Triunfo importante de Ginés en su encerrona de Santander

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Ginés Marín saldó positivamente su apuesta de encerrarse con toros de diferentes ganaderías en Santander al cortar un total de cinco orejas.

Ginés Marín en solitario: recibió los aplausos del público tras oírse como todas las tardes el Himno Nacional.

Con verónicas suaves en los medios saludó al abreplaza. Picado por el que guardaba puerta. Quite por chicuelinas y la media. Ginés puso de su parte desde el principio, siempre en los medios, pero el de Domingo Hernández se desentendía prácticamente después de cada lance, debiendo de llevar la muleta muy cosida al hocico del toro. Acabó con varios cambios de manos pasándose la muleta por la espalda. A la segunda cobró un estoconazo.

La salida abanta del Jandilla evitó el lucimiento del torero. Defecto que no se corrigió tras recibir la puya de rigor por lo que tampoco hubo lucimiento en el quite. Rápidamente empezó a flojear el astado mas las ganas y tesón del diestro posibilitó hacerle faena, sacándole todo lo que tenía, estando muy por encima de su oponente. Con una entera lo despachó. Aplaudido el toro al arrastre.

A pies juntos recibió al de Pallares estirándose luego a la verónica. Doblones para el comienzo de muleta. Tiempo y distancias le dio entre series a un cornúpeta que fue muy a menos, parándose a pasos agigantados. Esta vez las ganas de Ginés no paliaron la ausencia total de emoción. Lo finiquitó de una gran estocada.

Con larga cambiada de rodilla recibió al juanpedro, mostrando enseguida este las mismas pocas fuerzas que sus hermanos del día anterior. En el último tercio más de lo mismo, es decir lo opuesto a su nombre: “Sorpresa“. Si bajaba un poco la mano el torero las doblaba el toro, si la llevaba a media altura se defendía y protestaba. Aún así cuando se le llevaba por bajo metía bien la cara y humillaba. De esta manera Ginés sacó de donde no había y se inventó una faena a base de experiencia y profesionalidad. Se tiró literalmente para matarlo.

Frío resultó el saludo capotero al que hizo quinto. Saludó tras parear Fernando Sánchez con parte del público en pie. Con este no se cumplió aquello de “no hay quinto malo”. Si bien es verdad que acudía y seguía los vuelos del percal lo hacía sin codicia y sin transmisión alguna. El diestro, en su línea de la tarde, estuvo voluntarioso y queriendo sacar partido en cada tanda. Lo pasaportó al segundo intento con algo más de media espada.

Tampoco se pudo prodigar mucho con la capa en el cierraplaza. Doblándose por bajo se lo llevó a los medios. El de El Parralejo sacó más fondo que el resto y gracias a su recorrido y repetición pudo expresarse más y mejor con tandas largas por ambos pitones. Algunos naturales rayaron a gran altura. La colocación y los tiempos también jugaron a favor de obra y se vio la faena más completa de la tarde. El epílogo rubricó una importante tarde del pacense. Gran estocada.

Plaza de toros de Santander (2ª categoría), 4ª de abono. Tres cuartos de entrada. Ganaderías: Domingo Hernández (1º): desclasado. Jandilla (2º): noble y flojo. Pallares (3º): desrazado  Juan Pedro Domecq (4º): flojo y sin casta.  Antonio Bañuelos (5º): humillador. El Parralejo (6º): noble y repetidor, aplaudido al arrastre.

Ginés Marín. Ovación, oreja, oreja, oreja, ovación y dos orejas.

Crónica: Fiesta Nacional

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