El diestro Enrique Ponce cortó tres orejas en la corrida celebrada hoy en Gijón, donde volvió a encandilar a los tendidos con una lección magistral, especialmente en su primer toro, al que desorejó después de una faena sublime.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados pero flojos y de poco juego en conjunto. Las excepciones fueron el primero y el sexto, los mejores del envío, mientras que segundo y quinto (el lote de Castella) fueron los más deslucidos por su manifiesta invalidez.
Enrique Ponce: estocada ligeramente caída (dos orejas); y estocada (oreja).
Sebastián Castella: estocada desprendida (palmas); y metisaca, pinchazo y media (silencio).
Alejandro Talavante: pinchazo hondo y descabello (oreja); y pinchazo y estocada (silencio).
Antes de empezar la corrida se le hizo entrega al ganadero Juan Pedro Domecq de la distinción al toro más bravo de la feria de Begoña 2015.
La plaza registró casi tres cuartos de entrada en los tendidos.
DUEÑO Y SEÑOR DEL LITORAL CANTÁBRICO
La tarde de hoy en Gijón no pudo tener mejor comienzo con una primera faena de Ponce más que sensacional, sublime, evocando su tarde de Santander, pues volvió a inspirarse con la música de Ennio Morricone para firmar una obra de las de antología. Suavidad, temple, desmayo y, sobre todo, suma belleza fueron las cualidades de tan magna labor del torero de Chiva, que cortó las dos orejas.
Otra oreja logró Ponce del cuarto, toro que se sujetaba con alfileres y al que el valenciano instrumentó una faena de mucha delicadeza y sutileza, haciendo labores de enfermero para sujetar al astado, al que acabó robando pases de muy buena firma. Otra vez anduvo eficaz con la espada y paseó su tercera oreja en la tarde.
El primero de Talavante, blando también, marcó pronto su querencia a tablas. El extremeño le consintió terrenos en todo momento, y así logró pasajes de lo más emotivos, desde un inicio de hinojos a un grueso de faena en la que toreó con mucho aplomo sobre ambas manos, e improvisando también en la cara del animal. Le faltó contundencia con los aceos, pero así y todo cortó una oreja,
El sexto fue, junto al primero, el toro más toreable del envío, y frente a él se vio a un Talavante espléndido sobre todo al natural, por donde dejó muletazos de exquisita y honda ejecución. Muy bien nuevamente el extremeño, que, sin embargo, se cerró la puerta grande con los aceros.
A Castella le tocó bailar con la más fea. El de Beziers se estrelló de bruces con un primer de su lote que fue un inválido total. El francés lo probó brevemente antes de desistir definitivamente ante la imposibilidad de estructurar de faena de ningún tipo.
Y algo similar le ocurrió al francés con el quinto, otro toro sin fuerzas y muy apagado con el que nuevamente optó por abreviar.
Agencia EFE