Una descastada y muy deslucida corrida de El Vellosino ha echado al traste con la corrida estrella de la feria de Albacete, en la que Julián López «El Juli» y el rejoneador Diego Ventura han cortado una oreja cada uno.
FICHA DEL FESTEJO.- Dos toros para rejones de María Guiomar Cortés de Mora, nobles y manejables, y cuatro en lidia ordinaria de Vellosino, bien presentados pero descastados y muy deslucidos.
El rejoneador Diego Ventura, con chaquetilla gris marengo: pinchazo y rejón caído (palmas); y rejón trasero y, pie a tierra, un descabello (oreja con fuerte petición de la segunda).
Julián López «El Juli», de sangre de toro y oro: media y descabello (palmas); y pinchazo y media (oreja tras aviso).
Andrés Roca Rey, que sustituía a Morante de la Puebla, de pizarra y oro: pinchazo, estocada caída, nuevo pinchado y otra estocada (silencio tras aviso); y tres pinchazos, media contraria, otros tres pinchazos y cuatro descabellos (pitos).
La plaza rozó el lleno en tarde soleada y de agradable temperatura.
DE ESTRELLA A ESTRELLADO
Diego Ventura abrió la tarde con una faena de nota alta ante un astado que se movió y colaboró. Especialmente buenos fueron los galopes a dos pistas sobre «Sueño». También destacó con los quiebros sobre «Nazarí» y un final con «las cortas» sobre «Remate». Pero marró con el rejón definitivo y fue aplaudido por el respetable.
Volvió a rayar a buen nivel Diego con el manejable cuarto, con el que volvió a encandilar a los tendidos con los galopes sobre «Nazarí», llevando al toro muy templado. Pero lo mejor y más vibrante de esta faena fueron los quiebros sobre «Dólar», al que despojó del cabezal para hacer la suerte con mucha verdad.
Faltó contundencia con el rejón de muerte, pero, así y todo, cortó una oreja con fuerte petición de la segunda.
Poco o nada pudo hacer el Juli con su descastado y remiso primero, que se defendió con genio ante la más mínima afrenta del madrileño, que no le quedó otra que irse a por la espada tras probarlo vanamente por los dos lados. Palmas de consolación.
Salió a por todas Julián en el quinto, con el que tuvo que poner toda la carne en el asador para «arrancarle» una oreja, merced a una faena de oficio y mucho dominio.
Roca Rey se las vio en primer lugar con un manso que se negó en redondo a embestir, parándose e imposibilitando el lucimiento del peruano, que quiso pero no pudo. Mató muy mal, por lo que fue silenciado al término de su labor.
El sexto no mejoró la condición del anterior, todo lo contrario, fue otro toro vacío por su manifiesta falta de casta. Roca Rey estuvo esta vez un tanto a la deriva, sobre todo con los aceros, con los que volvió a dar un «mitin», de ahí la pitada final de los tendidos.
Agencia EFE