José Tomás, una época

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El sobrino-nieto de Victorino Martín, participará en Valladolid dentro de la corrida de homenaje a su compañero Víctor Barrio

José Tomás Román, como se anunciaba en los carteles de novillero sin caballos en la Sierra del Guadarrama, al lado de su amigo Alberto Elvira, es uno de los toreros que han marcado una época junto a Belmonte, Joselito, Manolete y El Cordobés, al exceder su fama el ámbito meramente taurino.

La aureola de misticismo que precede su carismática y enigmática figura, sabiamente administrada y acentuada por su toreo dramático y desprecio al riesgo, ha cristalizado en un fenómeno sociológico que arrastra legiones y agota el taquillaje allí donde se anuncia, incluso en tiempos nada propicios para la tauromaquia.

Y todo ello a pesar de no torear en Madrid desde hace casi una década, ni de haber comparecido en las principales ferias del calendario durante sus exiguas pero selectas temporadas, al menos las últimas, donde casi cuenta con los dedos de una mano las actuaciones en ruedos españoles.

Uno de ellos será este año el de Valladolid, por partida doble, para renovar el idilio que mantiene con el viejo coso del Paseo de Zorrilla desde su primer paseíllo, el 19 de septiembre de 1996, cuando cortó tres orejas a un encierro de Torrealta delante de los entonces ya consagrados César Rincón y Joselito.

Desde ese primera temporada como matador de toros -nunca viajó a Valladolid como novillero-, José Tomás se ha vestido de luces en su centenario coso hasta en dieciocho ocasiones, la última en 2011 cuando, al igual que hizo en 2002 y 2008, puso el cartel de ‘No hay billetes’, en apenas cuatro horas.

Diecisiete trofeos y cinco salidas a hombros por la puerta grande es el saldo ofrecido por el diestro de Galapagar, un fijo en la capital castellana a lo largo de su trayectoria, con el obligado paréntesis en que decidió apartarse de la profesión entre 2002 y 2007 cuando reapareció en Barcelona.

La afición vallisoletana recuerda no sólo su triunfal presentación en 1996, sino de forma especial los cuatro trofeos que cortó en 1999 la tarde en la que cuajó una excepcional faena a “Lírico”, de la ganadería de Núñez del Cuvillo.

José Tomás, en perpetuo diálogo con la muerte, especialmente tras la dramática cogida de Aguascalientes (México) en 2010, compareció al año siguiente en el Paseo de Zorrilla para asistir a la despedida de Manolo Sánchez, último festejo contabilizado hasta la fecha por el torero de Galapagar a orillas del Pisuerga.

Años hubo en que lo hizo por partida doble: en la Feria de San Pedro Regalado, por mayo, y en la tradicional de septiembre, como ocurrió en 2000, 2001 y 2002, temporada ésta última en la que fue testigo de la alternativa que el 13 de mayo de ese año Paco Ojeda concedió a Leandro Marcos.

A sus casi 41 años, que cumplirá el 20 de agosto, el sobrino-nieto de Victorino Martín, participará en Valladolid dentro de la corrida de homenaje a su compañero Víctor Barrio, fallecido en Teruel el pasado 9 de julio, en una nueva y elegida actuación como hizo en Barcelona en el último festejo antes de la prohibición (2013), o en Alicante y San Sebastián este año, ciudades donde la fiesta brava ha sido cuestionada desde las administraciones.

José Tomás, en un nuevo gesto, aportará su rayo de luz a la fiesta, esa que casi se le apagó en Aguascalientes o cuando se le hizo de noche el 7 de febrero de 1991, durante su presentación de luces en la Feria de Valdemorillo (Madrid), en la sierra donde nació, se crió, se aficionó a los toros de la mano de su abuelo Celestino Román y dio sus primeros pasos antes de que Antonio Corbacho le hiciese torero en México, donde se doctoró en 1995.

 Roberto Jiménez. Agencia EFE

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