Los diestros Julián López «El Juli» y López Simón salieron hoy a hombros en una buena corrida de Zalduendo que sirvió para abrir el telón a la feria en honor a la Virgen del Mar de Almería
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Zalduendo, desigualmente presentados, con más de 100 kilos de diferencia entre el primero (469) y el cuarto (580), nobles y buenos, a excepción del sexto, el garbanzo negro del envío.
Julián López «El Juli»: estocada (ovación tras petición minoritaria de oreja); y estocada (dos orejas).
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada (oreja); y dos pinchazos y estocada (gran ovación tras aviso).
Alberto López Simón: pinchazo y estocada (dos orejas); y estocada (oreja con petición de la segunda).
La plaza registró algo más de media entrada en tarde agradable.
POCA GENTE Y UN GRAN ESPECTÁCULO
Antes de nada, una noticia buena y otra no tanto. La primera fue que de nuevo se abrieron las puertas del coso de la avenida de Vilches para dar comienzo a nueva feria de la Virgen del Mar, pero lo triste ha sido ver que el primer cartel de figuras solamente ha logrado convocar a poco más de media entrada escasa en los tendidos.
Pero los que sí decidieron ir a los toros pudieron disfrutar, y mucho, de una gran tarde de toros. Ellos se lo perdieron.
El primero del Juli fue un «zalduendo» terciado, que se tapaba por la cara, y al que apenas hicieron sangre en varas ni para un análisis. El madrileño inició su labor por estatuarios, y en ese momento ya se pudo ver la tendencia del astado por buscar la huida, sin mucho ánimo de colaborar, motivo por el que la faena no pasó de simplona; demasiados enganchones y muy poco relieve artístico.
Pero en el cuarto, sí. El toro, el mejor hecho de todo el envío, fue extraordinariamente bravo, y el Juli, que se lució con variedad manejando el percal, anduvo perfecto desde el primer muletazo a la estocada final.
Faena de raza del madrileño, muy completa y rotunda en lo fundamental, y emocionante en una final entre los pitones. La plaza acabó rendida a los pies de Julián López, que esta vez logró las dos orejas.
Talavante recibió a su primero alternando verónicas a pies juntos y tafalleras. El último tercio lo inició con pases por alto y, sin más probaturas, se echó la muleta a la zurda para recetar una primera serie al natural simplemente espléndida.
La izquierda de Talavante es un guante de seda, y así lo siguió demostrando en varias series posteriores de exquisita ejecución. También lo bordó el extremeño por el derecho. Toreo hondo y de tremenda torería, citando de frente y dando el pecho. Manoletinas finales, estocada al segundo intento y oreja.
Con la tarde y el ambiente a favor Talavante enterró las dos rodillas en el albero para iniciar la faena al quinto con seis ayudados por alto y otros tantos derechazos, que pusieron los tendidos en ebullición.
A este «zalduendo», encastado, había que poderle, y así lo hizo el extremeño desplegando todas sus armas: Suavidad, cabeza, temple y unas muñecas privilegiadas para conducir las embestidas. Lástima que la espada le privara de la salida a hombros, quedando todo en una gran ovación.
López Simón lanceó a pies juntos a su primero, otro toro que fue «indultado» en varas. Brindó al público el joven espada madrileño y, sin más miramientos, echó las dos rodillas en tierra para iniciar la faena de muleta con una serie que despertó los olés más rotundos hasta ese momento.
Tuvo movilidad y clase este «zalduendo», y López Simón lo aprovechó para torear en una baldosa con mucho temple y dominio, con largura y, en ocasiones, hasta desmayo. Todo muy reunido y conectando también mucho con la gente, la que puso en pie después de tres circulares invertidos a cámara lenta de fin de obra. El pinchazo previo a la estocada no fue óbice para las dos orejas.
Cariavacado y ensañando las puntas, el sexto fue el más feo del envío, y el más deslucido, un toro que soltaba mucho la cara, si bien López Simón se esforzó al máximo para sacarle todo lo que llevaba dentro, de ahí la oreja final.
Agencia EFE