Decenas de aficionados albacetenses homenajean de forma espontánea al torero en su monumento en la plaza albaceteña depositando flores y velas a sus pie
Dámaso González Carrasco que ha fallecido en la madrugada de hoy sábado en el Hospital Quirón de Pozuelo de Alarcón (Madrid) tras sufrir un cáncer de huesos.
El mediodía de este sábado, sus restos mortales han sido trasladados al tanatorio de San Isidro de la capital española, para que a lo largo del día se trasladen a su tierra natal, donde este domingo por la mañana será instalada la capilla ardiente en la Plaza de toros de Albacete desde primera hora del día. A partir de las 13:15 horas será cuando se celebre una misa funeral en la Catedral de San Juan de Albacete para posteriormente darle cristiana sepultura.
El rey del temple
Dámaso González nacido en Albacete el 11 de septiembre de 1948. Como tantos otros toreros que luego llegarían a ser tenidos por figuras del Arte de Cúchares, dio sus primeros pasos en tientas y capeas de su entorno, y se formó en las lides del toreo bufo, como integrante de la parte seria de un espectáculo cómico-taurino-musical.
El día 27 de agosto de 1966 intervino como sobresaliente en un festejo celebrado en la plaza de toros de su ciudad natal, ocasión que le valió para estrenar su primer traje de alamares. Un año después hizo el paseíllo en Santiesteban del Puerto (Jaén), donde, ya en calidad de novillero, fue cogido por una de las reses del encierro. Pero este percance no le mermó un ápice el deseo de ser matador de toros; antes bien, inició desde entonces una briosa andadura novilleril que le permitió, al año siguiente, debutar en una novillada asistida por el concurso de los varilargueros. Tuvo lugar este debut el día 8 de septiembre de la temporada de 1968, también en las arenas de la plaza albaceteña, donde Dámaso González hizo el paseíllo junto a los jóvenes novilleros Santiago López y Antonio Rojas, para enfrentarse con reses procedentes de las dehesas de Villamarta.
A partir de entonces, sus éxitos como novillero se repitieron en las principales plazas del país. El día 19 de marzo de 1969 se presentó en las arenas de la plaza Monumental de Barcelona, acompañado de sus compañeros de escalafón Juan Asenjo («Calero») y Manuel Maldonado, para medirse con un encierro marcado con el hierro de Ramos Matías. Tan variado, valiente y afortunado anduvo aquella tarde el joven Dámaso González, que mereció el galardón de cuatro orejas y un rabo, y el crédito para volver al coso barcelonés en otras siete ocasiones durante aquella feliz temporada.
La resonancia de estos triunfos le abrió las puertas de la plaza Monumental de Las Ventas(Madrid), en donde hizo su primer paseíllo el día 1 de junio del mencionado año de 1969, para confirmar su buen momento. Y al hilo de estos éxitos, le llegó la ocasión de tomar la alternativa, no sin haberse despedido antes de su condición de novillero en la plaza de toros de Valencia, en donde protagonizó la inusual gesta de muletear y despachar en solitario seis novillos pertenecientes a la ganadería de don José Benítez Cubero. Esta apoteósica salida del escalafón novilleril, acaecida el día 21 de junio de aquella temporada de 1969, se saldó con el extraordinario balance de siete orejas y un rabo.
Tres días más tarde, en las arenas de la plaza de toros de Alicante, Dámaso González Carrasco hizo el paseíllo dispuesto a recibir la alternativa que había de cederle su padrino, el coletudo murciano Miguel Mateo Salcedo («Miguelín»); el cual, bajo la atenta mirada del malogrado espada gaditano Francisco Rivera Pérez(«Paquirri»), que hacía las veces de testigo, le cedió los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque al toro Gañalote, perteneciente a la vacada de Flores Cubero.
Acabada en España la temporada de aquel año de su alternativa, Dámaso González cruzó el Atlántico y prolongó su buena racha en varias plazas hispanoamericanas. A su regreso a la Península Ibérica, emprendió la campaña de 1970 dispuesto a confirmar en Madrid su alternativa, ceremonia que tuvo lugar el día 14 de mayo de 1970. Fue en aquella ocasión su padrino el genial espada salmantino Santiago Martín Sánchez («El Viti»), quien le facultó para que muleteara y estoqueara a un morlaco criado en las dehesas de don Francisco Galache, que atendía a la voz de Barranquillo. Testigo de aquella confirmación, el matador malagueño Miguel Márquez Martín presenció cómo el joven Dámaso cortaba una oreja del toro que cerró plaza.
Respetuoso con esa afición de Ultramar que ya le contaba entre sus figuras, el día 20 de diciembre de 1970 confirmó también su alternativa en la plaza de toros de México, donde tuvo por padrino al espada azteca Manuel Martínez Alcira («Manolo Martínez») y al también mejicano Eloy Cavazos Ramírez.
Tras veinticinco años ejerciendo de matador de toros en activo, en septiembre de 1994 se cortó la coleta en la plaza de toros de su Albacete natal, donde es una figura querida y admirada por todos sus paisanos. En general, todos los aficionados de la segunda mitad del siglo XX guardan un buen recuerdo de Dámaso González, torero cuyo valor, temple y pundonor ha servido siempre para disimular algunas carencias estéticas. En efecto, nunca sobresalió por la elegancia de sus pases ni por la armonía en la composición de sus faenas; pero fue un torero capaz de enfrentarse con cualquier clase de toro, un perfecto lidiador y un gran conocedor de los gustos característicos de cada plaza, especializado en complacer a los aficionados menos exigentes.
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