López Simón sale a hombros y el palco se lo impide a Paquirri en Ávila

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El diestro Alberto López Simón cortó dos orejas y salió a hombros en el festejo con el que se conmemoró hoy el 50 aniversario de la plaza de toros de Ávila, una tarde marcada también por la polémica al negarle incomprensiblemente el presidente la Puerta Grande a Paquirri.

FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros de Juan Albarrán, de buenas hechuras, aunque cómodos por delante, y de juego dispar. El mejor, el tercero, aplaudido en el arrastre; también “se dejó” mucho el cuarto; el quinto tuvo poca raza; inválido el primero; con genio y a la defensiva, el segundo; y manso y rajado, el sexto.

Francisco Rivera Ordóñez “Paquirri”, de nazareno y oro: pinchazo y estocada “en el rincón” (ovación); y gran estocada (oreja con fuerte petición de la segunda, y bronca “al palco” por denegarla).

Cayetano Rivera, de añil y oro: cinco pinchazos y cuatro descabellos (silencio tras aviso); y pinchazo y estocada atravesada (oreja).

Alberto López Simón, de catafalco y oro: estocada baja (dos orejas); y bajonazo (silencio).

La plaza registró menos de media entrada en tarde agradable.

POLÉMICA ENTRE EL TRIUNFALISMO

El coso de La Muralla celebraba sus bodas de plaza. 50 años han pasado ya desde que Victoriano Valencia, Andrés Hernando y Manuel Benítez, el Cordobés, hicieran el primer paseíllo en el coso abulense. Y, para la efeméride, la nueva empresa había cerrado un cartel que, sobre el papel, debía tener un importante tirón popular.

Y todo para ver a los hermanos Rivera Ordóñez y a López Simón, a la postre, el triunfador de una tarde de lo más amable, aunque la función tuviera también otro protagonista, éste en lo negativo, el presidente, que, a tenor de la benevolencia con la que concedió la salida a hombros al madrileño debió también habérsela permitido a Paquirri en el cuarto.

Porque más allá de su capacidad artística, la faena que llevó a cabo el mayor de los hermanos Rivera Ordóñez fue todo entrega y disposición. Desde la larga cambiada, en la que a punto estuvo salir arrollado, a un bullidor tercio de banderillas pasando por una labor de muleta marca de la casa en la que no faltaron pases mirando al tendido, circulares, rodillazos y desplantes.

No fue faena lucida, ni mucho menos, pero el caso es que caló mucho entre la gente, que disfrutó de lo lindo, más que en ningún otro momento de la función, de ahí que no se explique que, tras una gran estocada, todo hay que decirlo, el usía le negara la segunda oreja. El enfado de la parroquia, para qué contar.

Su primero, en cambio, fue un toro moribundo de salida, sin fuerza alguna, al que fue imposible pegarle un pase en condiciones.

A López Simón le correspondió el toro de la corrida, el tercero, un animal que, aunque flojito y mansurrón de salida, “rompió” a bueno en la muleta del joven madrileño que, sin embargo, anduvo demasiado conformista en su quehacer. Acompasó más que mandó en el toreo a derechas y faltó acople al natural.

Algo le pasa. No se sabe qué. Quizás le falte motivación. O hambre. El caso es que hace pocos meses, con un toro de este tipo, hubiera puesto cualquier plaza patas abajo. Pero hoy no. Y eso que acabó cortando las dos orejas, premios, quede dicho, demasiado benévolos a tenor de los méritos contraídos en el ruedo.

El sexto se rajó a las primeras de cambio, y aquí López Simón no se dio tampoco demasiada coba después de intentarlo vanamente por uno y otro pitón.

Tampoco tuvo tela para cortar Cayetano en su primer turno, con un toro muy justo también de fuerzas pero, a diferencia del anterior, tuvo su miga en el último tercio por lo mucho que se defendió, lo que corto que se que quedaba y el genio que desarrolló.

Pero pudo más el amor propio del torero, que, tras una fea voltereta, expuso y se jugó el tipo para, al menos, justificarse, aunque, al final, lo echara todo a perder con los aceros.

Al quinto sí le cortó la oreja Cayetano después de rayar a buen nivel con un astado que se movió pero sin humillar, con poquita raza y menos transmisión.

Javier López/ Agencia  EFE

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