Uceda Leal: «El Maestro Ángel Teruel a parte de amigo, fue mi espejo»
Hemos charlado con Uceda Leal para ver como se encuentra uno de los toreros de Madrid, en la que será su temporada número 28 como matador de toros. Uno de los mejores estoqueadores de la edad contemporánea del toreo, ha conocido el sabor de las tardes de triunfos, pero también le ha tocado vivir la cara amarga de las cornadas.
¿Cómo se encuentra? ¿Cómo ha pasado el invierno y cómo afronta la temporada 2024?
Me encuentro muy bien, con mucha ilusión y, bueno, el invierno ha sido muy intenso de entrenamiento y sigue siéndolo, y muy ilusionado con la temporada. Sigo con la vocación y con la afición intacta, incluso aumentada. Cuantos más años pasan, más me gusta torear y más ilusión tengo.
Después de veintisiete años de alternativa y dos puertas grandes, ¿Qué retos o sueños le quedan por cumplir como torero?
Sobre todo, la meta verdadera del torero, que es prácticamente inalcanzable, es la perfección, el sentido de encontrar esa conjunción perfecta entre tu concepto, tu forma de torear, y el toro.
Eso es una cosa que se roza con la yema de los dedos, pero que siempre tiene uno la sensación de que no la acaba de conseguir, o por lo menos yo tengo esa sensación, y entonces eso es lo que me motiva a seguir rebuscando y a seguir viviendo para esta profesión, que es lo que verdaderamente me llena.
Usted estuvo cinco o seis años sin torear en Madrid. ¿Cómo esa circunstancia hace cambiar al torero, a sus formas, o incluso a la persona?
Son cinco o seis años que lógicamente, al no torear en Madrid, pues prácticamente no toreas en casi ningún sitio. Es una travesía dura, pero a la vez muy enriquecedora, porque es cuando uno verdaderamente se plantea su vocación real y su propósito en la vida.
Cuando tienes muchas opciones para hacer otras cosas es cuando uno decide entregarse en cuerpo y alma a su profesión, a mi profesión en este caso, y para mí fue muy importante, porque en ese periodo aprendí muchas cosas. Aprendí a conocerme a mí mismo y, sobre todo, en ese parón me dio mucho tiempo a reflexionar sobre mi toreo, y creo que a perfeccionarlo bastante.
¿El toro de El Cortijillo de la Goyesca de 2022 es uno de esos toros que han cambiado su carrera?
Sí, claro, está claro. Ese es un toro fundamental y decisivo. Bueno, era una tarde decisiva, en realidad, porque era mi vuelta a Madrid y hubiera sido mucho más difícil, no digo que me hubiera quitado del toreo, pero sí hubiera sido otra vez una vuelta a empezar. Pero gracias a Dios ese toro me embistió.
Creo que la suerte también es importante, aunque hay que buscarla, pero bueno, aun sin matar el toro, que no lo maté, que fue la única pega que tuvo la tarde, que a ese toro no lo maté como yo suelo matar los toros. Pero sí creo que fue una faena que ha quedado para el recuerdo y, sobre todo, a mí fue la que me puso otra vez en la boca de los aficionados y, sobre todo, a mi moral la puso en alza.
¿Hasta qué punto sirven los triunfos en Madrid?
La verdad es que un triunfo en Madrid siempre es un triunfo en Madrid. Desde luego, es una recompensa principalmente moral a tu esfuerzo, y el reconocimiento de esa afición no se paga con nada. Quiero decir, independientemente de la repercusión económica, y del contrato en sí, que pueda tener, sobre todo el tener el reconocimiento de esa afición es único.
Yo digo que en esta profesión hay dos tipos de recompensa. Una es la que te da el dinero, es muy importante, desde luego, pues para eso se juega uno la vida. Pero luego hay otra recompensa que es también muy bonita, que es el reconocimiento de la afición y de los toreros, y esa no todo el mundo la tiene. Entonces, el marchamo que te da un triunfo en Madrid, independientemente de cómo esté el mercado taurino, es único.
¿Qué opinión le merece ser un torero tan de Madrid y tan querido por la afición de Las Ventas?
Hombre, para mí primero es un honor. Ser un torero esperado en Madrid, sobre todo después de tantos años y tantas tardes, que se me siga esperando y que el aficionado vaya a verme con ilusión es una cosa para mí preciosa. También es una gran responsabilidad lógicamente, porque eso implica que tengo que sacar de mí lo mejor, pero para eso estoy, para eso sigo en el toreo, para sacar de mí lo mejor y entregárselo al aficionado y a mí mismo, que es lo que creo que tengo que hacer.
Como hombre, en esta vida, es lo que tengo que hacer, buscar mi mejor versión de torero y entregársela al aficionado que con tanto cariño y respeto me espera.
¿Cómo recuerda la tarde de su encerrona en Madrid, en la Corrida Goyesca de 2004, en la que mató seis toros de diferentes ganaderías?
Fue una tarde muy bonita, una tarde dura, porque hizo muy malo climatológicamente, pero a la vez fue una tarde que, con lo que sabía en ese momento, con el bagaje que pudiera tener y el concepto que pudiera tener, creo que lo entregué todo. Estuve muy entregado toda la tarde, y fue una tarde muy bonita, a pesar de que los toros no terminaron de embestir del todo, y la tarde fue muy mala, pero la saldé, creo, con mucha hombría, y me siento muy orgulloso de esa tarde.
Aunque luego, lógicamente, durante tantas tardes en Madrid, ha habido otras muchas tardes sin puertas grandes que han sido mucho mejores artísticamente. Esa tarde, desde luego, dio la dimensión de la capacidad mía de torero.
¿Cómo influyó Pedro Uceda en usted para querer ser torero?
Influyó en todo, lógicamente, porque mi padre era un gran aficionado. Primero mi tío Luis, el hermano de mi padre, quiso ser torero, y luego fue banderillero. Tanto mi padre como mi tío, desde pequeño, me han llevado a los toros, y siempre muy metido en lo que ha sido el “Madrid taurino”, l0s toreros de Madrid, los banderilleros de Madrid… Siempre esa vinculación tanto de mi padre como de mi tío con otros toreros y la gente del toro fue decisiva para que quisiera ser torero.
Y luego, lógicamente, el concepto del toreo que yo tengo se forjó entre mi padre y ‘Pacorro’, que era también íntimo amigo de mi padre, y que fue banderillero de muchos toreros de aquí de Madrid, de Dámaso, de Ángel Teruel… y que fue la primera persona que me enseñó a torear, y que me ha influido muchísimo. Madrid, en mi forma de torear, y mi familia, por el taurinismo que he vivido en casa.
¿Qué es la torería madrileña?
El tópico siempre se refiere como que el arte es exclusividad de Andalucía. Desde luego, cada estilo tiene su arte y es verdad que existen las escuelas: la escuela castellana, la andaluza, la rondeña, el toreo gitano, pero Madrid tiene su propia escuela de torear, su propio estilo, que no está enclavada, yo creo, ni en el toreo castellano ni en el toreo andaluz. Es un toreo muy elegante, muy clásico, de estilo más bien sobrio, pero tampoco la sobriedad del toreo castellano.
Tiene también muchos toques en los remates y en las cosas, porque por aquí han pasado toros los toreros andaluces, y lógicamente han hecho mella también en la forma de torear del toreo madrileño. Es un toreo que está a caballo entre el toreo andaluz y el toreo castellano, pero que tiene su propia personalidad, y fundamentalmente es un toreo de clase y de entrega.
¿Cuáles han sido los toreros en los que se ha fijado?
He escuchado hablar de muchos toreros, de aquí de Madrid, lógicamente, porque en cada barrio había una forma de torear, se toreaba con un estilo determinado. He escuchado mucho hablar de Manolo Escudero, de Alfonso Merino, de Luis Segura, de Luis Alfonso Garcés, Curro Caro…
Son toreros todos en un corte muy estilista, y luego los que yo he visto que se han criado en Madrid o se han hecho toreros en Madrid, aunque no sean madrileños, han sido Curro Vázquez, Antoñete, que es madrileño y es el estilo puro madrileño, y el último representante que yo haya visto ha sido Frascuelo.
Pero por supuesto Ángel Teruel, mi espejo y mi gran amigo, ha sido el más importante para mí. De esa línea de toreros ha sido en la que he bebido, en la que me he inspirado y la que me gusta a mí, en la que me siento identificado por mi arraigo a la ciudad.
TEXTO: Diego Cano (Tauromaquia Joven)
FOTOS: Alfredo Arévalo, Javier Arroyo, Las Ventas,
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