Acaba de terminar la feria taurina de Córdoba, constituida por una becerrada, dos corridas de toros a pie y una de rejones.
Solo dos corridas de toros, con lo que Córdoba ha representado y representa en la Tauromaquia. Ronda es muy importante en la historia del Toreo (con la saga de los Romero, por cierto procedentes de Villanueva de Córdoba), como lo son Chiclana (con Paquiro), Sevilla (con Joselito, Belmonte, Chicuelo), Sanlúcar de Barrameda (con Paco Ojeda y su «parón» entre los pitones) y otras muchas más, pero Córdoba es la primera con Lagartijo el Grande que trajo el Arte al Toreo, Guerrita el poderío, la técnica más avanzada en aquellos tiempos y la verónica de costado, Machaquito perfeccionó el Volapié hasta límites no superados y Manolete acortó las distancias e introdujo la quietud, el mando y la ligazón (que había practicado Chicuelo pero no en todos los toros como Manolete) antes no conocidas, por lo que hemos de considerarle, en justicia, el padre de la modernidad. Gracias a Manolete hoy se puede torear como se torea.
Manuel Benítez «El Cordobés» pisó terrenos antes nunca pisados, aportando la verdad que más tarde se le atribuyó a José Tomás, pero esa verdad ya la conocía y la practicaba el Cordobés.
El último grande de los cordobeses es Finito, que aportó a la Tauromaquia una calidad antes no conocida y, por hoy, no igualada.
Rafael Duyos escribió los siguientes versos: «Con Lagartijo, el románico/Con Guerrita, el plateresco/Con Machaquito, el mudejar/Con Manolete, el imperio./Cuatro cordobeses y una sola Córdoba en los medios«. Muy modestamente, y sin la más mínima pretensión, me atrevo a añadir: «Con El Cordobés, huracán de viento nuevo/Y con Finito la esencia del mejor toreo bueno».
Se mire como se mire, se diga lo que se diga, siendo verdaderamente objetivos, Córdoba ocupa, por meritos propios, un lugar principal, porque así lo dice la Historia, sin menospreciar a las demás.
Bueno pues con toda esa historia, con todo ese bagaje, con toda esa tradición cordobesa, su feria ha quedado reducida a dos corridas, ¡y qué corridas, en una plaza de primera!
Hay que ser muy buen aficionado para después de haber estado en los toros este año repetir el año próximo, y no por los toreros, sino por un ganado flojo, sin fuerza, si vida, hasta decir basta, descastado y desrazado hasta el bostezo. Fíjense como seria que el segundo toro de Cayetano, el día 27, se cayó durante la suerte de varas y ya no se pudo levantar; hubo de ser apuntillado en la plaza. El Toreo es emoción, que no ha aparecido por Córdoba este año. ¡Qué pena de Córdoba en lo que la han dejado!
En las calles, plazas, en los bares, tabernas y restaurantes de Córdoba, en toda ella se respira Tauromaquia, hasta el punto de que Rafael Duyos a la pregunta que se hacía, ¿Qué es el Toreo en Córdoba? contestaba, «Todo en Córdoba es respuesta».
En Córdoba hay afición a los toros, se celebran multitud de actos culturales en relación con el Toreo. La Universidad de Córdoba tiene una cátedra de Taurología, pero por unas cosas o por otras, las distintas empresas que han ido pasando han dejado la plaza en unas condiciones lamentables, han ido aburriendo a los aficionados.
Córdoba que es, «Casa de guerrera gente y de sabiduría clara fuente«, como queda reflejado en el escudo de la ciudad, y el cordobés con su carácter serio, respetuoso, profundamente reflexivo, sobrio, poco dado a la estridencia , en silencio y sin aspavientos se resigna a ver lo que lo se ha visto este año, pero toma buena nota del engaño.
Se necesita mucho trabajo bien hecho, mucha afición, ofrecer mucha verdad para que los cordobeses vuelvan a ilusionarse con su feria taurina y vuelvan a la plaza. ¿Dónde está el empresario que sea capaz de aportar todo ello?
Rafael Comino Delgado