He seguido desde el principio la carrera taurina de Manuel Escribano, porque desde la primera vez que le vi, como novillero, me di cuenta de podía llegar a ser un torero muy importante, completo en los tres tercios, y que daba espectáculo. Desde entonces ha pasado mucho tiempo, en el que han sucedido muchas cosas en la vida de Manuel, para mí un gran torero y un héroe, que jamás pierde la sonrisa y de cuya boca nunca he oído una queja.
Tras tomar la alternativa, como suele ocurrir, vino un parón demasiado largo, hasta que en 2013 entró en una corrida de Miura sustituyendo al Juli, la feria de Sevilla, y le cortó dos orejas al toro “Datilero”. Aquello le puso a funcionar, pero cuando estaba en plenitud una cogida en Sotillo de la Adrada estuvo a punto de costarle la vida. Fue tan dura que tardó mucho tiempo en recuperarse. Después, ya al cien por cien, de nuevo, en 2016 cuando había cuajado a un Adolfo en Alicante, al entrar a matar, otra gravísima cornada estuvo a punto de dejarle cojo para toda la vida. De nuevo a recuperarse con unos sacrificios que muy pocos serían capaces de soportar. Gracias a su enorme afición, profesionalidad, voluntad de hierro y capacidad de sufrimiento lo consiguió.
Cuando este año había logrado de nuevo estar al cien por cien otro Adolfo le pega un cornalón el 30 de mayo en Madrid; lo que iba para triunfo acaba en el quirófano, y pierde cinco o seis corridas. Reaparece el 22 de junio de 2019 en Utrera e indulta al toro “Tahonero” de Miura, el primero de esta vacada que se indulta en toda su historia.
Sin duda el toro fue un gran toro, pero de Miura, embistiendo como suelen hacer, con un ojo en la muleta y otro en el torero. ¿Cómo estaría Manuel Escribano para lograr el indulto? Pues estuvo sencillamente cumbre, sensacional, magistral, perfecto en toda la lidia, como solo puede estar un toreo muy importante, completo y en plena madurez.
La carrera de Manuel Escribano se ha caracterizado porque siempre que estaba a punto de consolidarse como figura del toreo, un grave percance le frenaba en seco. Espero y deseo que esta vez no sea así y cumpla su sueño de convertirse en figura, pues lo tiene merecido con crees, como ha demostrado infinidad de veces en la plaza, ante todo tipo de toros.
El maestro Manuel Escribano ya está en la historia del Toreo por haber indultado al primer toro de Miura (además de por todo lo que ha hecho como torero). Pero es que también indultó, como todos sabemos, a “Cobradiezmos”, de Victorino, nada más y nada menos que en Sevilla.
Me alegro muchísimo por el torero y por su apoderado, el maestro José Luis Moreno, pues cuando llegaron a un acuerdo de apoderamiento pensé que esta pareja iba a hacer grandes cosas en el Toreo, porque ambos son dos grandes profesionales y extraordinarias personas.
Rafael Comino Delgado