Semana Grande 2018

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Un sólido Roca Rey sale a hombros de Bilbao tras remontar otra tarde decepcionante

El diestro peruano Andrés Roca Rey salió hoy a hombros en Bilbao tras cortarle las dos orejas al sexto de la tarde, un exigente y encastado manso de Victoriano del Río, y remontar así con su firmeza otra de las decepcionantes Corridas Generales que también se perdía por los derroteros del tedio.

La actuación del torero de moda hoy en Bilbao fue todo un alarde de valor y autoridad. Y no precisamente por los aciertos, más bien escasos, del trasteo a su primero, al que, por una inadecuada elección de terrenos, no aprovechó ni concretó con la muleta toda la profunda calidad que mantuvo el animal en sus embestidas antes y después de tomar el camino de las tablas.

Porque lo realmente meritorio e impactante de su segunda corrida en esta feria fue la manera en que se entregó ante ese exigente manso que cerró plaza, al final de una tarde sin apenas emociones. Quizá por ello el público explotó aún con más fuerza en sus ovaciones a medida que el joven suramericano hacía de su firmeza una forma de dominio ante ese astado manso pero emotivamente encastado.

Todo empezó en un quite por saltilleras, pasando al toro por alto con el capote a la espalda, sin dudar ante las ya entonces inciertas arrancadas del de Victoriano del Río, que seguidamente, en banderillas, mostró con claridad su verdadero fondo de manso pero dispuesto a vender cara su vida a quien intentara forzarle a pelear.

Roca Rey le abrió la faena por estatuarios, dejándole que se saliera desentendido de las suertes pero retándole a volver tras la muleta con una paciente impavidez. Cuando le obligó por bajo, en la primera serie de naturales, también amagó el animal con irse a tablas, como era su intención, pero el acoso del matador le hizo sacar su verdadero temperamento, aceptando el reto de una vez por todas.

Claro que dominarle no fue sencillo, pues sus vibrantes embestidas llevaban una carga de recelo y violencia que solo podía ser atemperada con la férrea firmeza con que Roca se asentó en la arena y echar al aire la moneda de una arriesgadísima apuesta.

A veces con rectitud, otras sin fijeza y a regañadientes, los pitones del toro pasaron una y otra vez por encima de los muslos del peruano, que nunca dudó ni se alteró, con ese valor natural y seco sobre el que sostuvo su estrategia para dominar aquella tromba de oleadas, intentando siempre traerlas embebidas en los vuelos de su muleta, hasta que, por fin, en señal de su victoria, se adornó con ajuste ante un enemigo que ya sí que buscaba la retirada.

Un pinchazo, cobrado también en la inadecuada suerte natural, y una contundente estocada en la contraria desataron la pañolada de un público que había vibrado como no había podido hacerlo en toda la feria, pero también la del presidente, que sacó a la vez los dos retales blancos que abrían por primera vez la puerta grande en una semana para que saliera por ella el héroe de la tarde.

Hasta ese momento cenital, Sebastián Castella había hecho un esfuerzo reposado ante el seco y reservón primero, pero también había dejado pasar, por exigirle de más, la buena clase de otro de los toros que marcó su acusada querencia a las tablas.

Tampoco fue desdeñable la faena al quinto de José Garrido, que entró en el cartel en sustitución de Cayetano, y vio como, tras descordarse su primero cuando lo recibía a portagayola, el sobrero de una ganadería prácticamente desconocida se le negaba a embestir, este sí, absolutamente rajado.

En cambio, esa faena al feo y astigordo quinto estuvo dominada por el denominador común del temple, para convencerle y hacerle ir a más a pesar de su escasa raza, y con un envoltorio de buen gusto, construyendo así una faena impensable minutos antes y que el extremeño cerró metido entre los pitones y, para su desgracia, con una estocada defectuosa que le negó el corte de un posible trofeo.

FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Victoriano del Río (1º y 4º con el hierro de Toros de Cortés) y un manso sobrero de Encinagrande (2º). Corrida, en general, de buena y fina presencia, salvo el feo quinto, y de juego desconcertante, con varios toros rajados en el último tercio pero sin perder un punto de clase y profundidad en las embestidas y otros, como el sexto, que se mantuvieron peleando con una exigente casta dentro de su mansedumbre.

  • Sebastián Castella, de azul noche y oro: pinchazo y estocada trasera caída (ovación tras aviso); estocada caída (silencio).
  • José Garrido, de verde hoja y oro, que sustituía a Cayetano: estocada baja (silencio); media caída atravesada (ovación tras aviso).
  • Roca Rey, de blanco y plata: pinchazo hondo y descabello (ovación tras aviso y petición de oreja insuficiente); pinchazo y estocada (dos orejas tras aviso). Salió a hombros, con algunas protestas.

Entre las cuadrillas, Manuel Larios y Rafael Viotti saludaron tras banderillear a segundo y cuarto.

Séptimo festejo de abono de las Corridas Generales de Bilbao, con dos tercios del aforo cubierto (algo más de 9.000 espectadores), en tarde nublada y fresca. 

Crónica de Paco Aguado Agencia EFE
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Roca Rey se lleva un forzoso y largo mano a mano con Ponce en San Sebastián

El diestro peruano Andrés Roca Rey, que cortó tres orejas y salió a hombros de la plaza, se impuso en el mano a mano que, durante casi tres horas, mantuvo hoy en San Sebastián con el veterano Enrique Ponce, y que vino forzado por la caída de cartel de Cayetano unas horas antes del paseíllo.

Y fue precisamente el lote que estaba destinado al torero ausente, que presentó parte médico una vez celebrado el sorteo de la corrida, el que propició los momentos más brillantes y destacados de la corrida, pues, jugados en cuarto y quinto lugares, ambos toros embistieron con bravura y nobleza a los engaños de los “duelistas”.

El cuarto, precisamente el de más armónicas y finas hechuras del encierro de Victoriano del Río, mostró esa buena condición ya desde su salida al ruedo, acudiendo pronto y al galope, con una entrega absoluta.

Tras cuidarlo en los primeros tercios, Roca Rey le abrió la faena de muleta con un pase cambiado por la espalda con las dos rodillas en tierra, levantando gritos de angustia que prologaron una fuerte ovación una vez que el peruano remató la soberbia serie de derechazos que, sin levantarse de la arena, le cuajó a tan gran animal sin solución de continuidad.

El resto del trasteo ya tuvo menos nivel emocional, con ligazón, disposición y variedad por parte del torero, pero siempre la evidente calidad del toro destacaba por encima de unos muletazos a los que faltó mayor calidad y hondura para apurar la clase de un toro que puso tanto como el torero para el corte de esas dos orejas.

Otro apéndice le había cortado Roca antes al segundo de la tarde, un cinqueño con hechuras y comportamiento de toro viejo y al que él se empeñó en llevar la contraria queriéndole torear en los medios, justo donde más protestaba un animal que se lo ponía mucho más fácil hacia la querencia de tablas, donde, finalmente, el peruano remató con más holgura su azaroso trasteo.

La tarde, y el cara a cara, parecían írsele de vacío a Enrique Ponce al morir el tercero, un torancón al que no pudo ponerle más que voluntad pues el animal no hizo más que moverse desordenadamente y doliéndose al esfuerzo que le planteaba la muleta del valenciano, aunque ya antes había rematado con un feo bajonazo su desigual muleteo al manejable primero.

Pero fue ese quinto destinado en principio para Cayetano el que permitió que Ponce lograra lo que llevaba buscando no sin cierta ansiedad toda la tarde, esa oreja que no dejara en blanco su “marcador” en el mano a mano con el torero de moda.

Fue este otro toro grandón y de exagerada hondura, solo que también noble y apacible en su comportamiento para obedecer cada cite y cada trazo de los muchos pases que le pegó el veterano espada en una faena variada y vistosa, de mejor envoltorio en las formas que rotundidad en el fondo. Y premiada con esa solitaria oreja, a pesar de que tampoco la remató bien con los aceros.

Ya cuando el festejo rondaba las tres horas de duración, Roca Rey se fue a hombros de la plaza, aplaudido por el rey emérito Juan Carlos, pero sin poder redondear con un sexto toro que, rajado y huido a chiqueros, se negó a sumarse a la fiesta.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Victoriano del Río, el 1º con el hierro de Toros de Cortés y el sexto como sobrero, al devolverse el segundo por partirse una pata en el tercio de varas. Salvo primero y cuarto, la corrida tuvo una muy voluminosa presencia, aunque de “agradables” cabezas. Entre el desigual, complejo y poco encastado conjunto, destacaron por su nobleza y clase los lidiados en cuarto y quinto lugares.

CRONICA DE PACO AGUADO PARA AGENCIA EFE
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Illumbe premia el toreo a destajo de Sebastián Castella y Ginés Marín

Sendas orejas concedidas en los dos últimos toros de la tarde premiaron el toreo de Sebastián Castella y Ginés Marín en la corrida de hoy de la Semana Grande de San Sebastián, con dos faenas en las que primó más la cantidad que la calidad de sus muletazos.

Y es que ambas fueron una especie de largo ejercicio a destajo, como si el arte del toreo se midiera en esas docenas de pases que ambos les pegaron a sendos toros de Santiago Domecq con la única virtud de una incansable movilidad que les ayudó a aguantar los repetitivos trasteos hasta el final.

Con todo, el francés Castella aún hubiera seguido pegándole más muletazos sin alma y sin consistencia al quinto, de no ser porque el toro, cuando la lógica ya aconsejaba a abreviar, se negó a embestirle ni una vez más y le volvió grupas incluso con el engaño delante de los ojos.

Le faltó clase a ese toro, igual que al sexto, pero fue su incansable acometididad, favorecida por la falta de exigencia del toreo que se les hizo, la que contribuyó a que al menos la gente se entretuviera con esos dos trabajos voluntariosos, y más teniendo en cuenta que, hasta entonces, apenas había pasado nada en el ruedo donostiarra.

Antonio Ferrera le había hecho un trasteo tan fácil como liviano al primero, casi sin dar importancia a la sencilla manera en que evitó el incómodo calamocheo del animal, mientras que con el cuarto, que se rajó nada más salir del segundo puyazo, el veterano extremeño no logró evitar la acusada querencia del de Domecq a huir a las tablas de chiqueros.

Castella, por su parte, abrevió excepcionalmente con el segundo, que tuvo mucha clase en su galope pero también unas fuerzas muy medidas que, al no ser bien administradas, enfadaron mucho al personal.

Y ya con el cuarto, Marín no había conseguido interesar ni remover los tendidos con su deslavazado trasteo al tercero, que, también sin calidad y tendente a desparramar la vista, se comportó mejor cuanta más suavidad puso en el trato el joven espada.

Así fue que, cuando la tarde pesaba como una losa, esos dos últimos destajos fueron para la gente, que tampoco acudió en gran número, como una justificación del precio de la entrada, por mucho que ni Castella ni Marín pusieran en el empeño más añadido de hondura o brillantez que una serie de naturales realmente entregada de este último, ya muy a última hora. Como una flor entre la broza.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Santiago Domecq, de discreta presentación y juego, medidos de raza. Casi todos tuvieron movilidad, aunque poca clase en las embestidas, salvo el cinqueño cuarto, que se rajó descaradamente tras salir del caballo de picar.

Antonio Ferrera, de tabaco y oro: estocada caída delantera (silencio); media estocada trasera desprendida (silencio).

Sebastián Castella, de celeste y oro: pinchazo hondo y tres descabellos (silencio); estocada muy trasera (oreja tras aviso).

Ginés Marín, de celeste y oro: dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso); estocada desprendida (oreja tras aviso).

Entre las cuadrillas, saludaron en banderillas los tres hombres de a pie de la cuadrilla de Marín: Fini, Antonio Punta y Manuel Izquierdo.

Tercer festejo de abono de la Semana Grande, con algo más de un tercio del aforo cubierto (unos 4.000 espectadores).

CRÓNICA DE PACO AGUADO PARA EFE

 

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Presentados los carteles de la Semana Grande de San Sebastián

La imagen del cartel combina toros y gastronomía, con una gilda como icono culinario de la ciudad.

Hoy se han presentado los carteles de la Semana Grande donostiarra, que se celebrará del 11 al 15 de agosto en Illumbe, de toros que este año celebrará su 20 aniversario con una especial e importante programación cultural.

El acto de presentación ha tenido lugar en la Sociedad Gastronómica Gaztelubide, una de las más importantes de la
ciudad, y con gran arraigo taurino.

Además de numerosos aficionados, han acudido los toreros rejoneadores Pablo y Guillermo Hermoso de Mendoza, representantes institucionales, de distintas peñas y clubes taurinos, así como de la Federación de Hostelería.

La imagen del cartel combina toros y gastronomía, con una gilda como icono culinario de la ciudad.

Les detallamos las combinaciones del ciclo:

Sábado 11 de Agosto a las 18.00h Corrida de Rejones Mixta
3 Toros y 3 Novillos de CARMEN LORENZO, EL CAPEA y SAN PELAYO para
PABLO HERMOSO DE MENDOZA y GUILLERMO HERMOSO DE MENDOZA (mano a mano)

Domingo 12 de Agosto a las 18.00h Corrida de Toros
6 Toros 6 de EL PARRALEJO para
CURRO DÍAZ, LÓPEZ SIMÓN y LUIS DAVID ADAME

Lunes 13 de Agosto a las 18.00h Corrida de Toros
6 Toros 6 de SANTIAGO DOMECQ para
ANTONIO FERRERA, SEBASTIÁN CASTELLA y GINÉS MARÍN

Martes 14 de Agosto a las 18.00h Corrida de Toros
6 Toros 6 de VICTORIANO DEL RÍO para
ENRIQUE PONCE, CAYETANO y ROCA REY

Miércoles 15 de Agosto a las 18.00h Corrida de Toros
6 Toros 6 de GARCIGRANDE y DOMINGO HERNÁNDEZ para
JUAN JOSÉ PADILLA, JULIÁN LÓPEZ “EL JULI” y JOSÉ MARÍA MANZANARES

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