Los Toros, un espectáculo convenientemente contracultural.
El Club S.XXI impulsó anoche la Tauromaquia en un encuentro, mano a mano, con dos artistas peruanos, el Nobel, Mario Vargas Llosa, y el torero, Andrés Roca Rey, ambos se profesaron su mutua admiración, durante un coloquio que abarcó, desde lo más personal del torero, hasta la Historia de los inicios de los festejos taurinos en la tierra natal de ambos, concluyendo con un alegato sobre la parte más filosófica que encierra este arte. El encuentro estuvo moderado por la escritora Paloma Segrelles y el periodista, Rubén Amón.
En la sala Florencia, del madrileño Hotel Eurobuilding, pasadas las siete y media de la tarde, se colgaba el cartel de “no hay billetes”, en un espacio que congregó desde personalidades del mundo del toro, como el director del Centro de Asuntos Taurinos de la CAM, Miguel Abellán, como a la ex ministra, María Dolores de Cospedal, además de a la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís; entre empresarios y ganaderos, como Pedro Trapote, periodistas, como Manolo Molés, Vicente Zabala, y aficionados taurinos, como Roberto Yuste de la Asociación del Toro de Madrid.
“Abrió plaza” en Nobel, narrando el inicio más popular de las corridas en el Perú, donde “los antropólogos se preguntan por qué los toros prendieron tanto en las comunidades indígenas… donde se percibe que hay una tradición muy enraizada”. Continuó presentando a su compatriota señalando que: “Por primera vez en la Historia del Perú tenemos a un gran torero”, a lo que añadió, “uno de los méritos de Roca Rey es haber acercado el mundo de las comunidades indígenas a las ciudades”. Le tomó el relevo Roca Rey, con unas primeras palabras profesando su agradecimiento y admiración hacia Vargas Llosa, por su apoyo indiscutible a la Tauromaquia. Para continuar con una serie de preguntas abiertas que el público formulaba, entre ellas, el diestro aprovechó para recalcar su firme intención de promover la enseñanza del toreo entre los más jóvenes, los miembros de su generación, con los que siente que habla el mismo idioma, porque “ya cuando jugaba al toro de niño recibía insultos. La Tauromaquia es muy difícil de entender y, en muchas ocasiones, se critica por desconocimiento. He estado en la Universidad en Sevilla, quiero repetir esta experiencia en más aulas, y estoy seguro que los jóvenes son el futuro”.