejó en una.
Con la Puerta Grande entreabierta salió Téllez a por todas en el sexto, al que quitó por vistosas saltilleras y larga cordobesa.
La faena de muleta estuvo argumentada en el temple y las buenas formas, pero quizás le faltó apretarle más por el derecho y no empecinarse en tratar de lucir su mano izquierda, pues por ese pitón el animal tendía a aburrirse. Pero el conjunto fue más que digno, de ahí que, tras una estocada, esta vez sí lograra el doble trofeo.
Cuatro verónicas de pura seda y otras tantas chicuelinas a cámara lenta fueron la carta de presentación de Morante en su primero, un toro que de salida se estrelló de forma espeluznante contra el burladero y que, entre el golpetazo y su propia condición de manso, apenas aportó en el último tercio, moviéndose sin celo, al paso, sin decir absolutamente nada.
Morante dejó destellos sueltos, como los ayudados a dos manos de apertura, algún natural aislado y otras cositas en el epílogo, dentro de una labor sin unidad ni continuidad. Se atragantó con el descabello, tanto que estuvo a punto de dejarse el toro vivo.
Con el cuarto, que se agarró mucho al piso y cuya muerte brindó a Santiago Abascal, no cambió demasiado la decoración. Morante anduvo esforzado para arrancarle los pases de uno en uno por el izquierdo en otra faena bien acogida por el respetable, que con esas cuatro cositas se conformó hasta el punto de premiarle con una orejita.
El Juli le correspondió un tercero vacío de todo: Descastado, sin fuerzas, defendiéndose, tirando gañafones y sin pasar. Lo tenía todo el de Domingo Hernández. Y por si fuera poco, el madrileño dio un sainete con la espada.
El quinto fue el que más duró, sin ser tampoco un dechado de bravura. Pero fue suficiente para que Juli se desquitara y le diera fiesta por los dos pitones, aprovechando primero la inercia del «garcigrande» para perderle un pasito y ligarle los muletazos por el derecho, y para cuajarlo después más y mejor al natural, también porque el astado tuvo más recorrido y mejor son por ese lado.
No fue faena para el recuerdo, pero sí la más compacta y enrazada de la tarde, y la más emocionante por lo bien que supo vender también un explosivo fin de obra a base de circulares, algunos larguísimos al engarzarlos de manera magistral con cambios de mano por delante, y otros alardes también a modo. Lástima que la espada no fuera hoy su aliada, de ahí el premio de una sola oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Cuatro toros de Garcigrande y dos (1º y 3º) de Domingo Hernández, de desiguales hechuras, caras y remates, descastados y sin fondo alguno. El mejor, el quinto y, en parte también, el sexto.
Morante de la Puebla, de blanco y azabache: media ligeramente desprendida y nueve descabellos (silencio tras dos avisos); y pinchazo y casi entera atravesada (oreja).
Julián López «El Juli», de sangre de toro y oro: seis pinchazos y estocada baja (silencio); y casi entera muy trasera y caída, y tres descabellos (oreja).
Ángel Téllez, que tomaba la alternativa, de blanco y plata: estocada trasera y atravesada (oreja con petición de la segunda); y estocada (dos orejas).
Téllez tomó la alternativa con el toro «Almirante», de Domingo Hernández, herrado con el número 29, de 480 kilos, negro de capa y nacido en enero de 2015.
La plaza registró dos tercios de entrada en tarde fría y lluviosa
Crónica de Javier López para Agencia EFE /*/ Foto Coso de las Cruces