Feria de Otoño 2017

Feria de Otoño, Un abono con más y mejores toros que resultados artísticos

El triunfador numérico de la feria de Otoño fue Miguel Ángel Perera, el único diestro que, por quinta vez en su carrera, consiguió abrir la Puerta Grande.

La salida a hombros de Miguel Ángel Perera y los triunfos a medias de Paco Ureña y Román han sido las únicas notas positivas del balance artístico de una feria de Otoño en la que, sobre todo en las corridas de Núñez del Cuvillo y Puerto de San Lorenzo, salieron toros para propiciar mejores resultados.

En la última feria de la temporada en Las Ventas los toreros se manejaron al mismo discreto nivel que el grueso del escalafón ha mantenido en un año en el que, como también ha pasado en Madrid, muchas ganaderías han marcado un notable repunte de bravura y juego pero sin encontrar en demasiadas ocasiones adecuadas respuestas artísticas.

Ha pasado así esta misma feria con los toros de Núñez del Cuvillo, de los que cuatro ofrecieron en bandeja un triunfo que solo logró, y sin excesiva rotundidad, el murciano Paco Ureña sustituyendo al convaleciente Antonio Ferrera, que, en un gran momento profesional y anunciado dos tardes, era precisamente el torero de mayor atractivo del ciclo.

Pero fue Ureña finalmente quien acabó repitiendo paseíllo en el abono, ya que en el festejo del cierre, el único que tenía contratado de antemano, lidió mano a mano con el francés Juan Bautista -que también aquí entró por Ferrera- una deslucida corrida de Adolfo Martín.

Tiró Ureña de arrojo y determinación en esta segunda tarde, pero sin mayores frutos por la errática estrategia de sus accidentadas faenas, igual que le sucedió en la anterior comparecencia con su meritorio pero finalmente frustrado empeño con el peor de los toros de Cuvillo.

El triunfador numérico de la feria de Otoño fue Miguel Ángel Perera, el único diestro que, por quinta vez en su carrera, consiguió abrir la Puerta Grande de la monumental madrileña, contando con la decisiva colaboración de un notable lote de toros de Puerto de San Lorenzo.

La solidez del concepto del extremeño, con su habitual firmenza y su tajante autoridad con los astados, fue suficiente para avalar el premio de esas dos orejas que propiciaron su salida a hombros, aunque la calidad de su lote le hubiera permitido faenas de una mayor redondez artística que duplicaran el premio.

El otro de los solo cuatro trofeos que pasearon los matadores de toros en esta recta final de la temporada madrileña fue para Román, que a punto estuvo de repetir la salida a hombros que logró el 15 de agosto en esta misma plaza.

Aun así, el joven diestro valenciano se mostró a una altura superior que hace apenas mes y medio, al imponerse con idéntica determinación pero mayor capacidad resolutiva a un manso y complicado lote de Fuente Ymbro.

Con una solitaria vuelta al ruedo, el colombiano Luis Bolívar también entra en el escueto cuadro de honor del abono otoñal, a pesar de que su actuación en el «desafío ganadero» incluido en el ciclo, que alcanzó altas cotas técnicas y artísticas, no fuera muy tenida en cuenta en tarde de partidismo «torista».

El resto de actuantes contratados por la empresa Plaza 1, que no contó casi con figuras en su primera feria de Otoño, no consiguió nada reseñable, bien por encontrarse con malos lotes, como Morenito de Aranda o Iván Vicente, o por desaprovechar toros de claro triunfo, como el francés Juan Bautista y López Simón.

Tampoco hubo apenas nada que reseñar en la anodina novillada en la que se despedían de Las Ventas Jesús Enrique Colombo y Leo Valadez, los dos con alternativa anunciada en la inmediata feria del Pilar, y se presentaba en Madrid Carlos Ochoa, sin que ninguno remontara el deslucido juego de los utreros de El Ventorrillo.

Del mismo modo, no alcanzó gran relevancia la corrida de rejones en la que Sergio Galán y Leonardo Hernández solo cortaron sendas orejas de un excelente encierro del Niño de la Capea ante una muy escasa concurrencia de público.

Porque, aunque la empresa comunicó que este año se expendieron unos 600 abonos más que en la edición de 2016, también se echó en falta más gente en los tendidos en cuatro de los siete festejos de que se compuso la que ha sido la feria de Otoño de mayor duración de su historia.

AGENCIA EFE

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Una corrida sin raza de Adolfo Martín para un gris cierre otoñal en Madrid

La Feria de Otoño en Las Ventas echó hoy el telón con un espectáculo gris y de muy poco contenido, condicionado, sobremanera, por la falta de raza y fondo de los toros de Adolfo Martín, que echaron al traste con la corrección sin emoción de Juan Bautista y la entrega desordenada de Paco Ureña.

FICHA DE FESTEJO.- Seis toros de Adolfo Martín, de desiguales hechuras, remates y arboladuras, y de juego también variado, aunque sin que ninguno «rompiera» de verdad hacia adelante. Sin raza, el primero; noblote y a menos, el segundo, también se apagó pronto el suavón tercero; con «guasa» el cuarto; encastadito el quinto; y reservón y deslucido, el sexto.

Juan Bautista, de caña y oro, con remates negros: estocada contraria y atravesada, y nueve descabellos (silencio tras aviso); dos pinchazos, media y dos descabellos (silencio tras aviso); y estocada trasera y desprendida, y descabello (pitos).

Paco Ureña, de grana y oro: estocada (ovación); pinchazo y estocada perpendicular (palmas); y estocada (ovación tras aviso).

En cuadrillas, sensacional tercio de varas a cargo de Pedro Iturralde al segundo, y buenos pares de Rafael González y Miguel Martín a primero y quinto, respectivamente.

La plaza rozó el lleno (20.422 espectadores, según la empresa) en el séptimo y último festejo de la Feria de Otoño.

UN CUENTO CON FINAL PREVISIBLE

Desde que saltó la noticia de la baja de Antonio Ferrera, el sonado mano a mano que iba a enfrentarle a Paco Ureña perdía todo el interés, porque su sustitución por Juan Bautista no contentaba tampoco a quienes consideraban que había otros toreros más aptos y con mayores méritos (algunos contraídos en esta misma plaza) para aprovechar la ocasión de torear en Madrid por otoño.

Tampoco había mucha fe en la corrida de Adolfo Martín, un hierro muy venido a menos en las últimas temporadas, y que, sin embargo, año tras año sigue viniendo a Madrid, al menos, dos tardes. Las esperanzas en la tarde eran, por tanto, más bien escasas. Como un cuento de final previsible. Y así fue. Ni funcionó la corrida, ni los toreros anduvieron tampoco muy allá.

Abrió corrida un toro bajito, bien hecho y serio por delante, pero con el depósito de la raza prácticamente agotado, lo que hizo que no se empleara en el caballo y que esperara y cortara por los dos pitones en banderillas.

Y solo tuvo cinco o seis arrancadas buenas por el derecho antes de agotarse definitivamente, suficientes para que Bautista extrajese todo lo que tenía en una labor de oficio e inmaculada desde el punto de vista técnico. El «sainete» con el descabello restó méritos.

El tercero lució unas embestidas muy suavonas por el derecho, aunque con el defecto de no acabar de descolgar y yendo también a menos. Bautista volvió a estar correcto, pero sin acabar de apretar el acelerador durante una labor en la que se le vio fácil y seguro, pero, ya está dicho, sin pasar de la zona de confort, o, lo que es lo mismo, sin emocionar.

El quinto fue un «zapatito» que se movió como un tejón en la muleta de un Bautista, esta vez, a la deriva, sin verlo claro en ningún momento frente a un astado que acabó haciéndose amo y señor de la situación. La gente se puso en contra del francés, censurándole, además, cuando, ni corto ni perezoso, optó por tirar por la calle del medio.

El primero de Ureña se arrancó con alegría al caballo de un sensacional Pedro Iturralde, que protagonizó un gran tercio, muy torero y medido. La plaza crujió, y de qué manera.

Pero pronto amainó el temporal de júbilo a medida que el lorquino, desordenado en su esfuerzo, trataba de empujar hacia adelante a un «adolfo» al que le costaba repetir sus «dormiditas» acometidas. Jugó con fuego también el torero, al que se le veía cogido en cada afrenta, vendiendo una apuesta demasiada embarullada e imprecisa.

Siguió Ureña en el filo de la navaja con el cuarto, toro sin raza y, algo peor, desarrollando también durante su lidia, condición agravada por las propios desajustes del murciano. No hubo sintonía, por tanto, entre un toro de aviesas intenciones y un torero que, pese a estar firme, le faltó mejor planteamiento.

El sexto hizo pasar las de Caín a las cuadrillas en los primeros tercios. Parecía que iba a ser el típico barrabás de este encaste. Pero no fue así. Directamente no quiso pelea en la muleta de un Ureña voluntarioso, entregado, pero nuevamente embrollado y empeñado en no querer salir andando de la plaza.

Crónica de Javier López para Agencia EFE

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Madrid Puerta Grande para Miguel Ángel Perera, con un extraordinario lote de Puerto de San Lorenzo

El diestro Miguel Ángel Perera salió a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas al finalizar el festejo de hoy de la feria de Otoño de Madrid, en el que al extremeño le cupo en suerte un excelente lote de toros de Puerto de San Lorenzo que contribuyó en gran medida a su éxito.

FICHA DEL FESTEJO:

Cinco toros de Puerto de San Lorenzo y uno de Santiago Domecq (3º, sustituto de uno de los titulares devuelto por flojo), hondo, sin clase y manejable. La corrida salmantina fue muy desigual de volúmen y cuajo, así como de juego. Casi todos mansearon en los primeros tercios pero varios tuvieron un sobresaliente comportamiento ante la muleta, como fueron 1º, 4º y 6º.

Miguel Ángel Perera, de caldero y oro: estocada caída perpendicular y dos descabellos (oreja tras aviso); pinchazo y estocada trasera (oreja). Salió a hombros por la Puerta Grande.

Juan del Álamo, de grana y oro: dos pinchazos y estocada (silencio); estocada delantera (silencio tras aviso).

López Simón, de marfil y oro: pinchazo, media estocada desprendida y descabello (silencio tras aviso); estocada contraria que asoma, pinchazo y estocada desprendida (ovación tras aviso).

Entre las cuadrillas, saludaron tras banderillear al primero Curro Javier y Guillermo Barbero.

Sexto festejo de abono de la feria de Otoño, con más de tres cuartos de aforo cubiertos (19.455 espectadores, según la empresa.

SOLIDEZ FRENTE A BRAVURA

Miguel Ángel Perera consiguió ayer abrir por quinta vez en su carrera la preciada Puerta Grande de Las Ventas y usando nuevamente las armas que definen, sobre todo lo demás, su concepto del toreo: la solidez de su figura y el autoritarismo de su muleta.

Sobre esa base ha desarrollado el extremeño su trayectoria en el toreo y también las dos faenas que, con el justo y escueto premio de una oreja, les hizo hoy a sendos toros notables de Puerto de San Lorenzo que, probablemente, le ofrecieron un triunfo más rotundo y abultado.

Oreja y oreja, pues, fue el balance de Perera para avalar, reglamentariamente una salida a hombros sin unanimidad, en tanto que el segundo trofeo fue protestado por parte del público y el primero se concedió tras una estocada defectuosa. Pero, aparte de otras consideraciones, para ser redondos, a sus trasteos les faltó un punto más de brillantez y mayor fluidez en el trazo de los pases.

A pesar de su tosco volumen, el primero de la tarde fue el mejor toro de la corrida, porque, aunque mansote y desentendido en los primeros tercios, como es norma típica de su encaste «atanasio» rompió a embestir con bravura y entrega en cuanto se quedó a solas con su lidiador.

Bravo, sí, porque sólo con mucha bravura puede un toro responder a las altas exigencias que plantea la muleta de Perera, movida siempre a ras de arena y ante de los ojos de un animal al que no da una sola ventaja, pero tampoco un momento ni un metro de respiro.

Con pétrea solidez ligó así el extremeño unas cuantas tandas de pases por ambos pitones, a las que el «Caracorta» respondió con creciente celo, a pesar de que por momentos, por falta de remate final de los pases, el movimiento continuo de muleta y torero comenzó a embarullarse.

El cuarto, más fino de hechuras y con mucho cuello para descolgar, se comportó de manera similar en varas y banderillas, para después acudir de largo y con alegría a la apertura de faena de Perera en los medios con pases cambiados y adornos por bajo.

Esa prontidud y la inercia de sus embestidas fueron las mejores virtud del toro que embestió con menos de entrega que su hermano pero también respondió al tajante trato de Perera. Y así hasta que, tras varios minutos de pelea, se rajó camino de las tablas, al tiempo que caía también el nivel de la faena.

Aún quedaba por salir otro destacado toro del Puerto, como ese vareado sexto que, tras huir por todo el ruedo en los primeros tercios, también se envalentonó y se centró en la lidia en cuanto López Simón le fijó muy toreramente con la muleta.

Desde entonces, no dejó de repetir con docilidad y no poca clase al engaño del joven madrileño, que, poco afianzado y destemplado, se pasó media faena sin apurar su excelente pitón derecho.

Ya cuando el animal se atemperó, López Simón logró remontar y mejorar la situación, en el último tramo de un trasteo que además afeó con la espada, al igual que el empeñoso y anodino que le hizo al desclasado y manejable sobrero de Santiago Domecq.

Por su parte, Juan del Álamo se mantuvo precavido ante el peor de la corrida, el segundo en orden de lidia, que siempre le midió y se le ciñó con aspereza, para más tarde hacerle un trasteo de poco asiento y escaso mando al quinto, un zamacuco de 633 kilos que no tuvo más problemas que su escasa entrega, esa que, en cambio, derrocharon algunos de sus hermanos de camada.

 Agencia EFE

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Madrid: Paco Ureña corta una oreja en la antepenúltima de la Feria de Otoño

Paco Ureña cortó una oreja en la antepenúltima corrida de la Feria de Otoño. Se lidió una corrida de Núñez del Cuvillo con cuatro toros con opciones, siendo los peores el segundo y el quinto. Luis David Adame, que confirmaba alternativa, saludó una ovación y su padrino de confirmación Sebastián Castella fue silenciado.

Ficha del Festejo, Toros de Núñez del Cuvillo: 1- ovacion, 2- silencio, 3- pitos, 4- silencio, 5- pitos y 6- silencio

Sebastián Castella: silencio tras aviso y silencio tras aviso

Paco Ureña: oreja tras aviso y saludos tras aviso

Luis David Adame, que confirmaba alternativa: división y saludos

Raphael Viotti, Vicente Herrera y Miguel Martín saludaron en banderillas.

Asistencia: 16.847 espectadores

El más feo del encierro fue el tercero y fue protestado de salida, sin embargo tuvo mucha calidad en la embestida y le sirvió a Paco Ureña para plantear faena pronto al natural, sin violencia en el toque. Conforme fueron avanzando las series fue abriendo más el compás en los últimos muletazos. Con la derecha toreó asentado antes de volver a torear con la izquierda de uno en uno a pies juntos. El final antes de la espada llegó con más fuerza a los tendidos. Mató de estocada desprendida y paseó una oreja. El astifino quinto echó la cara arriba en el peto y en banderillas y luego también en la muleta. En la tercera tanda le cogió el aire para que no le enganchara la muleta y al natural volvió a torear con el compás muy abierto, entregado. Sufrió una voltereta en el cierre de faena y un pitonazo en el pecho a la hora de entrar a matar. La espada quedó mal colocada y por ello pudo haber perdido premio y la Puerta Grande. Fue decisivo en ambas actuaciones el sitio que piso Ureña.

De rodillas en la segunda raya, inició la faena de muleta al sexto Luis David Adame pero tuvo que levantarse por el calamocheo del animal. Con la derecha firmó una serie de mucha profundidad y aguantó el parón del toro antes de rematar con un cambio de mano. El toro ya comenzó a pararse en las siguientes tandas y el mexicano resolvió con pases por la espalda y un arrimón final. Terminó con bernadinas ajustadas y dos pinchazos y media estocada pudieron quitarle también un posible premio. Confirmó alternativa con un toro cornalón, ancho de sienes, que empujó en varas. Hizo un quite por chicuelinas antes de brindar al público y comenzar con el péndulo en los medios. La faena tuvo mucha ligazón por ambos pitones pero le reprocharon la colocación. 

Castella firmó una faena larga al burraco que hizo segundo que no tuvo buena condición. Con el cuarto realizó un pase cambiado por la espalda para comenzar la faena y continuó con estatuarios en los medios. El toro tuvo velocidad y transmisión en la embestida. Lo más destacado fueron los derechazos en una labor que no terminó de coger vuelo.

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Paco Ureña y Juan Bautista sustituyen a Antonio Ferrera en la Feria de Otoño

Paco Ureña doblete en Otoño

Paco Ureña y Juan Bautista sustituirán a Antonio Ferrera en Las Ventas. El extremeño aún se encuentra convaleciente de la cornada y no podrá afrontar el doble compromiso que tenía en la Feria de Otoño el próximo viernes y el domingo. 

Plaza 1 ha decidido que Paco Ureña, otro torero del gusto de la afición de Madrid y que ha puntuado en todas las plazas de primera categoría como Valencia, Sevilla, Pamplona, Bilbao y Madrid, sea el que ocupe el puesto del viernes, haciendo doblete en la feria. Toreará junto a Sebastián Castella y Luis David Adame, quien confirmará alternativa con una corrida de Núñez del Cuvillo.

El domingo será Juan Bautista quien afronte el mano a mano con Paco Ureña con toros de Adolfo Martín. El francés está firmando una temporada importante con triunfos como el de Logroño recientemente, donde desorejó a un toro de vuelta al ruedo de Victorino Martín.

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Madrid: Bolívar, de la ingratitud a la redención en tarde a la contra de los de luces

Una tarde de contrastes y, por momentos, desagradecida con los de luces, fue lo que dio de sí el segundo festejo de la Feria de Otoño, un desafío ganadero entre los hierros de Ana Romero y José Escolar, en el que el colombiano Luis Bolívar dio una vuelta al ruedo.

FICHA DEL FESTEJO.- Tres toros de José Escolar (primero, tercero y quinto) y otros tantos de Ana Romero (segundo, cuarto y sexto), bien presentados y de juego desigual. Al primero le faltó raza y celo; con temperamento y a menos, el segundo; áspero y sin clase, el tercero; el quinto fue una «prenda»; con «carbón» y transmisión el quinto, pero solo por el izquierdo; y noble y facilón, el sexto.

Iván Vicente, de lila y oro: estocada ligeramente tendida y atravesada, y dos descabellos (ovación tras aviso); y estocada trasera y atravesada (silencio).

Luis Bolívar, de sangre de toro y oro: gran estocada (palmas); y gran estocada (vuelta al ruedo tras petición).

Alberto Aguilar, de rosa y oro: pinchazo, estocada enhebrada, tres pinchazos más y cinco descabellos (silencio tras dos avisos); y estocada trasera y tendida (silencio).

En cuadrillas, Raúl Ruiz y Fernando Sánchez saludaron tras banderillear al quinto.

La plaza registró menos de media entrada (10.875 espectadores, según la empresa) en tarde espléndida.

CIEGO Y DAÑINO PARTIDISMO

De un tiempo a esta parte la plaza de Madrid, su «entendida» afición, ha perdido totalmente el norte. No hay término medio. O se deshacen en aplausos fáciles, que, en ocasiones, dan pie a orejitas de chichinabo; o directamente deciden ponerse la venda en los ojos para tomar partido por lo que ellos consideran como bueno, tengan razón o no.

Ese ciego partidismo es igual de dañino que los trofeos regalados, esos con los que tantas veces claman al cielo los mismos que hoy se decantaron a favor de los toros, y perjudicaron a los de luces, que, para ser justos, no estuvieron tan mal como quisieron pintarlo, al menos dos de los tres.

El más perjudicado fue el colombiano Luis Bolívar en su primero, un «anarromero» que no dijo absolutamente nada en varas, tercio, dicho sea de paso, eterno y pesado por el empeño de ponerlo desde el centro del anillo.

Entre unas cosas y otros, al final, el toro se quedó sin picar. Se vio en el arreón que le pegó al subalterno Gustavo Adolfo García a la salida del tercer par de banderillas, estrellándolo violentamente contra las tablas, y en el temperamento que lució en la muleta, donde, además, fue progresivamente a menos.

Dio igual. La gente se puso de parte del toro y obviaron lo bien que estuvo Bolívar con él, las dos primeras tandas de mano baja por el derecho, los seis o siete naturales sensacionales que también le extrajo, y el aplomo y la torería de un epílogo también de nota. Ni un olé. Qué ingratitud.

El problema no es que no supieran, es que directamente no quisieron verlo. Ni siguiera valoraron la estocada final, de manual. Se deshicieron en aplausos al toro en el arrastre, y cuatro palmitas para Bolívar. Ver para creer.

El quinto, de Escolar, fue toro de armas tomar, con codicia y mucha transmisión, aunque solo por el izquierdo, pues por el otro dijo nones desde el principio. Bolívar anduvo esta vez con altibajos, alternando naturales de buena firma con otros más deslavazados en una labor en la que no acabó de entenderse con su antagonista.

Con la espada, eso sí, anduvo otra vez a un gran nivel; y, lo que son las cosas, esta vez sí le aplaudieron, tanto que hasta se animó Bolívar a dar una vuelta al ruedo, censurada, como no podía ser de otra forma, por los «guardianes» de la casta.

El primero de corrida, de José Escolar, apenas aportó en el caballo, y, aunque tuvo cierta movilidad en el último tercio, le faltó raza y finales por el derecho; y mejor estilo por el otro pitón, por donde tendía a «meterse». Iván Vicente anduvo por encima de la condición del astado en una faena solvente y de buen oficio.

El cuarto fue una «prenda» que no cesó de pedir el carné a Vicente, que nada pudo hacer con él. Optó por abreviar y eso no gustó a los ingratos «toristas».

Tampoco se prestó el primero de Alberto Aguilar, un «escolar» áspero y sin ninguna clase, sin humillar y pegando «tornillazos». Evidentemente no pudo haber lucimiento pero sí mucha entrega por parte del torero que solventó sobradamente la papeleta, sin contar el «mitin» que dio con la espada.

El sexto fue un toro noblote y facilón al que Aguilar tardó en ver, y cuando lo hizo ya fue demasiado tarde para remontar.

Crónica de Javier López para Agencia EFE

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Madrid: Sergio Galán y Leonardo Hernández cortan una oreja en la primera de la Feria de Otoño

Sergio Galán y Leonardo Hernández cortaron una oreja en la corrida de rejones de la Feria de Otoño con la que daba comienzo el serial. Se lidiaron toros de El Capea, con los tres hierros, de buen juego, destacando especialmente el tercero de la tarde.

FICHA

Toros de El Capea (1º, 2º, 3º), San Pelayo (5º y 6º) y Carmen Lorenzo (3º): 

1- palmas
2- silencio
3- ovación
4- silencio
5- silencio
6- palmas

Sergio Galán:
saludos, oreja y saludos

Leonardo Hernández:
silencio, silencio y oreja

Al término del paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del terremoto en México.

Sergio Galán había recibido al primero a porta gayola con Amuleto en una declaración de intenciones ante el mano a mano que iba a disputar con Leonardo Hernández. Embistió el toro con fuerza y a arreones alcanzando a Ojeda. Con Titán destacaron las piruetas y con Óleo puso tres cortas. Hubo petición de oreja tras el rejón de castigo y saludó una ovación. Pero fue con el tercer toro, el mejor del festejo, con el que la tarde levantó el vuelo. Lo recibió con Artista y luego con Embroque y Apolo citó en distancias cortas aprovechando la calidad, franqueza, obediencia y buen tranco del toro con el hierro de Carmen Lorenzo. Después del rejón y el uso del descabello paseó la primera oreja de la tarde. El quinto embistió por delante del caballo y Galán buscó el refugio de las tablas con un toro que se vino a menos. El rejón quedó en buen sitio pero no acertó con el descabello. 

Leonardo Hernández tuvo que esperar hasta el sexto para obtener premio. Lo templó con Despacio y se reunió con Sol para conectar con los tendidos. Un carrusel de cortas con Xarope fue el preludio a un metisaca y un rejón efectivo tras el cual paseó la oreja. Había arriesgado con Sol en el cuarto, dejándose llegar mucho al toro pero pinchó. Con el segundo se le atascó el descabello y por ello fue silenciado tras destacar colocando dos pares a dos manos con Despacio. 

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