El toro no tiene temple, tiene ritmo.

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Desde Belmonte se habla de “Parar, Templar y Mandar” como tiempos de una suerte, y del concepto “Templar” se han propuesto múltiples definiciones. Para COSSÍO (1997) Templar es “adecuar el movimiento del Capote o Muleta a la violencia, velocidad, etc., de la embestida del toro”.  Pepe ALAMEDA dice que “Templar es torear despacio”,  mientras que José Luis BENLLOCH insiste en que  algunos confunden el Temple con torear despacio y no es lo mismo. En este sentido Santiago Martín  “el VITI”  afirma que  “el temple es más que lentitud, es dar la impresión de que paras al toro y en realidad no se para sino que te adaptas a su ritmo”.

 Nosotros entendemos que “Templar consiste en llevar el engaño a la misma velocidad del viaje del toro, pero unos centímetros por delante, sin que los pitones  lo rocen, siempre al mismo ritmo que el toro, es decir, adaptarse al ritmo de la embestida”. Cuando esto se consigue, y no es fácil, surge la armonía, la estética, el arte y la emoción. Por tanto, en modo alguno debe confundirse Templar con torear despacio, pues  se puede torear rápido, porque la embestida del toro es rápida, pero templando, y al templar llevar al toro por donde  se  desea, es decir, “Mandar”.  Algunos, para expresar que el torero está templando dicen  que,  “le ha cogido  el  ritmo al toro”. Otros hablan  de Compás para referirse a lo mismo.

Queda claro, de la definición de Templar, que quien templa, quien tiene más o menos facilidad para templar es el torero. El toro no templa, el toro tiene un ritmo u otro en su embestida. Viene esto a colación porque oigo a los comentaristas de TV, de Radio y, en general a muchos taurinos, decir con bastante  frecuencia, ¡que temple tiene el toro! ¡este toro tiene  mucho  temple!  etc.

Pues no señores, o al menos eso es lo que creemos nosotros, el toro en sí mismo no tiene temple, ni templa, ni se templa, el que tiene temple, templa y se templa es el torero;  el toro lo que tiene  es un ritmo en su embestida, que pude  ser más o menos rápido, más o menos uniforme, más  o menos armónico, es decir, más o menos fácil de cogerle  ese ritmo , más  o menos fácil de templar. En todo caso podríamos decir que el torero ha templado en ese toro.

 Un ritmo uniforme, siempre armónico, ni muy violento ni  demasiado suave (queremos decir lento), es un ritmo que se puede templar más fácilmente que un ritmo irregular, a veces muy rápido, otras más lento, incluso en la misma embestida pude tener varias velocidades,  pero el toro ni tiene temple, ni  templa , ni se templa. Lo que hace el toro es que a medida que va transcurriendo la faena, lógicamente, está más cansado y embiste con menos violencia, menos rápido. El ritmo de su embestida  se va enlenteciendo.

No obstante todos sabemos lo que quieren expresar al decir que el toro tiene temple (que tiene un ritmo muy uniforme  y armónico, no demasiado rápido, más fácil de cogérselo), pero en castellano es incorrecto, como otras muchas expresiones que se emplean en cualquier aspecto de la vida cotidiana. Por ejemplo, también se  suele decir, “el torero enterró la espada en el hoyo de las agujas”, lo cual es totalmente incorrecto porque  el toro no es tierra,  es musculo, tejido conjuntivo, grasa, etc., en definitiva carne, pero entendemos lo que se ha querido significar.

Por tanto creo que está claro, y ha quedado claro, que el toro tiene ritmo, pero no temple, y quien si tiene, o debe tener temple es el torero.

Rafael Comino Delgado

 

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