El diestro Pablo Aguado fue el gran triunfador, tras cortar tres orejas, de la tradicional corrida Goyesca de Ronda (Málaga) en una tarde en la que Morante de la Puebla volvió a andar entre un mar de dudas y precauciones, y sólo cortó una oreja.
Aguado desplegó el tarro del buen toreo para recibir al segundo por verónicas lentas, templadas, bajando la mano, con cadencia, haciendo “crujir” la plaza. Llevó al toro por chicuelinas al paso al caballo con mucho gusto y después le realizó un quite por verónicas rematadas con dos medias enroscándose el capote a la cintura.
Brindó al público y, lo que se esperaba que podía ser una obra grande, al final no lo fue por culpa de un toro muy flojo y que se afligió enseguida. Aguado lo intentó sobre ambas manos pero el animal no podía con su alma y tuvo que optar por coger la espada.
Con una larga cambiada recibió Aguado al cuarto para seguir con unas templadisimas verónicas. Con la muleta fue sacándolo al tercio para con la diestra comenzar la faena ante un animal que no humillaba y siempre pegaba un tornillazo al final del muletazo.
Con la izquierda el toro iba más largo y le permitió templarlo y llevarlo atrás. Muletazos sueltos y un cambio de mano eterno fue lo más destacado de la labor del sevillano.
Once verónicas y una media, once verónicas de ensueño, de volver a parar el tiempo, de volver loco al público, once verónicas lentas, muy lentas, una auténtica locura de temple que puso en pie a los tendidos en ambiente de frenesí.
Aguado comenzó por bajo la faena a ese sexto toro, que, después de la primera tanda sobre la diestra, se echó literalmente sobre el albero, algo que volvió a repetirse hasta en dos ocasiones más.
La desesperación general era más que evidente, tanto que, al final fue el propio Morante el que tuvo el gesto de pagar y regalarle el sobrero al compañero, quizás en un gesto de agradecimiento por el brindis recibido con anterioridad, quizás porque quiso también contribuir así al espectáculo.
Aguado brindó esta vez a un enloquecido público y comenzó la faena con la pierna genuflexa ante un animal que de tanto humillar enterró los pitones en el albero y dio una costalada que le dejó bastante quebrantado.
La banda empezó a tocar la Concha Flamenca y parece que inspiró al sevillano que, sobre la derecha, fue arrancando los muletazos dando el pecho y enroscándoselo en la cintura. Hubo naturales de mano baja, con gusto, calma. Cerró faena sobre ambas manos por bajo con mucho temple y consiguió poner al público en pie y rematar así una gran tarde con la concesión de las dos orejas.
Morante recibió por verónicas a un primero que ya de salida mostró muy pocas fuerzas. Con la muleta lo intentó sobre ambos pitones, pero el toro estaba tan en el límite que el sevillano cortó rápido y se fue por la espada.
Escaso de fuerzas anduvo también el tercer “juanpedro”, cuya lidia brindó a Santiago Abascal, que se encontraba en el callejón. Comenzó la faena saliéndose hacia el tercio con ayudados por alto. Faena a media altura con suaves retazos sueltos que tuvieron cierto calado en los tendidos, pero sin llegar a ser una obras redonda.
Quedó inédito con el capote al no terminar de confiarse el de La Puebla con el quinto, otro toro con poquísimas fuerzas y raza. Con el brindis al público se presagiaba que podía estar más confiado, pero todo quedó en un espejismo porque después de los dos primeros pases se pudo vislumbrar que Morante iba a tirar por la calle del medio, como le viene pasando durante toda la temporada.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados, desrazados y sin fuerzas. El último fue un sobrero de regalo de Domingo Hernández, de buen juego.
- Morante de la Puebla, con chaquetilla amarilla y taleguilla grana y azabache: pinchazo y otro hondo (silencio); pinchazo y estocada caída (oreja tras aviso); tres pinchazos y estocada haciendo guardia (pitos).
- Pablo Aguado, de espuma de mar y azabache: dos pinchazos (palmas); media trasera (oreja); casi entera (palmas); estocada trasera (dos orejas en el sobrero de regalo).
En cuadrillas, saludaron tras parear al segundo Iván García y Pascual Mellinas. Raúl Ramírez hizo el salto de la garrocha en el quinto.
La plaza registró lleno de “no hay billetes” en una tarde calurosa.