Crónica de la UTAA del festejo del 3 de mayo

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UNION TAURINA DE ABONADOS Y AFICIONADOS DE SEVILLA

“EL TINGLADO DE LA FARSA”

TOROS DE JUAN PEDRO DOMECQ-PARLADÉ PARA DANIEL LUQUE, ÁLVARO LORENZO Y GINÉS MARÍN

 Martes, 3 de mayo de 2022.

Enredo, tramoya, mentira, patraña, ficción, fingimiento, hipocresía, engaño, falsedad, embuste, bola, pantomima. Apliquen uno, todos o algunos de estos calificativos a la  triste realidad que están convirtiendo La Maestranza.

Los principales ingredientes que deben prevalecer en nuestra Fiesta son la emoción y el riesgo. Emoción casi nunca. Riesgo escaso. Con Juan Pedro estos condicionantes negativos se elevan a la máxima potencia. Recordemos que este hierro es el padre del toro “artista” que impide al torero ser artista, o sea desarrollar el arte de Cúchares en toda su extensión.

Pero esta tarde no han sido una vez más los “juanpedros” los que han llevado sopor y aburrimiento a los tendidos, porque este tinglado de la farsa  tiene más actores.

Primero un público ocasional con pocas luces taurinas que se siente encantado de apelotonarse en los tendidos y que no comprende que en el supuesto templo del toreo no se puede ser tan permisivo y consentir tantos resabios en tanta gente. Pero si se sienten bien pagando 170 euros porque le den gato por liebre, pues nada, adelante.

Otra pata de la farsa son los presidentes. El de esta tarde que años atrás parecía el más entonado en cuanto a seriedad ya ha perdido todo crédito y colabora activamente en toda la tramoya. Concede orejas de pueblo, aprueba corrida de segunda para plaza de primera, cambia en banderillas con dos palitroques. Si alega que el piso estaba mal, ¿porqué no lo hizo en todos los toros? Un toro se parte un pitón. Un público amable y feriante mira para otro lado y entonces el presidente hace lo mismo. Nos tragamos un toro mocho

La suerte de varas. La de esta tarde y casi todas las tardes qué es: fraude, fingimiento, mentira. Nadie protesta. Incluso se aplaude no picar. Esto es pantomima también.

La música. Antes arrancaba cuando la lidia o la faena se merecían acordes taurinos. Ahora arranca antes de comenzar faenas mediocres y no corta con un desarme o cuando aquello no hay quien lo aguante.

El público pica esta bola y el presidente ensimismado en la tramoya tira de pañuelo blanco.

Los mulilleros. Actúan cual si estuvieran en cualquier plaza de pueblo. Retrasan el arrastre del toro para que las peticiones orejiles suban decibelios y entonces el presidente de irreconocible prestigio colabora en el enredo y premio de tómbola.

Sobre los toreros nos negamos a enjuiciar labor alguna. Piden una y otra vez estas borregadas de Juan Pedro. Para los aficionados carece de importancia y mérito cualquier cosa que hagan. Ya saben SIN TORO NADA TIENE IMPORTANCIA.

 

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