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Raúl Sáez y Manolo Vanegas, primeros triunfadores en Calasparra

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Ambos cortaron una oreja en la primera novillada de la Feria del Arroz


Los novilleros Raúl Sáez y Manolo Vanegas cortaron una oreja cada uno y fueron los primeros triunfadores en esta nueva edición de la Feria del Arroz de Calasparra.

FICHA:

Plaza de toros de Calasparra. Sábado 3 de septiembre. Primera de la Feria del Arroz.

Se lidiaron novillos de Hoyo de la Gitana, bien presentados. Destacaron segundo y cuarto, al que le dieron la vuelta.

Raúl Sáez, ovación y oreja.
Manolo Vanegas, oreja y silencio tras avisos.
Carlos Aranda, silencio tras dos avisos y silencio tras dos avisos.

Menos de media plaza. Saluda Alberto López en banderillas.

No se lo puso fácil en primero a Raúl Sáez. Nunca se entregó el novillo y no pudo lucirse el novillero con un animal deslucido que al final le propinó una fea voltereta. Fue ovacionado.

Al cuarto lo recibió de capa con entrega y en este novillo pudo sacarse la espina, conectando mucho con el público desde el primer momento. Aquí logró buenos pasajes en la faena de muleta, tanto con la derecha como al natural en una labor vibrante que mereció el premio de una oreja después de matar de buena estocada.

Manolo Vanegas dio buenos lances al segundo de la tarde y remató con revolera. Brindó al público y mostró su buen concepto desde los primeros muletazos y aprovechó la buena condición del toro por el derecho para dar series templadas. Al final también metió al novillo por el pitón izquierdo, por el que presentaba más complicaciones. Terminó la faena con bonitos doblones y mató de buena estocada, cortando la primera oreja de la feria.

El quinto fue un novillo completamente parado en la muleta que no atendía a los cites de Vanegas. El novillero insistió en una labor porfiona que no pudo tener brillantez por la nula acometividad del animal. Falló con los aceros y escuchó un aviso.

Muy parado de salida, el tercero no permitió a Carlos Aranda lucirse de capa. Reservón en banderillas, llegó a la muleta completamente parado, escarbando y orientado, de modo que el novillero de Daimiel no pudo hacer nada más que prepararlo para la muerte. Falló con los aceros y escuchó dos avisos.

Tampoco se lo puso fácil el sexto a Aranda. Fue un animal sin clase que embestía muy brusco y sin entrega. El chaval pudo robarle algún muletazo estimable pero poco más pudo hacer dada la condición del enemigo. Lo pasó mal con la espada y llegó a escuchar de nuevo dos avisos.

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