Los rejoneadores Raúl Martín Burgos, Joao Moura y Joao Telles pasearon una oreja cada uno en el segundo festejo ecuestre de la Feria de San Isidro, una corrida de seis para seis en la que los mansos de Los Espartales condicionaron una tarde tan eterna como de escaso contenido artístico.
Abrió la función Roberto Armendáriz, que no tuvo el mejor oponente para confirmar. Toro manso sin paliativos, muy distraído, que a la mínima volvía grupas hacia las tablas, que a punto estuvo de saltar en una descarada huida a cualquier afrenta.
El navarro estuvo lo que se dice aseado, destacando dos quiebros sobre Farruco y una corta por los adentros con Cristal. Pero falló con estrépito con el rejón de muerte, tanto que se libró de milagro del tercer aviso.
El otro confirmante, Pérez Langa, no dijo gran cosa. Y más que por falta de toro, fue por él mismo. Demasiado eléctrico en las suertes, sin embargo, le faltó pulcritud, ajuste y mayor reunión. Lo más estimable de una labor de tantas desigualdades fue un par de cortas a dos manos.
Así y todo, y tras un rejón poco ortodoxo y cuatro pañuelos en la petición, no solo salió a saludar sin que nadie le aplaudiera, sino que, además, se marcó una vuelta al ruedo por su cuenta y sin ningún tipo de sentido.
Martín Burgos fue el que caldeó el ambiente de verdad, merced a una vibrante puesta en escena y un rejoneo muy completo y variado. El madrileño demostró oficio y buena maña ante el toro más colaborador de la corrida, y con el que pudo explayarse.
No faltaron piruetas y violines, banderillas de poder a poder y al estribo, levantadas y eléctricos galopes, un buen par a dos manos y dos cortas al violín en el epílogo. El pinchazo previo al rejón no fue óbice para que lograra la oreja.
Rui Fernandes anduvo más templado que otras veces, en una faena de menos a más y de estimable argumento artístico ante un manso de escasa acometividad.
Tras unas probaturas un tanto frías, el «cavaleiro» portugués subió el diapasón con H-Quiebro, con el que atacó en corto para clavar arriba y reunido, y con dos rosas sobre Izai. Errático en la suerte suprema, saludó desde el tercio.
Otro que rayó a buen nivel fue Joao Moura, que tuvo que poner todo de su parte para encelar a un quinto también remiso a la pelea.
Con Chequemate hubo galopes a dos pistas y banderillas de buen tono, pero lo más sorprendente fueron las «farpas» que colocó con Hostil, con el que hizo los cites con la grupa y marcha atrás, para, una vez arrancado el toro, girarse en el último momento y clavar. El bajonazo final no fue impedimento para que paseara el trofeo.
Cerró la corrida el también portugués Joao Telles, que llevó a cabo una faena sobria y sin grandes excentricidades al último manso de Los Espartales, premiada con una orejita a pesar de la falta de contundencia con los aceros definitivos.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros reglamentariamente despuntados para rejones de Los Espartales, grandones, con kilos, desiguales de caras y mansos en general. Destacó el tercero. El primero, por su parte, fue el más deslucido.
- Raúl Martín Burgos, con chaquetilla gris marengo: pinchazo, rejón bajo y contrario (oreja).
- Rui Fernandes, con casaca a la federica azul pavo: pinchazo, rejón trasero y dos descabellos (ovación).
- Joao Moura, hijo, con casaca a la federica azul marino: bajonazo (oreja).
- Joao Telles, con casaca a la federica verde hoja: pinchazo, rejón y descabello (oreja).
- Roberto Armendáriz, con chaquetilla charra negra y remates en plata, y que confirmaba alternativa: seis pinchazos y dos descabellos (ovación tras dos avisos).
- Mario Pérez Langa, con chaquetilla charra verde turquesa y remates en plata, y que confirmaba alternativa: rejón muy trasero y atravesado (aviso y vuelta por su cuenta tras leve petición).
La plaza registró media entrada, 12.724 espectadores, según la empresa.
Crónica de Javier López, Agencia EFE, Foto Víctor Luengo