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LA LINEA, Morante por la enfermería y Aguado puerta grande en la reinauguración de la plaza

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Morante de la Puebla, es seria duda para el festejo de Resurrección de mañana en Sevilla.

El diestro Pablo Aguado, con tres orejas, fue el gran triunfador de la corrida celebrada hoy en La Línea de la Concepción (Cádiz), una tarde marcada por el percance y la lesión de Morante de la Puebla, que es seria duda para el festejo de Resurrección de mañana en Sevilla.

Morante había logrado meter en el canasto a un «cuvillo» reservón y al que le costaba un mundo tirar hacia adelante. Pero el temple del sevillano, la suavidad en el trato, logró que el animal tomara la muleta con cierta docilidad, aún quedándose cortito.

Fue ahí, tras una tanda a derechas, cuando en el remate de pecho el astado se le quedó debajo, y, en la huida, echó mano al torero, volteándolo en los medios.

Morante quedó maltrecho en el ruedo y tras un breve auxilio por parte las cuadrillas se optó por llevarlo a la enfermería. Y de ahí al hospital para ser sometido a un estudio radiológico que descartara lesiones más importantes que «la luxación acrómioclavicular», diagnosticada inicialmente por los galenos del centenario coso gaditano. Y todo con Sevilla en el horizonte…

El segundo espada, Juan Ortega, tuvo que hacerse cargo de ese toro, al que se quitó del medio no sin pasar algún que otro apuro en la suerte suprema, dando inicio a partir de ese momento a un improvisado mano a mano entre el propio Ortega y Pablo Aguado, que fue el que, al final, se llevó el gato al aguado.

El momento más rotundo llegó en el cuarto, un «cuvillo» tan terciado como de dulces acometidas, lo que aprovechó Aguado para desempolvar el duende de su toreo y cuajar una faena exquisita, en el que los naturales a pies juntos fueron el cenit de una obra excelsa y premiada con las dos orejas.

Antes había paseado otro trofeo por una faena también salpicada de cositas muy a modo y en la que brilló nuevamente con la zurda; y saludó una ovación en el último en el que volvió a dejar constancia el magnífico concepto que atesora.

Ortega, que había sido silenciado tras pasaportar al toro que había prendido a Morante, saludó una ovación con un segundo noble y de poco fuelle al que dejó destellos de su aromática y clásica tauromaquia.

Y cortó una oreja al quinto por una faena también de corte añejo en la que el sevillano toreó con mucho gusto y a cámara lenta a un astado que se dejó mucho.

FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros de Núñez del Cuvillo, terciados y cómodos, y de juego manejable en líneas generales.

Morante de la Puebla, cogido en su primero.

Juan Ortega, silencio en el que mató por Morante, ovación y oreja.

Pablo Aguado, oreja, dos orejas y palmas en la despedida.

La plaza prácticamente se llenó.

AGENCIA EFE

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