Puerta Grande para Leonardo Hernández; una oreja para Lea Vicens en su confirmación
El jinete extremeño Leonardo Hernández volvió a repetir hoy salida a hombros en la feria de San Isidro, después de hacer sendas faenas de vibrante rejoneo que le valieron dos orejas, a sumar a las cuatro que ya cortó en su actuación del pasado 21 de mayo.
FICHA DEL FESTEJO:
Seis toros de Fermín Bohórquez, despuntados para rejones, de buena presencia y muy parejos de hechuras y cuajo. En conjunto, dieron un juego manejable, salvo el sexto, noble pero manso y huido. Destacó por su calidad el primero de la tarde.
Hermoso de Mendoza: medio rejón perpendicular, dos pinchazos, medio rejón, rejonazo y dos descabellos (silencio); pinchazo, pinchazo hondo trasero y rejonazo trasero contrario (ovación).
Leonardo Hernández: rejonazo muy contrario y descabello (oreja); dos pinchazos y rejonazo contrario (oreja). Salió a hombros por la Puerta Grande.
Lea Vicens, que confirmaba la alternativa: rejonazo trasero perpendicular (vuelta al ruedo tras petición de oreja); rejonazo trasero caído (oreja con petición de la segunda).
La amazona francesa confirmó la alternativa con el toro «Jaecero», nº 58, negro bragado, de 574 kilos.
La Infanta Elena presenció la corrida junto a su hija Victoria Federica desde una barrera del tendido 10.
Trigésimo festejo de abono de la feria de San Isidro, con el cartel de «no hay billetes» en las taquillas.
EL TRIUNFADOR, ECUESTRE, DE LA FERIA
El rejoneador Leonardo Hernández terminó por cuajar hoy a lo grande la feria de San Isidro que va a suponer su consagración definitiva en la primera fila del toreo ecuestre.
Si el pasado 21 de mayo ya tuvo una tarde rotunda con el corte de cuatro orejas -que distinto es el baremo de Las Ventas con los rejoneadores respecto a los toreros de a pié- sus dos vibrantes faenas a los toros de Bohórquez le valieron hoy otros dos trofeos que ratifican plenamente su excelente momento profesional.
Fue el del jinete extremeño un lote de toros manejable, sin mayores aportes de clase o de brío, que fue lo que le faltó al tercero, un astado serio, bajo y bien hecho pero muy lastrado de fuerzas en los cuartos traseros.
Ni ese defecto fue óbice para que Hernández sacara a relucir la vibrante expresividad de su tauromaquia, clavando banderillas simpre con gran ajuste y desde terrenos comprometidos, incluso cuando el enemigo renunció a la pelea.
Obtuvo ya entonces el de Badajoz la primera oreja, pero aún necesitaba una más para volver a traspasar el umbral madrileño de la gloria, por lo que echó aún más leña al fuego con el quinto, ante el que se reveló una nueva estrella equina: «Sol», un caballo de capa albina sobre el que Hernández puso varias veces en pie los tendidos de la plaza.
Se movió más y mejor este otro toro, y el rejoneador extremeño lo templó a la perfección dejando que los cuernos rozaran los mismos estribos de ese valiente caballo que también se recreó en los cara a cara.
Fue así como, con el también espectacular remate de faena sobre el veterano «Xarope», y a pesar de dos pinchazos previos al rejonazo definitivo, Leonardo Hernández consiguió el hito abrir la Puerta Grande de Las Ventas por segunda vez en sólo dos semanas.
Los dos toros que sorteó Hermoso de Mendoza sacaron complicaciones, ya que su primero tuvo cierta calidad pero también falta de celo, mientras que el cuarto apenas si dio arreones sin ritmo y con ganas de rajarse.
Con ambos dio el jinete navarro sendas lecciones de toreo a caballo, en el más estricto sentido de la palabra, pues lidiar y torear fue lo que hizo en todo momento para fijar, templar y someterlos al pausado galope de sus caballos.
En esas faenas de maestro hubo también ajuste y verdad en los cites y los embroques para banderillear, y en especial en un par de banderillas cortas a dos manos con el primero, sólo que, para matar, Hermoso se dio en los dos toros a una larga sucesión de pinchazos que le volvieron a negar la posibilidad de otra triunfo más en Las Ventas.
Como si fuera un regalo de ceremonias, a la francesa Lea Vicens le cupo en suerte un toro de excepcional calidad para la confirmación de su alternativa en Madrid.
La amazona se recreó con él a la hora de torear y de llevarlo en limpios galopes de costado, pero su faena no fue redonda porque estuvo imprecisa y poco ajustada a la hora de clavar los palos.
Como contrapartida, el sexto fue un toro manso y que se dio a la huida desde que salió al ruedo, aunque sólo hasta que Lea Vicens se decidió a sujetarlo, que fue cuando el animal sacó su nobleza y le permitió lucir lo suficiente para cortar esa última oreja de la tarde.
EFE