Pablo Hermoso: «Valencia es una plaza muy significativa en mi vida»

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 Pablo Hermoso de Mendoza se despedirá de la afición de Valencia el próximo viernes (17:00h.). En la quinta de abono de la Feria taurina de Fallas, el navarro trenzará el paseíllo en la corrida mixta junto a Morante de la Puebla y Nek Romero.

 

35 años de alternativa y más de 5000 toros lidiados cuantifican una carrera de leyenda que en este 2024 vive su último capítulo.

Ante su cita en el coso de la calle de Xàtiva, Pablo Hermoso recuerda cómo «junto a la de Madrid, era una de las únicas plazas a las que yo iba a ver rejones cuando quería ser rejoneador. Empecé a vivir las Fallas mucho antes de ser torero». «Tengo recuerdos maravillosos que se unen al dolor en una época en la que solo podía ir a la Feria de Julio porque en la época de Fallas me tocaba seguir en México y la temporada mexicana me privaba de ferias como Fallas y Sevilla. Me dolía en el alma», añade.

Pablo tiene muy claro cómo quiere afrontar la tarde de su despedida en Valencia, como hará en todos y cada uno de sus compromisos de la temporada: «Quiero dejar un recuerdo en el público y en toda la gente que me sigue, pero también en mí mismo viviendo al máximo todos los momentos y grabando en la memoria cada minuto que pase en la cara del toro porque sé que son los últimos».

Una figura de época, consciente del peso que ha tenido en la Historia del toreo: «He vivido todo un cambio en el toreo a caballo, puede que me haya tocado liderarlo», reconoce Pablo al mismo tiempo que incide en que «todos mis compañeros han participado en ese cambio de una manera u otra». «Me siento un privilegiado por todo ello y por haber tenido el reconocimiento que he tenido por todos los ámbitos taurinos». finaliza.

 

El lugar de privilegio que desde hace décadas ocupa Pablo Hermoso es el fruto de años de trabajo, lucha y dedicación a una profesión que ha sido su vida. Ahora se encuentra en la más alta cota, ¿Cómo es llevar más de 30 años en el olimpo del rejoneo?

Es una maravilla y algo que nunca esperé alcanzar. Tantos años en la profesión, tantas corridas de toros toreadas, tantos reconocimientos por parte de muchos compañeros y del propio público, pero la verdad que se lleva día a día y casi no te das cuenta que ha pasado el tiempo cuando lo que haces te apasiona y te llena.

 

En una tierra cargada de encierros y capeas, pero con escasa presencia del mundo del caballo… ¿cómo fueron esos primeros años donde comenzó todo?

Los principios fueron difíciles y complicados, pero también muy bonitos. Cuando tienes ilusión por conseguir algo en la vida, cuando ves que vas creciendo, aunque despacio, pero cada día avanzas un poquito en tu profesión y te vas abriendo puertas, hace que superes esos momentos difíciles, que son muchos. Momentos de no ver un horizonte claro, no conseguir abrirse paso… pero gracias a Dios, mi Navarra natal siempre me amparó, siempre me dio aquí todos los festejos que se podía. Llegué a torear hasta 14 corridas dentro de Navarra y eso me daba la posibilidad, primero de autofinanciarme, y segundo seguir vivo para seguir aprendiendo de la profesión junto al contacto del toro y del público en esos primeros 15 años donde prácticamente fuera de Navarra ni toreaba. Es algo que tengo que agradecer a mis paisanos, porque llenaban las plazas donde toreaba, me acompañaban cada tarde, creían en mí. Eso hizo que yo creyera en mí y en un bonito futuro”.

 

La figura de su padre, la cercanía con el caballo… pero… ¿puede ser que aquella tarde de sustitución en Zaragoza en el 94 fuera donde comenzó todo?

Ese momento lo considero como el parteaguas en mi carrera. Es cierto que ese año venía un poquito embalado, pues había toreado y triunfado en plazas como Pamplona, Albacete o Bilbao, había salido de mi tierra y habían rodado bien las cosas, pero ese día podemos decir que fue el lanzamiento total. Fue un festejo retransmitido en abierto, en el que toreé con las máximas figuras del momento: Joao Moura, el maestro de mi carrera, y los Domecq, que estaban en un momento extraordinario, el triunfar en ese cartel fue la oportunidad para que al año siguiente se me abrieran todas las puertas de las plazas de España.

 

 

En la Historia del Toreo a caballo, siempre habrá un antes y un después de usted, maestro. ¿Es consciente de su peso en la Historia del Toreo?

Soy consciente y, sobre todo, soy agradecido por lo que he podido vivir. He vivido todo un cambio en el toreo a caballo, puede que me haya tocado liderarlo, pero todos mis compañeros han participado en ese cambio de una manera u otra. Me siento un privilegiado por todo ello y por haber tenido el reconocimiento que he tenido por todos los ámbitos taurinos.

 

Si hablamos de caballos… Una cuadra inigualable llena de nombres para la historia del toreo a caballo y la Tauromaquia… pero si nombramos a “CAGANCHO”, ese es especial…

Sin duda fue especial. Fue el que me dio a conocer, me lanzó y nos lanzamos juntos, y además ha sido el que ha gozado de una popularidad rotunda. Nunca en la historia ha habido un caballo con tanta popularidad y tanto seguimiento y cariño por parte de los aficionados. Cuando ya estaba retirado y era un anciano, aún seguía viniendo gente a verlo a la finca. Se convirtió en una auténtica leyenda viva de los caballos toreros.

 

¿Cuántos pondría al nivel de “Cagancho”? Antes que usted no existía la proliferación de caballos estrella, también es parte de su legado.

Siempre se decía que si un rejoneador tenía la fortuna de cruzarse con un caballo ejemplar en su cuadra ya era una suerte. Yo me atrevo a decir que no he tenido uno, he tenido muchos, pero tres de ellos con una rotundidad igual que la de “Cagancho”. Además de éste fueron “Chenel”, “Disparate” y ahora “Berlín”, que son esos caballos que cuando uno se monta y sale a la plaza te olvidas de si el caballo tiene limitaciones. Tú sabes que con esos caballos sales y haces frente al toro que salga y además poder torear como sientes en cada momento porque él te va a acompañar en todo eso. Luego hay otros caballos que han sido muy brillantes pero en un tercio o una suerte determinada, no con la rotundidad de estos cuatro.

 

¿Cómo define su cuadra ahora mismo?

Podría decir que tengo la cuadra más completa de mi vida. Hemos juntado muchos caballos entre mi hijo y yo, y el criadero también está ahora mismo en un momento muy importante después de veinte años de trabajo. Hay un grupo más extenso de caballos que nunca había tenido, y lo he notado en la temporada mexicana pues he toreado muchas corridas muy seguido y he podido cambiar mucho de caballos sin cansarlos, no como en otras épocas en los que los repetía mucho.

 

 

Si hablamos de Guillermo… su hijo… la continuidad… ¿Cómo es que siga sus pasos, sabiendo de la dureza de la profesión, y ahora, además, poder compartir tantos y tantos carteles juntos?

Es maravilloso el ver que todo lo que has amado y trabajado no se acaba contigo y tiene continuidad con tu hijo. Tu legado de alguna manera sigue continuando con su presencia en los ruedos y es algo que toda la familia, desde mi padre, hasta mi mujer, mis hijas, mis hermanos, estamos felices, aunque nos toque seguir con esa parte del sufrimiento diario, por los riesgos de esta profesión. Incluso  así, es una felicidad para mí el saber que una profesión que nos lo ha dado todo va a seguir viva y que el aficionado va a poder seguir disfrutando a través de mi hijo Guillermo.

 

 

En estos años de trayectoria… ¿Qué destaca y con qué se queda Pablo Hermoso?

Cuando miro hacia atrás hay momentos claves: el rabo de Sevilla, los rabos de la Monumental de México, tardes gloriosas e inolvidables en Pamplona, el rabo en la Santa María de Bogotá… pero con lo que más me quedo es con toda esa regularidad, con todo ese ritmo de corridas consecutivas y una vida entregada al máximo sin casi tener tiempos muertos. He estado toreando durante 24 años aquí en España, en México, en Latinoamérica… sin tener muchas veces ni 5 días de descanso al año. Creo que eso es lo más rotundo de mi vida, el no haber bajado nunca el nivel y haberme adaptado a las nuevas generaciones renovándome para seguir vigente todos estos años.

 

Si hablamos de la Plaza de Toros de Valencia… ¿Qué ha significado para usted esta plaza y su afición?

Valencia para mí es una plaza muy significativa en mi vida. Junto a la de Madrid, era una de las únicas plazas a las que yo iba a ver rejones cuando quería ser rejoneador. Me pillaba muy bien el viaje desde casa e íbamos un grupo de amigos a ver la matinal que acostumbraba a ser de seis rejoneadores y tenías la oportunidad de ver a seis maestros distintos que me aportaban muchísimas cosas. Empecé a vivir las Fallas mucho antes de ser torero y cuando de repente te ves anunciado en esa plaza, con los bonitos recuerdos que tienes y el “caer de pié en ella”, como yo digo

 

La primera vez que fui las cosas se dieron bien, luego triunfé en la Feria de San Jaime, saliendo a hombros con Ginés Cartagena, y esto hizo que fuera una de mis plazas emblemáticas. Tengo recuerdos maravillosos que se unen al dolor en una época en la que solo podía ir a la Feria de Julio porque en la época de Fallas me tocaba seguir en México y la temporada mexicana me privaba de ferias como Fallas y Sevilla. Me dolía en el alma.

 

No podía faltar la despedida de esta ciudad. Una cita que se convierte en una de las tardes más importantes de esta Feria y, además, en una de las temporadas, podemos decir, más emotiva de su vida, en un cartel junto a Morante de la Puebla y la ilusión valenciana Nek Romero….

Es un cartel precioso. Torear con Morante es maravilloso. Es uno de los toreros que más nos emociona a todos por su profundidad y por su pellizco, lo tiene todo. Luego compartir también cartel con Nek Romero, un novillero valenciano, de la tierra, que se le dé la oportunidad de darse a conocer en un cartel como este, supongo que para él es algo ilusionante. Es un cartel rematado. Lo tiene todo para que la gente se pueda divertir.

 

Supongo que sueños habrá cumplido la mayoría… ¿O le queda alguno a Pablo Hermoso como torero?

Me quedan muchos aún como torero y como persona. Ahora mismo afronto esta temporada de despedida, en la que la presión no es menos que otras. Como se llega y como se sale es lo que siempre se recuerda. Quiero dejar un recuerdo en el público y en toda la gente que me sigue, pero también en mí mismo viviendo al máximo todos los momentos y grabando en la memoria cada minuto que pase en la cara del toro porque sé que son los últimos. Ese puede ser uno de mis deseos.

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