La feria fue catalogada como “Una Champions para la historia”
Una Feria de San Julián para la historia. Una Champions hasta la médula para el recuerdo. Será complicado que la afición conquense asista a un ciclo tan triunfal y con tanto que destacar como el recién concluido. Tarde tras tarde se vieron triunfos importantes de las principales figuras. Si no era uno, eran dos, y si no, los tres toreros los que salían por la puerta grande. Y gracias, además de por el extraordinario hacer los toreros, por el muy buen juego de los toros que se lidiaron en la feria, y es que todos los días embistieron de cuatro a seis animales.
La primera tarde tuvo un nombre propio, el de Cristina Sánchez. La mítica torero protagonizó la consecución de un sueño. La conquista de una meta luchada hasta el último aliento. El triunfo de la solidaridad y del toreo vestido en clave femenina. 17 años tenían que pasar para ver de nuevo en los ruedos a la madrileña. Volvió, y lo hizo por un solo día y por una de las causas más nobles que uno se puede imaginar: entregarse a los demás. Y eso hizo. Se entregó sin condición a un compromiso firme, cumplió con dignidad y puso en valor dos palabras fundamentales de nuestro diccionario: Mujer y torero. Gran protagonista de esta Champions.
En la segunda de abono, la novillada matinal, Aitor Darío El Gallo y Marcos dieron más brillo todavía a la soleada mañana en la que dirimieron fuerzas. Uno volvía a rendir cuentas ante su afición en una temporada de consolidación tras trenzar dos paseíllos en Las Ventas. El otro reaparecía por un día tras una temporada arrolladora como novillero sin picadores para debutar con los del castoreño. El planteamiento no defraudó, y a pesar del insufrible calor, la plaza registró una buena entrada. Como buena también fue la novillada de José Vázquez. El Gallo y Marcos aprovecharon las circunstancias y se repartieron un total de seis orejas.
En la segunda corrida de toros, Miguel Ángel Perera pasó a la historia de este San Julián y a la historia de la Tauromaquia conquense, y es que cuajó en una notable faena a Escarcha, un toro de indulto. Este ejemplar de la ganadería de José Vázquez se ganó a ley que le perdonaran la vida, y es que fue tan excepcional en la muleta del extremeño… Fijeza, prontitud, humillación, repetición, ritmo y recorrido. Un gran toro, ya historia de la plaza de Cuenca.
Un toreo más añejo y con más sabor ofreció Morante de la Puebla en dos faenas de pinceladas amorantadas repletas de torería y sabor. El genial artista deleitó en cada uno de sus toros con su mejor torero, ese que rebosa un gusto especial y que con tantos y tantos adeptos cuenta. Y eso tuvo lugar en una tarde en la que toreó como los ángeles, sobre todo al natural, Alejandro Tavalante.
En la última de toreo a pie salió por la puerta grande José María Manzanares tras dejar una muestra importante de su gran concepto, ese que le lleva a componer figura como ningún otro y a torear despacio y templado, como si de cámara lenta se tratase. Él fue el último gran triunfador antes del cierre de rejones, en el que los tres caballeros salieron a hombros, pero en el que destacó sobre todo Leonardo Hernández. El extremeño, gracias a una cuadra soberbia, rayó a la altura de esta temporada, siendo rotundo en sus dos faenas.
En definitiva, una feria taurina de auténtico lujo y de muchos nombres propios. Y todo esto, en una plaza remozada y casi nueva para la ocasión. La empresa MaxiToro ha acometido una reforma integral en el edificio, que lució con sus mejores galas. De hecho, en las galerías interiores se pudo ver parte de la nueva decoración, con todos los carteles taurinos de los últimos años, así como los hitos más importantes que ha vivido esta plaza con la gestión de Maximino Pérez.