Tarde de responsabilidad y competencia entre los tres toreros, donde brilló las buenas maneras de Álvaro Burdiel y el toreo asentado de Leandro Gutiérrez
HNOS. GONZÁLEZ | Leando Gutiérrez- Álvaro Burdiel – Marcos del Rincón
Plaza de toros de Guadarrama, 5 de Octubre de 2019. Media plaza en tarde agradable. Seis erales de Hnos. González bien presentados. Leando Gutiérrez (silencio y silencio)
Álvaro Burdiel (oreja y oreja)
Marcos del Rincón (oreja y silencio)
|
El cartel de Guadarrama suponía ver a los tres toreros justo antes de enfrentarse el día 13 de octubre en Las Ventas en la final del VII certamen «Camino hacia Las Ventas«. Demostraron toda la tarde el nivel de competencia y rivalidad entre ellos, así como el grado de responsabilidad que suponía verse las caras ante tal compromiso.
Llegó el colombiano Leandro Gutiérrez toreando de forma muy acompasada y manejando muy bien el capote al primer novillo de la tarde. Con la muleta, el novillo resultó ser un animal complicado, donde embistió sin clase alguna. Leandro estuvo firme y demostrando mucho valor ante un animal que se lo pensaba mucho en cada embestida y donde siempre le faltó finales. No llego a calar en el público y después de despachar al animal, escucho silencio.
Con el cuarto de la tarde, Leandro volvió a demostrar que maneja muy bien los vuelos del capote. Con la muleta demostró una faena inteligente a base de tener paciencia ante un eral que embestia en los principios con cierta brusquedad. Lo fué metiendo poco a poco hasta conseguir muletazos largos y templados por abajo. Muy encajado de riñones y firme de planas, se pasó al novillo muy cerca, pero la faena no alcanzó eco en los tendidos. Fué silenciado.
Días antes, en la feria de Los Molinos Alvaro Burdiel demostró las grandes cualidades que atesora como torero ante una fuerte y encastada novillada de Jandilla donde cortó un rabo. Con el primero de la tarde, le recibió con un largo recibo con el capote llegando hasta el mismo centro de la plaza que remató con una bonita media rodilla en tierra. Marcos del Rincón realizó un quite por gaoneras muy templado y sin enmendarse en el sitio dónde resultó volteado sin consecuencias. Con la muleta, Alvaro comenzó por abajo, pudiendo al novillo y con trazos muy templados. El novillo ofrecia las embestidas enrazadas pero sin pizca de clase, con una firmeza de plantas, tragó oleadas en los principios de faena. Le fué desengañando hasta conseguir las mejores tandas por el pitón izquierdo, largas, poderosas y muy empapados en las telas. Mató muy recto y cortó una oreja.
Con el quinto de la tarde, Álvaro volvió a demostrar el buen toreo de capote que atesora, toreando de forma magistral hasta el mismo centro del ruedo, abrochado con una preciosa media verónica casi al ralentí. Comenzó muy torero con unos ayudados por alto y llevándolo muy toreado. Las tandas sucedían de igual forma, manejando a la perfección los vuelos y toques precisos que necesitaba el animal. Faena en la que tapó defectos del eral en los que acortaba el viaje y reponía, a base de intentar alargar los trazos. El remate de la faena concluyó como inicio, con un buen toreo a dos manos por arriba, todo muy torero y templado, para después de matar al novillo cortar otra oreja.
Marcos del Rincón, el menos toreado de los tres, enlotó el novillo más fuerte del encierro. Con el capote, donde le faltó quiza sacar más los vuelos donde el novillo se acostaba en los viajes. El torero espigado cuajo una faena sin llegar a transmitir al tendido. Un tanto frío pero sobrado de valor se dejó llegar muy cerca al novillo en la fase final de la faena. Lo más destacable de Marcos fueron los remates de las tandas, los cuales fueron verdaderos pases de pecho de principio a fin. Mató buena estocada y cortó una oreja.
Con el sexto de la tarde, destacó en banderillas Antonio Martín «Niño de Aravaca» obligado a saludar montera en mano. Con la muleta, se volvió a evidenciar las carencias propias de la falta de oficio, pero demostrando la ganas y ambición de no ganarse la pelea. El novillo pedía llevarle más empapado y tapado en la muleta, en la que muchas veces se podía intuir el que el torero estaba a merced del animal en muchas ocasiones. Escucho silencio.
NOTA: Saludó en banderillas en el sexto novillo Antonio Martín «Niño de Aravaca»
FOTOS: Andrés Gete