En los últimos días he podido leer varios artículos en los que se muestra cierta preocupación por el futuro la suerte de varas, y es que realmente la suerte de varas está en peligro, incluso puede desaparecer a corto plazo, pues nació con los objetivos de atemperar y ahormar la violenta embestida del toro y valorar su bravura, pero la realidad es que actualmente no cumple ninguno de ellos, porque se pica rematadamente mal.
Hay diversos estudios, entre ellos uno nuestro, en los que se demuestra como solo entre el 4 al 7 % de todos los puyazos se ponen en su sitio, que es el tercio posterior del morrillo, o si quieren en la mitad posterior, entre la 4ª y 7ª vertebras cervicales. Varios veterinarios han llamado la atención sobre esto pero nadie se da por aludido, y es que para el picador es más fácil picar en el hoyo de las agujas (coincide aproximadamente con la 3ª vertebra dorsal), en la cruz, en las paletillas o incluso más traseras, donde la piel del toro es más fácil de perforar que en el morrillo. Imagínense a cualquier profesional que solo en el 5 % de sus actuaciones lo hiciese correctamente. Duraría en la profesión dos minutos.
Algunos picadores me han dicho que es muy difícil acertar en esa zona, y es cierto, pero se puede rectificar, y lo hacen pero para peor. He visto, sin ir más lejos la pasada feria de Sevilla, poner puyas en el tercio posterior del morrillo y rectificar inmediatamente para ponerla en la cruz. La consecuencia es que como casi todas las puyas se colocan traseras y /o caídas, afectan al aparato locomotor del toro y alteran su capacidad de movimiento (muchas veces al salir del caballo el toro pierde las manos), y por ende su forma de embestir.
A esto hemos de añadir que la inmensa mayoría de los asistentes a una corrida no entiende esta suerte ni le gusta, y que en muchísimos casos especialmente el segundo puyazo es un simulacro, es mentira y en el toreo todo debe ser verdad.
Por tanto todo, absolutamente todo, está a favor de que esta suerte desaparezca, no solo por la presión de los antitaurinos, que también, sino porque se hace mal y porque no sirve para nada positivo, al contrario casi siempre tiene resultados negativos.
Pero no se alarmen, no piensen que los picadores de ahora son muy malos y los de hace 40 – 50 años muy buenos, como dicen algunos. Estoy viendo toros desde 1950 y siempre se ha picado como ahora, lo que ha cambiado ha sido la puya, el peto y el caballo, pero las puyas se ponían fuera de su lugar correcto.
El día 24 de octubre de 2010, se celebro en Zafra el VI Symposium del Toro de Lidia, y los ganaderos concluyeron que «era urgente reformar la suerte de varas», pero que yo sepa no se ha hecho nada al respecto.
La solución, a nuestro modo de ver, es que se pique en su sitio, que inmediatamente se saque al toro y no se le deje empujando al caballo, mientras el picador le pega a placer, le barrena (aunque ahora eso se ve menos), le percute con la puya, lo que quebranta mucho su poderío, y se coloque largo, a ver si va o no; que en la primera vara no se le machaque. Si realmente necesita más de un puyazo, que se lleve al caballo las veces que sea necesario. Creemos que debe ser el matador el que decida cuantos puyazos ponerle, siempre que sea para menos, pues él es el que se va a poner delante. El reglamento, en las plazas de primera, obliga a que sean dos, cuando a veces está clarísimo que con uno le sobra, y luego ese segundo es de mentira, un simulacro.
Por todo ello pensamos que o cambia radicalmente la forma de ejecutar la suerte de varas, y se hace bien, o le queda un cuarto de hora, porque interesa a muy pocos, y no aporta nada positivo a la fiesta.
Rafael Comino Delgado