Feria del Norte

ureña nimes 9 de junio de 2019

Paco Ureña triunfa en el cierre de la feria de Santander

El torero Paco Ureña, que le cortó las dos orejas al primer «jandilla» de su lote, abrió hoy la última Puerta Grande de la Feria de Santander, que concluyó con un espectáculo en el que Antonio Ferrera sumó también un trofeo, mientras que Morante de la Puebla se fue de vacío.

Cinco años y nueve meses contemplaban al primero de Jandilla. De gran alzada también y romos pitones. Muy mal presentado. Tras rematar en un burladero quedó hecho una escobilla el derecho.

No tuvo ni maldad ni entrega. No generaba ni ay ni olé. Corto el recorrido, nada humillado. Pudo influir el mucho castigo en varas que embadurnó de sangre las dos pezuñas. Lo mejor de Antonio Ferrera, una estocada de colocación perfecta, en el mismísimo hoyo de las agujas tras un pinchazo. Antes, lo condujo a su altura hasta donde el animal podía, que no era mucho.

También con volumen pero de manos más cortas fue el cuarto. El más armado del encierro para compensar el lote. Gustó el manierismo de Ferrera, su figura erguida y desmayada, que comenzó sufriendo por el lado peor, el derecho.

Al natural se lo enroscó más allá de la cadera, sorteando el cabezazo final y fundiéndose con la anatomía del bruto. Nunca descolgó en el tramo final del muletazo. Cuando volvió a la mano diestra lo hizo sin la ayuda y sin ligar, con agradable estética. Lo mató tirándose encima.

La bronca nació cuando el segundo, de Vegahermosa, empezó a topar en el capote de Morante. Cuesta arriba su lomo, se iba directo a la esclavina. Arreciaron las protestas cuando delegó la brega en José Antonio Carretero y con el desarme en los ayudados primeros.

Sobreponiéndose a las miradas reiteradas del animal, el de La Puebla esbozó trincheras y una serie al natural para ver si podía abrirle los caminos. Los olés de rechifla y pitorreo sentenciaron aquello. Se fue a por la espada y lo despenó.

Más bonito de hechura el quinto, Morante hizo un pequeño esfuerzo. Se venía con brusquedad, con la cara suelta a veces. El de La Puebla lo esperó con el engaño retrasado. Hubo instantes de arrebato. De atrapar con la mano baja la acometida mansota. Con el público poniendo el cincuenta por ciento de lo que le faltaba a aquello, que no fue trascendental.

El tercero tuvo también altura de agujas, compensada con un amplio cuello, que le permitió estirarse con el capote a Paco Ureña, que sumó verónicas sin enmendarse y aún ganando terreno hasta los medios.

Entregado sólo viajó en la primera serie diestra. Ahí metió hacia adentro los riñones Ureña mientras lo templaba más allá de los vuelos. Muletazos que fueron pinturas. Luego bajó el de Jandilla, que acortó el viaje. Redujo también Paco distancias.

Remontó aquello al final con otra diestra, embebido el toro en la muleta, siempre puesta, sin terminar de soltarlo. El público, festivo, coreó las manoletinas y gritó de pavor cuando el toro lo prendió por la pechera al dejar el estoque en la misma yema. Dos orejas a manos del murciano.

La dificultad del mansote sexto era su querencia hacia los adentros. Que le hacía perder el celo en la muleta e irse en cuanto veía la ventana abierta, que fueron las más de las veces. Fue casi imposible darle continuidad y conjunción a la faena, pespunteada con alguno de esos naturales marca de la casa, tan largos y tan hasta atrás, hundido el toreo en la mezcla de arena y serrín.

FICHA DEL FESTEJO

jandillavegahermosaCinco toros de Jandilla y uno de Vegahermosa (2º), de dispares remates y volúmenes. De escaso recorrido el primero. Muy mirón el segundo; noble con discontinuidades el tercero; sin terminar de descolgar el cuarto; mansotes quinto y sexto.

  • Antonio Ferrera, de azul marino y oro: pinchazo, estocada en el hoyo de las agujas (ovación); estocada desprendida (oreja).
  • Morante de la Puebla, de verde botella y oro: pinchazo, estocada tendida y atravesada y descabello (pitos); pinchazo y estocada arriba (ovación tras leve petición).
  • Paco Ureña, de grana y oro: estocada arriba (dos orejas); dos pinchazos y estocada caída (ovación).

Séptima y última de abono de la Feria de Santiago de Santander, con casi lleno en un festejo que arrancó con diez minutos de retraso para acondicionar el ruedo tras la lluvia caída.

 Crónica de Juan Antonio Sandoval para Agencia EFE

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miguel angel perera de julio de santander

Aguado para el tiempo y Perera sale en hombros en Santander

El diestro Miguel Ángel Perera, con dos orejas, fue el triunfador de la tarde de hoy en Santander, en la que El Juli sumó otro trofeo y en la que Pablo Aguado, aun sin tocar pelo, paró el tiempo con su toreo excelso.

Amplio y largo esqueleto el del primero de Domingo Hernández. Profusa y extensa la labor de El Juli, que aplicó seda y temple desde el inicio por delantales, acompañando una embestida enclasada pero lastrada por la poca fuerza de un burel que se gastó mucho empujando con los riñones en el caballo.

Comenzó afianzándolo el Juli, aliviando por alto al colorado. Hasta que lo atacó. Una de naturales en una loseta y, ya, la muleta dejada en la cara sin solución de continuidad para ligar: Cuatro Caminos rendido al temple y a la ciencia del de San Blas, que aseguró el espadazo y el primer trofeo de la tarde.

De manos largas y más alto de cruz el cuarto, que pasaba, sin más, sacando la cara por encima del palillo. Sin entregarse hasta el final. El Juli lo pasó de muleta y lo mató con solvencia.

Planeó en el capote de Javier Ambel «Terrateniente». Galopó luego en el quite por saltilleras de Miguel Ángel Perera y en el planteamiento novilleril de los pases cambiados por la espalda de rodillas.

La nobleza superlativa del «garcigrande» encontró contrapunto en series diestras impecables. Profusas, profundas y ligadas. De total acople, que no fue tal a izquierdas, por donde le faltaba un tranco. Tan aparentemente sencillo y fluido todo, tan dócil la embestida, que faltó un puntito de transmisión. De calambre. Y así quedó satisfecho el personal con la oreja tras una estocada inapelable.

De menor calidad fue el quinto. Casi nunca fue hasta el final ni se salió de los vuelos. Perera se esforzó por prolongar un viaje las más de las veces corto. Lo logró por momentos. Afanosa y larga labor. Con sus altibajos. El aviso sonó antes de entrar a matar, como en el toro anterior. La estocada un punto caída desató una petición mayoritaria, atendida.

«Veronés» sacó al caballo de picar que montaba Mario Benítez más allá de las rayas. Fijeza en el peto, a su altura natural la cara. Que soltaba en la muleta de Pablo Aguado. La Banda Municipal interpretó una marcha procesional. No pasó un quinario Aguado, pero tampoco llegó al éxtasis. Tardeaba finalmente el toro, que se venía a veces por dentro.

Y se paró el tiempo en el saludo a la verónica al sexto. Aguado meció el capote. Con el mérito y dificultad que tiene reducir así la velocidad a un toro de salida. Más despacio es imposible torear. Naturalidad y compás, ritmo y cadencia que no tuvieron continuidad en el quite, algo frustrado. Para entonces el toro se había partido el pitón izquierdo.

Comenzó yéndose más allá de los vuelos de la muleta, que voló Aguado con alada magia. Con grácil verticalidad. Pero el toro fue a menos. Faltó empuje. La torería desbordada del sevillano no encontró la adecuada respuesta en el motor finalmente gripado del de Garcigrande.

Los naturales de frente y a pies juntos, recetados de uno en uno, trajeron los ecos de Manolo Vázquez hasta que se produjo el desarme. Y el pinchazo. Que fue metáfora de una tarde de medias tintas. Del cartel estrella de la Feria, que ofreció un brillo tenue.

FICHA DEL FESTEJO

garcigrandeddomingo hernandezCuatro toros de Garcigrande y dos de Domingo Hernández (1º y 3º). Noble y con las fuerzas contadas el primero; con duración y entrega el buen segundo; tardo y de poco fondo el tercero; soso el cuarto; desigual el quinto, casi nunca hasta el final; de muy poca duración el sexto.

  • Julián López «El Juli», de negro y oro: estocada desprendida (oreja); estocada tendida (ovación tras petición).
  • Miguel Ángel Perera, de blanco y plata: estocada desprendida y un punto trasera (oreja tras aviso); estocada caída (oreja tras aviso).
  • Pablo Aguado, de ciruela y oro: casi entera desprendida (ovación); pinchazo, y estocada trasera y tendida (ovación tras aviso).

Quinta de abono de la Feria de Santiago de Santander, con lleno en los tendidos en tarde de bochorno.

Agencia EFE (foto Prensa MA PERERA)

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el fandi santander 24 de julio de 2019

Oreja par El Fandi, que remonta una tarde plomiza en Santander

Una oreja paseó hoy David Fandila «El Fandi» en la cuarta del abono de la Feria de Santiago de Santander, pero más allá del trofeo conseguido, que pudieron ser dos, lo que caló fue la puesta en escena y la entrega del granadino, que remontó así una tarde plomiza y predestinada al fracaso.

Cómo no van a querer los públicos a El Fandi. El primer «atanasio» de El Puerto de San Lorenzo salió abanto y se frenó totalmente en la muleta. Aun así, el granadino dio espectáculo en los primeros tercios de la lidia. Con las largas cambiadas en el tercio; el quite por navarras; y un tercio de banderillas con segundo y tercer par -éste al violín- cuadrando en la cara.

El galope de «Cartuchero» en este segundo tercio fue un espejismo. Frenado sobre las manos, no dio opción en la muleta.

Cómo no van a adorar las masas a Fandila, si tras una primera mitad de festejo soporífera vino a sacudir la tarde con un muy buen tercio de banderillas en el cuarto.

Encontró toro en todos los terrenos sin apenas ayuda del peonaje. De menos a más aquello. Al cuarteo el primer par, echándole arrestos y ganando la cara de un toro que le esperó con aviesas intenciones. De dentro afuera el segundo. Al violín por los adentros el último, en terrenos de chiqueros. Explosionó Cuatro Caminos.

El Fandi se bastaba para llenar el escenario. No le importaba al público el anovillado toro de La Ventana del Puerto, «Pescadilla», que embestía a derechas con su motor. Tampoco que las series fueran escasas en muletazos en redondo y amplias en los remates de dobles pases de pechos y otros accesorios.

Algún natural despacioso y profundo hubo. Antes, una serie diestra a la velocidad, revolucionada, a la que se venía el animal. Los rodillazos y el carrusel desde los costillares desataron la pasión popular. Se le fue la mano a los bajos y a esto se agarró el presidente para no conceder la segunda oreja reclamada con furor.

Astiblanco y bien armado el quinto, de El Puerto, de más imponente fachada, se vino siempre por dentro por el pitón derecho, que fue el elegido por Castella para los primeros compases del muleteo, con los consiguientes achuchones.

Siempre en la corta distancia, el francés fue sumando naturales, algunos enganchados, hasta los circulares postreros. Extenso el metraje con aviso antes de dejar un espadazo desprendido.

El débil segundo apenas se picó. Sin cuajo, ni pitones, tampoco tuvo poder. Hasta se derrumbó mientras Castella trataba de mantenerle en pie.

Con el tercero, de La Ventana del Puerto, entraba en escena el encaste Domecq. Por eso se dejó torear en el capote de Alejandro Marcos. Se escupió del breve puyazo dando testimonio de su poco celo. Cortos y contados los viajes, no ayudó en la muleta, dejando inédito a su matador, desacertado con los aceros.

El sexto presentó los clásicos pitones acucharados de El Puerto. Pero no fue de menos a más, a pesar de que Óscar Bernal movió el caballo con diligencia, tiró el palo en el momento preciso y agarró un puyazo exacto en el mismísimo final del morrillo. Marcos quiso hacer las cosas bien. Pero tardeaba el astado las arrancadas, que se se sucedían sin alma, hasta el arrimón final.

FICHA DEL FESTEJO

el puerto de san lorenzoLa Ventana del Puerto 1Cuatro toros de El Puerto de San Lorenzo y dos (3º y 4º) de La Ventana del Puerto, desiguales de presentación, algunos con escaso trapío. Frenado el primero; sin fuerzas el segundo, que se derrumbó; el tercero, parado y sin recorrido; repetidor mientras duró el cuarto; con amable viaje por el pitón izquierdo el quinto; sin alma ni fondo el tardo sexto.

  • David Fandila «El Fandi», de berenjena y oro: media tendida (silencio); estocada muy caída con derrame (oreja con fuerte petición de la segunda).
  • Sebastián Castella, de negro y oro: estocada (silencio tras aviso); estocada desprendida (ovación tras leve petición).
  • Alejandro Marcos, de malva y oro: metisaca y tres pinchazos (silencio); media tendida y descabello (palmas tras aviso).

Cuarta de abono de la Feria de Santiago de Santander, con tres cuartos de entrada en tarde soleada.

Agencia EFE (Foto Prensa El Fandi)

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el cid santander 23 de julio de 2019

Triunfan De Justo y El Cid, que se despide de Santander con un buen Timonero

Emilio de Justo y Manuel Jesús «El Cid» ofrecieron hoy una gran tarde en Santander al abrir ambos la Puerta Grande del coso de Cuatro Caminos, aunque fue el segundo el que protagonizó los pasajes más emotivos al desorejar a un buen Timonero, el toro con el que se dijo adiós a la afición cántabra.

Tras romperse el paseíllo, la Asociación Taurina de Cantabria desplegó un «tifo» -probablemente el primero en la historia del toreo- en el tendido 3. Era una gigantesca foto de El Cid toreando a «Madroñito», el toro de Adolfo Martín que indultó en esta misma plaza el 30 de julio de 2016, con la leyenda «Gracias, maestro».

Saludó el torero de Salteras una ovación unánime en su última tarde en Cuatro Caminos.

Como aquella tarde, la suerte cayó del lado de El Cid, al que le correspondió el toro de la corrida, Timonero, un cárdeno de preciosa lámina, hecho cuesta abajo, con largo cuello y engatillado de pitones, que ya planeó en los capotes del peonaje, aunque sin ser la tonta del bote, pues cuando enganchaba la muleta del matador sevillano se violentaba.

Sin alcanzar las cotas conquistadas con Madroñito, Cid se dio el gusto de ligar las series por ambos lados. Más claro el viaje y más rotundos los muletazos diestros. De trazo curvo y templado ritmo. Hasta que empezó a confiarse y dejársela puesta con su mejor mano, la zurda, evocando los recuerdos del mejor Cid. Media estocada bastó y el palco puso el final feliz con la concesión de las dos orejas.

Su primero, que sangró hasta las dos pezuñas, se derrumbó a la salida del segundo encuentro con el caballo. Sin fuerza. El Cid intentó mantenerlo en pie con la seda de su zurda pero el «santacoloma» no podía desplazarse.

El tercero mostró celo en varas y empujó mucho en el caballo, pero con la cara arriba. Tenía el poder justito. Repetía las embestidas por el pitón diestro, sin grandes calidades ni emociones superlativas.

Emilio de Justo tapó esta falta con su empaque, su aroma y su toreo ligado en redondo, abrochado con los de pecho rematados en la hombrera contraria. Colosales. Incluso a izquierdas, por donde se quedaba corto, le enganchó con los vuelos en sutiles toques que murieron detrás de la cadera. Se fue tras la espada despacio y en rectitud a cambio de un pitonazo en la ingle derecha. Oreja de ley.

Nuevamente volvió a componer auténticas pinturas pasándose al sexto por la faja. Hundidas las zapatillas, maciza y flexible la composición estética. Había además que solucionar problemas: lo hizo De Justo sorteando el molesto cabezazo y ganándole pasos cuando salía el burel muy escupido del muletazo.

Al natural venía haciendo hilo y ni los oportunos toques le libraron de una fuerte voltereta. Se volcó sobre el morrillo y amarró la oreja que le abría la puerta grande.

Curro Díaz nada pudo con el inválido primero. En el otro fue esparciendo perlas por el polvoriento ruedo en forma de derechazos muy enhiesto, con su calambre artístico. Con el mentón hundido en el pecho abandonaba el cuerpo con relajo tras la embestida, noble en el primer tramo pero desentendida y de cara alta al final.

Insuficiente para reventar la tarde esa salida mirando a los tendidos del cárdeno de La Quinta. Le pidieron la oreja con timidez tras un espadazo que tumbó rápido.

FICHA DEL FESTEJO

la quintaSeis toros de La Quinta, desiguales de presentación. Inválido el primero. Sin fuerzas el segundo. Nobles tercero y cuarto. Muy notable el quinto. Aprovechable el sexto a pesar de sus complicaciones.

  • Curro Díaz, de azul pavo y oro: estocada rinconera (ovación); estocada desprendida (ovación tras petición).
  • Manuel Jesús «El Cid», de tabaco y oro: estocada desprendida, (silencio); media trasera (dos orejas).
  • Emilio de Justo, de verde botella y oro: estocada arriba hasta la bola (oreja); estocada un punto trasera (oreja).

En cuadrillas, saludaron tras banderillear al sexto Morenito de Arlés y José Manuel Pérez Valcarce.

Tercera de abono de la Feria de Santiago, con tres cuartos de entrada en los tendidos.

AGENCIA EFE

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jose fernando molina

El novillero José Fernando Molina, de la angustia al triunfo en Santander

El novillero José Fernando Molina, con dos orejas, salió hoy a hombros en la segunda de la feria de Santiago de Santander, una tarde en la que tanto Antonio Grande como Fernando Plaza emborronaron sus respectivas actuaciones con los aceros.

Escaso de volumen y carnes fue el primer novillo de Zacarías Moreno. Pero con gas suficiente para galopar de inicio. Arrolló a Antonio Grande en el primer farol de rodillas en la faena de muleta. Sin consecuencias.

Ya en pie, hubo ética y estética en una serie diestra aprovechando el larguísimo viaje del utrero, que no era tan profundo por el lado zurdo, donde hubo naturales aislados con empaque. Por quedarse en la cara y dejar el brazo atrás pinchó en tres ocasiones hasta que cobró un buen volapié.

Grande se gustó en el saludo a la verónica en el cuarto, que subió el trapío del encierro, muy chico y cómodo de cara hasta entonces. Y sumó chicuelinas de manos bajísimas y rítmico juego de brazos y cintura, que siguieron engrasados en su toreo al natural. Lo llevó a puro pulso, muy embraguetado, y no era el más fácil precisamente del sexteto. Otra vez se atascó con el acero.

Se gastó mucho en un puyazo eterno y algo trasero el «zapatito» segundo, bien hecho y con cuello, que hizo pelea de bravo. Por eso fue adecuado el mayestático inicio por alto de Fernando Plaza, por estatuarios, con pases del desprecio intercalados.

La primera serie diestra fue tan perfecta que resultó imposible mantener su nivel durante todo el trasteo. Acarició la humilladísima embestida. La acompañó hasta el final con natural estilo. Y quietud de plantas. Desde este do de pecho hasta la estocada atravesada que precisó de cinco descabellos hubo voluntad de quedarse en el sitio para ligar.

El quinto fue un novillo que se empleaba en los dos primeros muletazos de cada serie para remolonear después. La calidad de los naturales de Plaza, en ligazón sin enmendarse, pugnó con la noble sosería del animal, acrecentada al final de una labor demasiado extensa. Volvió a eternizarse con el verdugillo.

Le voló muy bien el capote a José Fernando Molina a la verónica en el tercero. Lo embebió en los vuelos al ralentí, enganchándolo muy adelante para ligar muletazos de trazo muy largo, templados además, aunque muy en línea y muy despegado en los primeras series. Después se fue ajustando, hasta cobrar una fuerte voltereta.

Se tiró a matar o morir. En rectitud agarró un estoconazo y fue nuevamente prendido con violencia por el muslo derecho. Oreja.

Tras pasar por la enfermería, a Molina le costó acoplarse con el intermitente sexto, que sólo a izquierdas se desplazaba. De nuevo se echó en falta mayor ajuste. Colocado muy al hilo del pitón porfió en busca del trofeo que le faltaba para la puerta grande, que consiguió con su inapelable manera de irse detrás de la espada, que aunque tendida, bastó para acabar con su oponente.

FICHA DEL FESTEJO

Zacarias MorenoNovillos de Zacarías Moreno, muy chicos los tres primeros y con más trapío la segunda mitad. Dio opciones el primero. Noble y de gran pitón derecho el segundo. De viaje profundo por el izquierdo el tercero. Se dejó también por el lazo zurdo el cuarto, aunque intermitente. El quinto, a menos. Intermitente el sexto.

  • Antonio Grande, de blanco y oro: tres pinchazos y casi entera (ovación tras aviso); y dos pinchazos y estocada tendida (ovación).
  • Fernando Plaza, de lila y oro: estocada atravesada y cinco descabellos (palmas tras aviso); dos pinchazos, media y ocho descabellos (silencio tras dos avisos).
  • José Fernando Molina, de gris perla y oro: estocada (oreja); y estocada tendida (oreja).

Segunda de abono de la Feria de Santiago, con media entrada en los tendidos.

AGENCIA EFE (FOTO DE ARCHIVO)

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santander 21 de julio de 2019 rejones

Un gran Ventura y un efectista Cartagena, a hombros en Santander

Los rejoneadores Diego Ventura y Andy Cartagena salieron hoy a hombros en el festejo inaugural de la Feria de Santiago de Santander, una tarde en la que el primero marcó la diferencia y en la que el mayoral de la ganadería de Los Espartales se sumó a la fiesta al acompañar a los jinetes en la Puerta Grande.

Andy Cartagena encontró un débil oponente en el de Los Espartales que abrió plaza, muy sangrado tras un único rejón de castigo. Sin celo, ni empuje, ni fuerza. Al rejoneador le bastaron detalles de doma y cabriolas de cara a la galería, sin toro, para enardecer. Clavó los palos con pulcritud. Un rejonazo contrario de efectos fulminantes valió la primera oreja de la Feria.

El cuarto fue un mansote con marcada querencia hacia los adentros, que se desentendía frecuentemente de caballo y caballero, soso hasta la desesperación. Cartagena colocó todos los palos a la grupa, cuando los pitones ya habían pasado. La espectacularidad de sus evoluciones sobre las cabalgaduras, más que el toreo, dieron gusto al amable público de Cuatro Caminos. Otro trofeo.

El diplodocus que hizo segundo, con sus 659 kilos a cuestas, mantuvo la pobre tónica marcada por su antecesor y se fue amorcillando paulatinamente hasta la inmovilidad total. Sergio Galán estuvo muy por encima de él. Clavó con limpieza, templó y estuvo rápido con el acero definitivo.

Se enlotó el mastodonte junto a un quinto alto pero de lomos rectos que destacó por su nobleza. Toreabilidad le dicen ahora.

Galán edificó una obra de calidades sutiles, de menos a más. Fue ajustando distancias y encuentros hasta que halló el acople sobre el bello «Apolo», que logró que el toro lo persiguiera sin solución de continuidad en un galope rítmico. Lo arrimó además al poner los palos. Una entonada actuación que mereció más premio que los saludos desde el tercio con que se saldó.

El tercero, de líneas mucho más armónicas y más suelto de carnes, incluso humilló de salida anticipando su buen juego posterior. Diego Ventura alcanzó la perfección en el galope a dos pistas con «Sueño». Fue aquello un prodigio de ajuste, ritmo sostenido y precisión, con banderillas al quiebro colocadas al estribo.

La personalidad de ‘Nazarí’ mantuvo el diapasón en nuevas galopadas con el caballo arqueado, fundido con el toro. De nuevo hubo cercanías en los embroques banderilleros. Para terminar de poner la plaza en ebullición, violines sobre «Remate» y rejonazo, trasero, con golpe de verduguillo ya en pie. Dos orejas con mucha fuerza.

Y Ventura quería más. Recibió al sexto a portagayola, y lo enhebró al regatón de la garrocha por todo el redondel. A «Lío» lo echó materialmente encima de los pitones en las banderillas al quiebro, muy puras y emocionantes. Cuando crepitaba el fuego de una labor al alza, se derrumbó el de Los Espartales sobre la arena.

Con el toro de nuevo en pie, faltaba aún la traca final, el más difícil todavía: A «Dólar» le quitó la cabezada y tras dos pasadas en falso clavó el par que desató el delirio. Pero pinchó hasta cuatro veces, perdiendo un seguro doble corte de apéndices.

FICHA DEL FESTEJO

los espartalesSeis toros de Los Espartales, reglamentariamente despuntados para rejones, de presentación muy desigual. Parados los dos primeros. Con ritmo, temple y duración el tercero. Manso el cuarto. El quinto, muy noble y colaborador, se lesionó una mano. El sexto, bonancible.

  • Andy Cartagena: rejón contrario (oreja con leve petición de la segunda); pinchazo y rejón (oreja).
  • Sergio Galán: medio rejón (ovación); rejón y descabello (ovación).
  • Diego Ventura: rejón trasero y descabello (dos orejas); cuatro pinchazos y descabello (ovación).

Salieron a hombros por la puerta grande Andy Cartagena, Diego Ventura y el mayoral de la ganadería de Los Espartales.

La plaza rozó el lleno en tarde agradable.

Crónica de Juan Antonio Sandoval  para  Agencia EFE 
foto PRENSA DIEGO VENTURA

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