Dos orejas ha cortado hoy el torero Alejandro Talavante a una noble y facilona corrida de Jandilla, segunda de la Feria de San Mateo de Logroño, y en la que el peruano Andrés Roca Rey también ha sumado un apéndice, este de tintes más amables.
FICHA DEL FESTEJO.- Dos toros, reglamentariamente despuntados para rejones, de los herederos de Ángel Sánchez y Sánchez (primero y cuarto), noble y a menos, el primero; y manso y huido, el cuarto. Y cuatro en lidia ordinaria de Jandilla, nobles y manejables, segundo y quinto; flojo e insulso, el noblote tercero; y con tendencia a buscar la huida, el sexto.
El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza: rejón trasero (silencio); y rejón con derrame (silencio)
Alejandro Talavante, de azul pavo y oro: estocada (oreja con fuerte petición de la segunda, y bronca al palco por no concederla); y estocada trasera y tendida, y descabello (oreja).
Andrés Roca Rey, de verde oliva y oro: estocada ligeramente desprendida (palmas); y estocada (oreja).
La plaza registró cerca de tres cuartos de entrada en los tendidos.
DE LA FRIALDAD A LA GENEROSIDAD
El primero de Talavante fue un toro noble y que sirvió mucho para el lucimiento del extremeño, que cuajó una faena con dos partes bien diferenciadas con un detonante inesperado.
Inicio a pies juntos y primeras tandas a derechas con desmayo, los hombros caídos, mentón hundido en el pecho y torería en los embroques. Pero los tendidos todavía no acababan de despegar, aunque hubo un conato tras una tanda sublime al natural.
Pero lo que realmente hizo despertar a la gente fue el intento de un espontáneo -aparentemente antitaurino- de saltar al ruedo, que no llegó a hacerlo, precisamente, porque los propios aficionados se lo impidieron. Eso los hizo espabilar hasta jalear las siguientes tandas a izquierdas de Talavante casi con pasión desbordada.
Le pidieron las dos orejas tras una buena estocada, mas el usía dejó el premio en singular. La bronca que se llevó, de campeonato.
Otra oreja cortó Talavante del quinto, un toro noble y muy dócil, que, precisamente por esa falta de chispa, de casta, pareció poco enemigo para el extremeño, que alternó uno y otro pitón con un toreo de mucha naturalidad, cadencia y armonía. Como en su primero, una serie al natural casi ya en las postrimerías fue lo más rotundo.
Al finalizar la tarde se marchó ovacionado por su propio pie, al tiempo que la empresa confirmaba que la baja de mañana de Antonio Ferrera será ocupada por su paisano extremeño José Garrido.
Roca Rey sorteó un primero noblote y con fijeza, pero que apenas transmitía por su falta de fuerzas. El peruano diseñó una labor tan correcta como larga, ligando bien por los dos pitones, pero sin que aquello acabara de romper por lo poco que aportó el «jandilla».
El sexto fue noble aunque con una marcada tendencia a buscar la huida a la más mínima. Faena bullidora de Roca Rey, de más «efectos especiales» que de toreo fundamental. El caso es que a la gente le gustó, por eso, tras una certera estocada, le acabaron premiando con una amable orejita.
Abrió función el rejoneador Hermoso de Mendoza, que llevó a cabo una faena muy pulcra y técnicamente perfecta a su noble primero, aunque la gente de este tipo de espectáculos mixtos, demasiado fría con los jinetes, nunca llegó a pronunciarse durante la lidia.
Obviaron el templadísimo recibo y los galopes con «Barrabás»; el poder a lomos de «Berlín» en banderillas; y la torería sobre «Brindis», de frente en los cites y pegando auténticos «trincherazos» antes de clavar. Dos cortas sobre «Ignorado» y un rejón al primer envite no fueron suficiente para un graderío que ni siquiera le sacó a saludar.
El cuarto fue toro manso y huidizo, que se defendió con genio y con arreones. Digna actuación de Hermoso, que arriesgó mucho por agradar, sobre todo con «Disparate» y «Donatelli», con los que clavó banderillas de mucho mérito. Otra vez, apenas le tuvieron en cuenta.
Agencia EFE