La senadora colombiana Andrea Padilla y el movimiento animalista Contra Natura

1. Andrea Padilla.Contranatura

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 Por: Ricardo López Solano

“Pero las tradiciones y las instituciones jamás fueron estables cuando no se sustentan en una base de pautas de comportamientos innatas. El que sabe ver las relaciones de dependencia filogenéticas ve todas las variaciones de enfoque cultural, tradicional, pedagógico, religioso, filosófico e institucional como una leve ondulación de la superficie. Lo esencial de la naturaleza y de la conducta humanas aparece sin modificar, que sepamos, a lo largo de toda la historia de la humanidad”.
Konrad Lorenz y Paul Leyhause
Biología del comportamiento.
Raíces instintivas de la agresión, el miedo y la libertad

 

De ahí el título de este ensayo, “La Senadora Colombiana Andrea Padilla y el movimiento animalista-Contra natura”. Ya que sus intereses en lo de sepultar en el Congreso de Colombia (valido para el mundo taurino), y de un solo plumazo, las corridas de toros, las corralejas, las peleas de gallos, el coleo, las cabalgatas, la caza y la pesca deportiva, los carruajes de caballo en Cartagena de Indias, entre otras manifestaciones humanas que se encuentran enraizadas en lo más profundo de nuestro acervo instintivo, lo que no es otra cosa, que irnos en contra de nuestra naturaleza humana, “solución, como se dice en el argot popular: “es peor el remedio que la enfermedad”.

 

Y lo que se desprende de la lectura juiciosa del afamado libro “Biología del Comportamiento”, del etólogo Paul Leyhausen, lo que intentan hacer en Colombia estos movimiento animalistas en cabeza de la Senadora Andrea Padilla, no solucionará absolutamente en nada nuestro comportamiento primitivo frente a nuestra naturaleza humana que se encuentra  plagada de instintos direccionados hacia la supervivencia de la especie, instintos que con prohibiciones radicales, como la de arrojar  a la caneca de la basura tendencias, entre comillas, crueles, entre otras, como las corridas de toros, los resultados, lo más seguro es que sean contraproducentes para la especie misma. Ya que al igual que nuestra relación con nuestro congéneres, hacemos parte de una especie netamente animal, mancornada hacia la caza de la presa, desde hace, por lo menos, unos 500 millones de años, cuando nuestros ancestros más primitivos, nadaban en forma de peces en el cámbrico. Que no era otra cosa que un océano plagado de presas y depredadores, en la que primaba la ley por la supervivencia del más acto.

 

Por tanto, lo que persiguen estos movimientos animalistas, podríamos decir, tal como lo refiere Paul Leyhausen, es apenas un cambio superficial, los rizos tenues que forman las olas en alta mar. Pero en lo más profundo de nuestro océano instintivo, esos cambios ondulatorios en la superficie del mar, no le hacen la menor mella a nuestros enraizados instintos, que es lo que de momento ha permitido nuestra supervivencia en la fas de la tierra. Y lo que creen estos amigos animalistas es que, con sus absurdas prohibiciones, como por encanto, podrán borrar a estos instintos primigenios ¡Tamaña simpleza!

 

Y como instinto que son, al estilo del instinto sexual, cuando es reprimido dictatorialmente por un sistema opresor, caso de los abolicionistas, entre otras actividades por el estilo, que, a toda costa, y en contra de la represión infundada, este instinto reprimido buscará una salida de emergencia, que en casos extremos puede resultar contraproducente para la sociedad en que nos encontramos inmersos. Que es lo que puede acontecer, cuando por directrices culturales y religiosas puritanas, entre otros tantos argumentos facilistas y sin bases científicas que lo sustenten, en su búsqueda, refiriéndonos al instinto sexual, como ejemplo que da más claridad, dentro de ese callejón sin salida, de manera forzosa encontraran una compuerta de escape, por lo general, distorsionada. Lo que, en casos extremos, podrían convertirlos en violadores enfermizos, y como para no dejar huellas, cuando no es que disfrutan del sufrimiento y de la sangre de sus víctimas, pueden terminar, casos extremos, convertidos en criminales en serie.

 

Y volviendo a la distorsión de los instintos, o a la búsqueda de salidas de emergencias por parte de un instinto reprimido, en este caso, el del sacrificio del toro de lidia y del supuesto “sufrimiento del toro en el ruedo”, traigamos a colación un aparte de una entrevista que, con la presencia de un defensor de la tauromaquia, les hizo la periodista colombiana María Jimena Duzán a la activista defensora de los animales, Andrea Padilla, aparte que fue replicado en su Twitter, ahora “X”, por Fabián Mendoza (@Fabiamendoza).

 

Leamos ese aparte:

 

M.J.D.: ¿Entre una cucaracha y un niño?

 

A.P.: Pues, hay dilemas morales. Como cuando a uno lo ponen a escoger entre la mamá o un grupo de personas.

 

M.J.D.: La pregunta…, nunca me imaginé que iba hacer esta pregunta ¿Entre una cucaracha y un niño, por ejemplo…?

 

A.P.: Ahí, no hay un dilema moral. Hay no hay…

 

M.J.D.: Tú tienes, tú vas a salvar, está acabando, se está incendiando, ¿tú a quien salvas primero, al niño o a la cucaracha?

 

A.P.: Ahí, claro, distintas consideraciones.

 

M.J.D.: ¿A la cucaracha?

 

A.P.: No, no puedo dar la respuesta, porque la situación es ficticia…

 

En este aparte, el amigo taurino que no dejaba de reírse, y con María Jimena Duzán que se encontraba en una especie de conmoción momentánea, no se lo podía creer, dando a entender, esa es mi apreciación, por su expresión de ese momento, que algo andaba mal en la cabeza de la Senadora Andrea Padilla. Ya que alguien en sus cinco sentidos o en sus cabales, no dudaría un solo segundo en auxiliar, en primer lugar, al niño. Como nadie, tampoco, dudaría otra fracción de segundo en salvar primero a su madre que a un grupo de personas ajenas a él. De ahí que dijera que nunca pensó que podría alguna vez hacer esta pregunta a un entrevistado animalista.

 

Y es que no era para menos. En una entrevista de este tipo, es lo más sin sentido que he visto. Y pensar que esta persona, tal como la pudimos ver en el transcurso de esta entrevista, se encuentra a punto de abolir una tradición cultural, las corridas de toros, que se encuentran arraigada en nuestro territorio nacional, desde hace, por lo menos, unos quinientos años.

 

El cerebro emocional y su relación con el troquelado motor – Los tres cerebros

 

El neurocientífico norteamericano Paul MacLean (1 de mayo de 1913 – 26 de diciembre de 2007), en 1970, después de muchas investigaciones y experimentaciones relacionadas con el cerebro, dedujo que los humanos no contábamos con uno, sino con tres cerebros, los que denominó cerebro triuno o trino: a saber, el cerebro reptil o arcaico, el más primitivo de los tres. Este cerebro se formó hace 500 millones de años, y lo compartimos con los reptiles. Le sigue, en su orden, el cerebro límbico o emocional que se formó hace unos 200 millones de años, y lo compartimos con los mamíferos más primitivos, y de mi parte estimo, en su fase más incipiente, con algunos de los reptiles, los más evolucionados, como los cocodrilos que cuidaban sus nidos y a su prole. Y, por último, el neocórtex o cerebro racional, que contará con unos 100 millones de años, cerebro que compartimos con los mamíferos, y en especial, con los monos y las aves.

 

En cuanto al cerebro reptil, que se encuentra conformado por el tronco encefálico, el diencéfalo (tálamo e hipotálamo) y los ganglios basales, cerebro que solo identifica el momento presente, se encuentra a cargo, respuestas viscerales, de los instintos básicos de supervivencia. Entre otros, del deseo sexual, la consecución de la comida, lo referente a las respuestas agresivas de pelear o huir y la territorialidad: este terreno o esta propiedad me pertenecen, y las defiendo a muerte.

 

En lo que se relaciona al sistema límbico, también conocido como cerebro medio o emocional, se encuentra localizado entre el cerebro reptil y el neocórtex o cerebro racional. Este cerebro, que solo es capaz de distinguir entre el pasado y el presente, en su parte básica, se encuentra conformado por el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo y la amígdala cerebral, no confundir con las amígdalas del cuello. El cerebro emocional es el que se encarga de las emociones, tales como el temor o la agresión, y de aquellas manifestaciones que se encuentran relacionadas con la tristeza y la alegría.

 

Por último, y por encima del sistema límbico, se encuentra la corteza cerebral, lo que nos identifica como humanos, también denominada neocórtex o cerebro racional. Una estructura orgánica, que, a diferencia de los dos cerebros anteriores, nos permite discurrir entre el pasado, el presente y el futuro. Este cerebro es el que se encarga, dependiendo de lo entrenado que nos encontremos en este sentido, de controlar, hasta donde le sea posible, al cerebro emocional, y en muchísima menos proporción, al reptil. Y sin dejar a un lado las abstracciones, el neocórtex es el responsable de nuestro pensamiento racional, encargándose, por igual, basándose de nuestras experiencias pasadas, y del presente en el que nos encontramos viviendo, de planificar el futuro.

 

El troquelado motor y la irracionalidad de los defensores profesionales de los animales, para el caso, el toro de lidia

 

“Se denomina animal troquelado o animal improntado al que se le interviene su impronta con el objeto de que el mismo se crea, parcial o totalmente, como parte de otra especie, mayormente la especie humana”. Tomado de Google.

 

A comienzos de los años 30 del siglo pasado, el etólogo y premio Nobel de Medicina 1960, Konrad Lorenz, debido a sus investigaciones, en especial relacionadas con el comportamiento de los gansos, premio que compartió con los también etólogos Niko Tinberguen, quien investigó, sobre todo, en lo que concierne al comportamiento del pez espino tres espinas, y Karl Von Frisch, por las investigaciones que llevó a cabo en lo que respecta al comportamiento de las sociedades de las abejas.

 

Lorenz por su parte descubrió que durante un periodo crítico que transcurre entre las 24 y 48 horas, los gansos y los patos que recién salen del cascarón siguen cualquier objeto que lo fuerce a caminar, los que terminan tomando como su madre. Esto es lo que se denomina como “Troquelado motor” o “Impronta”. Y una vez troquelado el ganso no hay poder que le cambie de parecer, de quien es su madre, la que seguirán por todas partes.

 

Lo del troquelado motor también se presenta en animales domésticos, entre ellos los perros, quienes toman a sus dueños como líderes de la manada. Algo por el estilo, acontece con los animales salvajes que desde pequeños son domesticados, siendo, algunos de ellos utilizados en filmaciones en la que los animales salvajes, como las fieras, por el peligro que representan para las personas, no son aptos para ser utilizados en estas filmaciones.

 

La conducta de impregnación o troquelado forma parte de la evolución ontogénica de todo individuo, animal o humano. La vinculación de la cría con la figura materna ocurre tras nacer a lo largo de una fase crítica de duración variable.

 

El periodo sensible de apego se prolonga más en las especies superiores. Mientras en los niños esta fuerte vinculación de arraigo dura hasta los tres años, las ovejas o cabras requieren apenas unos minutos tras el nacimiento para que la cría se acostumbre a su madre y mame, tiempo igual al que la nodriza necesita para mostrase sensible al olor del retoño, aceptándole y segregando leche.

 

En el caso de los humanos que desde pequeños fueron adoptados por monos, lobos u otros animales o encerrados en gallineros, por lo menos existe un caso de estos, se troquelaron en menor o mayor medida creyéndose pertenecer a ese clan. Ya rescatados algunos lograron integrarse al género humanos y otros no les fue posible. En Google pueden encontrar varios casos de este tipo.

 

El troquelado motor entre los defensores profesionales del toro de lidia y otros animales

 

Sobre lo del troquelado motor entre los humanos, he razonado muchísimo. Una de las preguntas que al respecto me venía haciendo, es la siguiente: ¿En el troquelado motor que cerebro o cerebros son los que entran en acción? Después de mucho razonar con base a la información disponible en este sentido, llegué a la conclusión, que el cerebro que en primera instancia predomina en el troquelado motor, es el cerebro emocional, y lo termina reforzando el cerebro reptil. El cerebro racional, en este caso específico, queda excluido de esta ecuación.

 

Si las únicas voces que hemos escuchado y seguimos escuchando son la de los defensores profesionales de los animales, reforzadas con todas sus falsedades y ataques despiadados a los amantes de las corridas de toros, al no comprobar estos decires en el terreno, cerebro racional excluido, el proceder lo tomará el cerebro emocional, con el cerebro reptil agazapado. Y de esta manera, más temprano que tarde, se dará la troquelación, ya sea en forma parcial o definitiva. Y ya troquelados, los troquelados al ciento por ciento, podría asegurarse, que no habrá poder divino ni humano que los haga cambiar de parecer, caso de Andrea Padilla y sus más asiduos seguidores.

 

Afectación adicional del troquelado motor – La toma de los animales como sus pares

 

Otra de las preguntas que me he hecho a lo largo de muchos años, es ¿por qué con cierta periodicidad, los antitaurinos se vuelcan con tanta ferocidad contra su propios congéneres que les gustan las corridas de toros?, incluso, alegrándose porque un toro empitona o mata a un torero, llegando al extremo, algo inaudito, de convertir al toro en un héroe. Casos de los toros que le dieron muerte, entre otros a Manolete a “Yiyo” y a “Paquirri”.

 

La conclusión a que he podido llegar a raíz de estos extraños sucesos, es que la troquelación en los antitaurinos los lleva a convertir al toro de lidia, entre otros animales, en su par. Un ser de su misma especie, derivado de una transmutación mental, al que, como pares, se ven abocados a defender, ya que en su fuero interno son de su misma especie. De humanos, en su subconsciente se transfiguran en bóvidos, entre otros especímenes.  Y como para el caso, el cerebro racional ha quedado bloqueado, quedando en libertad el cerebro emocional, y de paso el cerebro reptil, de los insultos y de los improperios denigrantes, cerebro emocional (asesinos, torturadores, “Circo Romano”, etc.) pasan a la violencia, cerebro réptil en su manifestación más violenta, caso de la apertura de la plaza de toros “Santamaría” acaecida el domingo 22 de enero de 2017, en la que los aficionados que  de manera pacifica asistían a la corrida de toros de esa tarde, además de los insultos e improperios denigrantes, fueron apedreados por los defensores profesionales de los toros de lidia.

 

Y que curioso, mientras los aficionados a las corridas de toros lloran a los toreros muertos por astas de toros, los antitaurinos festejan a los toros, sus pares, que cornean o que les dan muerte a los toreros. Este es un proceso de cambio mental contra natura, en el cual para salir de este impase toca acudir al auxilio del cerebro racional, soportado por un vasto conocimiento de carácter instintivo contrastado, que los defensores profesionales de los animales nos son capaces de afrontar.

 

Las corridas de toros como un símil, con armas primitivas, de la cacería de piezas mayores

 

Para mi entender en una corrida de toros se da una estrecha similitud en lo que respecta a la cacería de piezas mayores con armas primitivas, en la que la pieza a cazar se hace casi que imposible darle muerte de inmediato, sino después de un proceso de agotamiento, en el que se le resta buena parte o todo el poder de la presa seleccionada. De ahí que con una espada no es aconsejable, un acto casi que suicida, darle muerte a un toro acabado de salir de chiqueros. En estas circunstancias, el toro se encuentra con su poder intacto, y si se le espera, por ejemplo, a portagayola armado con un espada y una muleta, lo más seguro es que veamos al torero volar por el aire con muleta y estoque incluido, mientras el toro, en un santiamén, gira sobre sí mismo buscando al torero, al que no le quedará tiempo de levantarse de la arena, cuando nuevamente, cornada incluida, se encontrará flotando en el aire.

 

De ahí que el primer paso sea, con la capa, bajar ese ímpetu inicial con el que sale el toro de chiqueros, para ya mermado un poco ese poder, llevarlo al caballo donde se le bajará buena parte del poderío que le resta. Luego se le hace correr en el tercio de banderillas, para avivarlo un poco tras haber recibido el fuerte castigo en el tercio de varas. Ya en el último tercio con doblones de salida, que se acompañan con el quehacer de la muleta, se le sigue restando poder, hasta que el toro suficientemente aplomado, se le puede entrar a matar. Lo ideal, esa es mi recomendación, que la estocada se lleve a cabo, cuando el toro lo único que sea capaz de hacer, es bajar la cabeza para mostrar la muerte, momento que el torero ha de aprovechar para introducir el estoque en uno de los intersticios de los omoplatos.

 

Los Bosquimanos de África del sur y la cacería de piezas mayores

 

En un video que se encontraba en la siguiente dirección: www.e elbauldejosete.wordpress.com, ya lo desmontaron, mostraba como un grupo de tres bosquimanos del desierto de Kalahari, Sur África, cazan con lanzas primitivas a una pieza mayor, para el caso un Kudú. Con estas armas primitivas es prácticamente imposible en el primer intento, darle muerte a uno de estos animales con su poder intacto, y mucho menos cuando se encuentran dentro de un grupo. Por igual el toro de lidia en el ruedo, para darle muerte con un pedazo de tela sostenida en un palito, muleta, y con una espada de acero como arma, es menester, antes de entrar a matar, mermarle buena parte o todo su poder, hasta dejarlo exhausto. ¿Y cómo lo logran? En primer lugar, si el Kudú, se encuentra dentro de una manada de kudúes, se debe buscar la manera de separar a uno de ellos del grupo. Logrado este objetivo, los bosquimanos inician su persecución. La mejor hora para hacerlo es tipo 9:00 a 10:00 de la mañana, que es cuando el sol, en esas extensas sabanas empieza a calentar de lo bueno. Además de las lanzas, en otros casos cuentan con arcos y flechas también primitivas, pero con la puntas envenenadas, al tiempo que cuentan con agua depositadas en cascarones de huevos de avestruz, que previamente han enterrado en puntos estratégicos en sus áreas de caza. En promedio, una de estas piezas las persigue por unos 25 kilómetros, que cubren en unas cinco horas bajo un sol canicular, con temperaturas por encima de los 40º C. Al final, tipo una o dos de la tarde, estos animales, se desploman. Inerme el kudú para reanudar la huida o defenderse, es lanceado por los bosquimanos hasta darle muerte.

 

Las corridas de toros, aunque los taurinos no lo han advertido, desde mi punto de vista, no es más que la recreación de una cacería de piezas mayores. En otras palabras, La muerte de la presa por la subsistencia. Un instinto de supervivencia, tal como lo hemos referido anteriormente, se encuentra arraigado en lo más profundo de nuestro ser, el cual es menester refrescar para alcanzar un adecuado equilibrio psíquico. Y si no lo creen, díganme, amigos defensores profesionales de los animales ¿por qué creen que existe la caza y la pesca deportiva?

 

La cacería de la presa y comer de lo que se mata, son instintos independientes

 

Una de las conclusiones fundamentales a las que llegó Paul Leyhausen en el estudio de los felinos, es que matar la presa y comer de lo que se mata, son dos instintos independientes, en el que uno no se satisface con el otro, aunque se encuentran interrelacionados. Conclusión válida para los humanos, que de por sí somos cazadores por excelencia. Este resultado de Leyhausen lo explica muy bien Desmond Morris en su libro “El mono desnudo-Un estudio del animal humano”. Al respecto, este es un extracto de lo referido:

 

“La caza tendría que tener su propia recompensa, no podría seguir siendo un simple episodio de apetito conducente a la consumación de la comida. Tal vez, como el gato, la caza, la muerte de la víctima y la preparación de la comida darían origen a objetivos propios, separados e independientes; se convertiría en fines por si mismos. Cada uno de ellos tendría la necesidad de expresarse, y no quedaría satisfecho con la satisfacción de otro cualquiera”.

El estudio del Doctor Juan Carlos Illera sobre como el toro de lidia contrarresta el dolor en el ruedo

 

El Doctor Juan Carlos Illera, Profesor titular y director del departamento de Fisiología Animal de la facultad de Veterinaria de la universidad Complutense de Madrid y su equipo, al analizar, año 2.007, en la plaza de Las Ventas de Madrid la respuesta hormonal de 180 toros y 120 novillos, descubrieron que durante la lidia el toro libera 10 veces más betaendorfinas (opiáceo), conocidas como hormonas del placer, que un ser humano, y siete veces más que durante el transporte. La betaendorfina, explica el Doctor Illera, bloquea los receptores del dolor hasta que llega un momento en que el dolor y el placer se equiparan y el sufrimiento puede llegar a ser casi nulo.

 

Planteamiento de la Doctora Susana Muñoz Laza sobre el sufrimiento del toro de lidia

 

La Doctora Susana Muñoz perteneciente a la Asociación Defensa de los Derechos de los Animales (ADDA), no acepta los resultados del Doctor Illera, es lo que entiendo, por qué las muestras de sangre de los toros, las obtuvo antes de iniciar la lidia del toro y post mortem, faltando el estudio de muestras tomadas en el trascurso de la lidia del toro. En otras palabras, no siguió de manera estricta las directrices del método científico.  A lo anterior se suma, según su concepto, que como los toros sacrificados en el ruedo no manifiestan sus sentires, no hay forma de saber si sienten o no dolor. Pero la amiga Susana, por igual, sin llevar a cabo estas pruebas faltantes, dentro de la lidia, conceptúa que el toro a pesar de su abundante segregación de betaendorfina si sufre de dolor, y espantoso.

 

Suspensión corporal

 

Como para refutar a la Doctora Muñoz Laza el toro durante la lidia, entre otras manifestaciones, si sufriera el nivel de dolor que ella asume, lanzaría mugidos, tal como lo manifiestan otros animales, como los perros, los cerdos, etc., que no tienen la capacidad endocrina del toro de lidia para segregar la suficiente betaendorfinas, para contrarrestar el dolor.

 

Pero, quienes si pueden hablar son las personas, que practican la suspensión corporal, que, guardando las proporciones, los ganchos en los que se suspenden, por lo delicado de su musculatura comparada con la del toro de lidia, aunque la piel humana es sumamente resistente, hacen las veces de la pica y las banderillas juntas. Lo que pueden apreciar en muchos portales de YouTube, en la que no solo es colgarse de ganchos en varios puntos del cuerpo, sino soportar a su vez todos los giros y contra giros a que se someten, incluidos los pesos extras que a veces anexan. Y no conformes con la primera experiencia, la repiten una y otra vez, en la medida en que sanan sus heridas.

 

Esto es lo que manifiestan estos amigos profesionales de la suspensión:

 

“Aunque la suspensión corporal, que hace parte del conjunto de modificaciones del cuerpo, puede ser percibida por cierta parte de la sociedad como una tortura digna de una escena de película de terror; para otras simplemente significa gozo, júbilo, placer y/o la satisfacción de poner a prueba sus límites y atravesar el más alto umbral de dolor posible para poder decir “lo hice, sí pude”. (Tomado de la dirección electrónica: “www.lafm.com.co).

 

Pero como en este sentido especifico, los amigos profesionales de los animales solo se manifiestan con el cerebro emocional, apoyados con el cerebro reptiliano, mientras el cerebro racional permanece inactivo, se encontrará activo para otros casos, solo podemos esperar de ellos, el atropello, las injurias, la violencia y la coerción denigrante y amenazante.

 

Amigos lectores, los dejo con este aparte del libro “Biología del comportamiento” de Paul Leyhausen, que, a mi entender, resume todo lo tratado en este ensayo:

“…porque el tiempo -brevísimo filogenéticamente considerado- que llamamos “historia universal” nada ni nadie ha podido cambiar la naturaleza humana en lo fundamental”. Pg. 301.

Y para ponerle punto final al contenido de este ensayo, tal como lo expresó Jesús en la cruz, Lucas 23:25, podemos decir:

 

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

 

Ricardo López Solano

Ingeniero Civil, Especialista en Salud Ocupacional, Tesis Laureada por la Universidad Industrial de Santander, Premio Mundial Exxon Coal Mineral Company a la Seguridad. Autodidacta en Etología y Análisis Transaccional o Psicología de las relaciones humanas, entre otras disciplinas.

 

 

 

 

 

 

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