Zafra vibra en su segunda de abono con una tarde de entrega, inspiración y verdad

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Plaza de Toros de Zafra – Segunda de abono. Lleno en tarde de clima veraniego. Se lidiaron cinco toros de Manuel Calejo Pires, desiguales de presentación y juego, y un sobrero de Cayetano Muñoz (6º), de notable condición y transmisión. Manejables en general, aunque escasos de fuerza los primeros, destacando el buen sexto.

 

Morante de la Puebla, Dos orejas y saludos.

Juan Ortega,Saludos y oreja.

José Garrido (sustituía a Emilio de Justo), Dos orejas y dos orejas.

 

 

Morante borda el toreo con su primero y escucha el silencio en su segundo

 

Abrió plaza un toro justo de fuerzas, al que Morante de la Puebla saludó a la verónica con su personal empaque, rematando con chicuelinas ajustadas que calentaron pronto los tendidos. El paso por el caballo le restó más aún, pero el genio de La Puebla se impuso con muleta en mano, sobre todo por la diestra, donde imprimió gusto, colocación y sabor añejo. La faena tuvo compases de mucha torería, pese a la escasa transmisión del astado. Una estocada efectiva puso en sus manos las dos orejas.

 

Con su segundo, sin embargo, no logró encontrar el hilo. No pudo pararlo de capa, y tras un breve paso por el peto, el de Calejo Pires no se entregó. Morante lo intentó por ambas manos, pero no hubo conexión ni ritmo. Dos pinchazos, el segundo hondo, y saludos desde el tercio.

 

 

Ortega detiene el tiempo pero pierde trofeos con la espada

 

Recibió Juan Ortega a su primero con largas cambiadas de rodillas y una serie de verónicas de enorme cadencia. El inicio de faena fue sencillamente sublime: temple, ritmo y naturalidad se conjugaron en una faena que tuvo pasajes de verdadera inspiración. Una tanda profunda por la diestra levantó al público, pero el toro se rajó pronto. El sevillano dejó retazos de arte puro, pero falló con la espada: dos pinchazos y estocada, ovación y saludos.

 

Con el quinto, un jabonero al que paró bien con el capote, Ortega planteó una faena medida y de cabeza, sacando lo poco que el toro ofrecía. Faena inteligente, de paciencia y pulso, que cerró con una estocada en lo alto. Esta vez sí hubo premio: una oreja que supo a mucho.

 

 

Garrido, sustituto de oro: puerta grande con verdad y compromiso

 

José Garrido, que entraba en el cartel por la baja de Emilio de Justo, firmó una tarde de mucha entrega. Su primero fue un toro con teclas, que exigía sitio y decisión. Garrido no se arredró: se puso donde había que estar y fue construyendo una faena seria, pisando terrenos comprometidos y aguantando embestidas descompuestas con firmeza. Una estocada certera le valió dos orejas rotundas.

 

Y si con ese se ganó el respeto, con el sexto El sobrero de Cayetano Muñoz fue el mejor del encierro, con transmisión y fijeza. Garrido se volcó con él, toreando por ambos pitones con poder, temple y mando. No se dejó nada en el esportón y el público lo reconoció desde los primeros compases. Un pinchazo previo a la estocada no empañó lo hecho. Las dos orejas lo despidieron en hombros.

 

 

Epílogo

 

Tarde de toreros con estilos distintos: la inspiración eterna de Morante, el embrujo de Ortega, y la sinceridad rotunda de Garrido, que salió por la puerta grande de Zafra como justo premio a su entrega.

Texto y Fotos: Ismael Rodríguez

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