El diestro Antonio Linares cortó un total de tres orejas y salió a hombros al término del festejo celebrado hoy en la localidad ciudadrealeña de Tomelloso, en una tarde en la que también brilló un extraordinario toro de Virgen María, de nombre «Manifiesto».
Se esperaba mucha más gente en Tomelloso. Hacía veinte años que Morante no pisaba la plaza manchega y, además, se presentaba en su plaza como matador de toros Antonio Linares. Pues ni así. Más de media entrada aparente y media real.
Al final fueron que sí vinieron a la plaza pudieron disfrutar, sobre todo, de Relumbrón, un ejemplar sensacional de Virgen María, premiado con la vuelta al ruedo, que repitió incansable por abajo yéndose hasta el final de los muletazos que ejecutó un inspirado Antonio Linares.
Una maravilla. De los toros que descubren a los malos toreros, que dicen; sin embargo, a pesar de la falta de oficio y los aspectos técnicos todavía por pulir, Linares estuvo a la altura y no se le fue el toro, que habría sido lo más normal.
Lo condujo con mucho mando, la mano baja hasta el final, y toreando también fuera de la cara del toro, llenando el escenario en todo momento. Es cierto que la embestida, a veces, iba por un lado y el trazo del muletazo por otro ligeramente distinto, pero la sensación reinante al acabar con el burel fue de euforia desatada, y el doble toreo acabó en el esportón del torero manchego.
Como sucediera en el tercero, la cuadrilla de Antonio Linares se sumó a la fiesta en el sexto, saludando ambos banderilleros tras parear.
Sin embargo el toro, siendo noble, no tuvo el mismo fuelle que el tercero; ni de lejos; por tal motivo el torero de Tomelloso espació las series, lo condujo sin apreturas de ningún tipo, y adornó el trasteo con desplantes garbosos, si bien el contenido del trasteo de muleta en sí fue muy limitado por la citada condición del toro.
A pesar de lo dicho, las dos orejas del de Virgen María, podrían haber acabado en sus manos si no hubiera fallado con el descabello después de dejar una buena estocada entera arriba, quedando el premio en singular.
El primero le duró a Morante lo que un café en mañana de invierno; casi nada, excepto a la hora de acabar con él con los aceros; ahí se demoró. El de Virgen María, ayuno de casta y no sobrado de fuerza, hizo tirar al sevillano por la calle del medio.
No obstante la actitud del de La Puebla cambió en el cuarto. Se vio desde el saludo de capote, del que el toro salió suelto, lo cual no impidió que Morante fuera tras él hasta robarle aislados lances reseñables cerrados con gustosa media.
La faena de muleta se sustentó en el pitón izquierdo, lado por el que hubo ceñimiento por momentos, y sabor casi siempre, sin que el conjunto resultante fuera deslumbrante. Al menos el sevillano puntuó cortando una oreja, aunque no creemos que el puntuar sea lo que mueva a este singular torero a vestirse de luces.
Cayetano pinchó una faena tosca en cuanto a formas aunque digna en lo referido a disposición. Tampoco es que tuviera enfrente material para bordar el toreo, ya que el de Virgen María embestía rebrincado y con aire cansino.
Frente al quinto, que hizo pasar fatiguitas a los banderilleros en el segundo tercio, Cayetano se justificó con un trasteo tan voluntarioso como insustancial, premiado con una oreja al acabar con su antagonista a la primera dejando media arriba.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Virgen María, de desigual presentación, faltos de raza y empuje en general. Muy bueno el tercero, de nombre Manifiesto, número 43, que fue premiado con la vuelta al ruedo.
- Morante de la Puebla, pitos y oreja.
- Cayetano, ovación y oreja.
- Antonio Linares, dos orejas y oreja tras aviso.
En cuadrillas, saludaron en el tercero Francisco Javier Tornay y Joao Pedro «El Azoreño», y Miguel Hervás y otra vez «El Azoreño» en el sexto.
La plaza registró más de media entrada en los tendidos