El diestro Rubén Pinar protagonizó una soberbia actuación en el séptimo festejo de la feria de la Virgen de los Llanos de Albacete, donde salió a hombros tras cortar un total de tres, después de una exhibición de temple, capacidad y entrega.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Alcurrucén, bien presentados pero de poco juego en conjunto, a excepción del buen tercero. Corrida que navegó entre la mansedumbre, y la falta de celo, entrega y clase.
David Mora: estocada ligeramente tendida (silencio); y estocada ligeramente tendida (silencio).
Paco Ureña: tres pinchazos y estocada trasera (ovación tras dos avisos); y estocada y descabello (ovación tras aviso).
Rubén Pinar: gran estocada (dos orejas tras aviso); y pinchazo y estocada (oreja).
En cuadrillas, Javier Ambel y Miguel Ángel García saludaron montera en mano tras banderillear al tercero, y el picador Pedro Iturralde protagonizó un gran tercio de varas en el quinto.
La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde entoldada y fresca.
PROFETA EN SU TIERRA
Que Rubén Pinar lleva años llamando a las puertas de las grandes plazas y ferias no es algo que al aficionado le coja por sorpresa. El joven y, a la vez, experimentado espada de Tobarra (Albacete) tiene algo innato que hace de él ser un torero con una capacidad, un oficio y una técnica en mayúsculas.
Hoy en Albacete, su tierra, ha vuelto a destaparse con un triunfo grande y cimentado en sus consabidas aptitudes. Y a once días de hacer el paseíllo en Madrid. Pinar fue hoy, más que nunca, profeta en su tierra.
Porque no pudo estar mejor, más asentado, más capaz, más templado y más de verdad con su primero, un gran toro de Alcurrucén al que cuajó «de pe a pa» tanto con el capote como con la franela.
Pero fue el último tercio donde el de Tobarra hizo una exhibición de colación, pulso y suavidad en el trazo de cada muletazo, llevando al astado muy toreado, muy embebido en las telas y con hondura en una faena de largo metraje y ritmo creciente, perfectamente hilvanada y cumbre al natural. La estocada hasta la bola fue perfecto corolario a una gran obra, premiada con las dos orejas.
Y un apéndice más logró Pinar del sexto, toro bronco y complicado con el que el albaceteño se fajó de verdad para arrancar el reseñado trofeo y completar así una gran tarde ante sus paisanos.
Otro que dejó su sello en el albero albaceteño fue el murciano Paco Ureña, que cuajó una seria y firme labor a su mansurrón y frenado primero, y al que se impuso a base de coraje y valor antes de echarlo todo a perder con los aceros, cambiando un posible trofeo por dos avisos y una ovación desde el tercio.
El quinto fue otro toro complicado por áspero e informal con el que el lorquino volvió a estar muy por encima de las circunstancias, destacando sobremanera en algunos pases sueltos con la zocata de bello y cadencioso trazo. Recibió otra merecida ovación.
A David Mora, por su parte, le tocó un lote imposible para ensayar el toreo, con un primer toro huidizo y sin ánimo de embestir y un cuarto bronco y reservón, que llegó a voltearle de manera aparatosa en los últimos compases de su lidia. Con ambos estuvo voluntarioso el torero, aún sin poder resolver nada en lo artístico.
Agencia EFE