Los diestros Cayetano Rivera y José Garrido, con dos orejas cada uno, salieron hoy a hombros en la localidad cántabra de Santoña, en una tarde en la que el francés Clemente resultó herido con dos cornadas, una en la axila y otra en el muslo derecho.
FICHA DEL FESTEJO.- Tres toros -primero, segundo y sexto- de El Puerto de San Lorenzo y otros tantos de La Ventana del Puerto, desiguales de presentación y buenos. Destacaron el extraordinario cuarto, de nombre Enamorado, que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, y también el segundo, noble y muy bueno para el torero.
Cayetano Rivera, oreja, oreja y silencio en el que mató por Clemente.
José Garrido, que sustituía a Francisco Rivera Ordóñez, Paquirri, dos orejas y oreja.
Clemente, ovación en el único que mató.
En la enfermería fue asistido el francés Clemente, herido al entrar a matar al tercero, de dos cornadas, en axila y pierna derecha, y fue trasladado al Hospital Marqués de Valdecilla de Santander.
La plaza rozó el lleno en tarde nublada y de temperatura agradable.
UN BUEN PUERTO
Traía El Puerto de San Lorenzo la vitola de ganadería triunfadora de las pasadas Corridas Generales de Bilbao. Y siguió la racha de triunfos con un encierro que arrojó un premio gordo, el castaño cuarto, Enamorado de nombre, con el hierro de La Ventana: diferente marchamo pero mismo encaste Atanasio.
Su bonita lámina hacía presagiar lo mejor. Y lo mejor dio. Duró muchísimo, acometió con largura y ritmo sostenido por ambos pitones, colocando la cara y llenándose con el engaño. La vuelta al ruedo en el arrastre se antojó un premio justo.
Le correspondió a Cayetano, que no terminó de cogerle el tempo. Sumó un quehacer en el que pesó más la cantidad que la calidad de los muletazos para finiquitarlo de un espadazo tendido y un descabello.
El toro que rompió plaza repitió muchas embestidas pero pegando un molesto cabezazo que impidió a Cayetano redondear un trasteo macizo, más allá de algunos redondos sueltos de estética apreciable. Lo mató bien de una estocada arriba de rápidos efectos.
Cayetano tuvo que matar el sexto por el percance de Clemente. No se acopló con él, desplazándolo siempre hacia afuera. Lo mató con eficacia.
El segundo fue un «zapatito», cómodo de cara, de hechuras diseñadas para embestir, con su lomo recto y cuello generoso. Se cayó en varas y en banderillas, pero sacó fondo de nobleza. En la templada franela de José Garrido deslizó en series frondosas, las iniciales, por ambas manos, de alta jerarquía y con poco eco en los tendidos.
Soportó una lidia extensa con buena nota. Garrido lo muleteó con belleza, con la despaciosidad por bandera, y luego echó mano de los circulares y del toreo de rodillas. Se volcó sobre el morrillo y cobró un espadazo hasta la empuñadura, que le valió el doble trofeo.
El quinto, bien armado, también fue aprovechable por un pitón, el derecho, por donde Garrido logró pasajes estimables. Lo mató en la suerte de recibir cayendo el estoque trasero y tendido. y obtuvo otro apéndice.
Musculado y con alzada resultó el tercero. Clemente apenas pudo esbozar su buen concepto, pues por el lado derecho se tragaba los dos primeros muletazos de la serie y luego echaba el freno. Se atascó con la espada porque se dejaba el brazo muy atrás el francés; y al tercer intento se echó encima de los pitones y fue volteado aparatosamente dejando el acero enterrado.
Pasó a la enfermería tras saludar una ovación y se le trasladó al Hospital Valdecilla con dos cornadas, una en la axila y otra en la pierna derecha.
Agencia EFE