Fernando Adrián, Frenoso y una espada sin filo.

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Foto Pablo Ramos

Redacción Ángel Estévez

Fernando Adrián,  Frenoso y una espada sin filo.

 

 

Fernando Adrián perdió la puerta grande de Madrid tras una faena vibrante al quinto de la tarde , un gran toro de Victoriano del Rio de nombre Frenoso tras el mal uso de los aceros.  José Maria Manzanares y Pablo Aguado no conectaron con los tendidos ante oponentes de pocas opciones .

 

 

 

Abrió la tarde «Fardero» de 580 kilos y justito de presentación aunque era largo y bajo. Apretó a Manzanares y este se lo sacó para afuera para pararlo. En varas no hizo una gran pelea pero no protestó y tras la buena brega de Juan José Trujillo y los buenos pares de Luis Cebadera y David Vicente tomó la franela el diestro alicantino que se dobló con el animal alargando el viaje de este. En el segundo muletazo miró el toro a tablas y no dejó de hacerlo y con amagar con irse durante toda la faena. En esas idas y venidas del toro del Puerto de San Lorenzo, dejó José María Manzanares extraordinarios muletazos con la mano derecha pero fue imposible compactar las series y la obra quedó desestructurada. Al hilo de las tablas dejó el torero un estoconazo en todo lo alto que acabó con el manso pero enclasado primero. Silencio.

 

«Yegüero» en segundo de la tarde, pesaba 616 kilos y a pesar de toda su clase, estaba cogido con alfileres. Galopó de salida y en varas, y lo hizo en los dos excelentes pares de Marcos Prieto, que saludó, pero a Fernando Adrián le duró dos estatuarios, un pase cambiado y una «mini-tanda» de derechazos. Con el toro muy parado, sin fuerzas y aquerenciado, dejó Fernando Adrián dos pinchazos y una estocada trasera y acabó con este segundo capítulo. Silencio

 

«Dulce», remiendo de Victoriano del Río, pesaba 534 kilos y era un toro bajo y con impresionante cabeza por astifinos pitones. Salió con pies y eso permitió que Pablo Aguado dejara un ramillete de verónicas en el recibo, con buena media. Siguió galopante en animal hasta el segundo puyazo donde sangró mucho. Aún así lo hizo también en banderillas y en el primer pase del torero sevillano que fue un molinete al hilo de las tablas. De embestida sosa y poco humillada por el pitón derecho, el toro empezó a mostrar sosería y falta de chispa. Al natural, con la embestida algo más humillada, dejó algún natural largo Pablo Aguado pero la faena nunca tomó vuelo. Se atascó con el estoque de matar, donde pareció haber sufrido un corte y acertó a la última con el de cruceta. Silencio

 

«Yegüesero» fue el cuarto, del hierro de la Ventana del Puerto y con 574 kilos de peso, que echó las manos por delante y la cara arriba en el recibo de José María Manzanares, que no pudo lucir. Se dejó pegar en varas el de la Ventana y hasta llegó a meter los riñones, teniendo galope y buen embrague en banderillas, pero se mostró soso en la primera serie. Luego lo apretó el torero y pareció ir a más pero enseguida se vio que aquello no rompería, a pesar de la insistencia del diestro alicantino. Dejó una estocada algo contraria que fue suficiente. Silencio

 

Y entonces, cuando la tarde parecía que se iba al limbo, salió «Frenoso», de 559 kilos, del hierro de Victoriano del Río, y con buena hechura y seria encordadura , que embistió bien en las verónicas de Fernando Adrián, que fue bravo y se fue de largo en el segundo puyazo, y que galopó en banderillas. Fernando Adrián lo citó de rodillas en los medios para darle el pase cambiado pero «Frenoso» era una locomotora y se vino como eso; un tren. Entonces el torero madrileño se incorporó y le enjaretó una extraordinaria serie de derechazos de mano baja y temple. Y así fueron tres. Luego al natural un desarme paró un instante la locura de bravura y toreo, pero se rehízo el torero con la diestra y volvió al guion del triunfo. Y no bajó al natural con la zurda. Pero entonces, después de unas bernadinas ajustadisimas y uno preciosos ayudados por bajo, el acero encontró hueso en dos ocasiones y luego el descabello cambio el triunfo por el aviso. Fue una pena pero la vuelta al ruedo fue clamorosa.

 

El sexto se llamó «Resistemucho» , pero no resistió casi nada. Con 590 kilos y de pelo colorado, el toro nos hizo volver a la realidad del descastamiento. Toro blando, sin poder, sin chispa y sin bravura, que solo sacó algo de nobleza pero que no transmitió nada en toda su lidia. Lo intentó Pablo Aguado sin lograr más que meritorios pases templados por ambos pitones, que tras pinchazo y descabello, finiquitó a este desabrido animal. Silencio.

 

FICHA DEL FESTEJO

Viernes, 16 de mayo de 2025. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Séptima de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. No hay billetes.

Dos toros de El Puerto de San Lorenzo (primero y segundo), dos de La Ventana del Puerto (cuarto y sexto) y otros dos de Victoriano del Río (tercero y quinto). Todos con cuajo y caja, de amplia romana. Noblón sin fondo el primero; enclasado muy a menos el segundo; mortecino y sin vida el tercero; soso y vulgarón el corretón cuarto; humillador, enclasado y bravo el gran quinto, emotivísimo y ovacionado en el arrastre; andoino el sexto, pese a acometer con cierta intención.

José María Manzanares, de marino y oro: silencio y silencio.

Fernando Adrián, de mercurio y plata: silencio y vuelta al ruedo tras aviso.

Pablo Aguado, de negro y oro: silencio y silencio.

 

Foto Galería Pablo Ramos

 

 

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