La entrega de Luis David tuvo recompensa en Bilbao

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La terna de jóvenes espadas anunciada hoy en Bilbao se entregó con valor y honradez ante una seria y agria corrida de Torrestrella, muy jaleada por cierta parte del público que apenas valoró sus esfuerzos y únicamente premió al mexicano Luis David con una oreja que supo a muy escasa recompensa.

De hecho, una vez que los de luces abandonaron la plaza, esa parte «torista» de la afición obligó a saludar desde su burladero al ganadero Álvaro Domecq, al que no pararon de dar la enhorabuena desde el tendido a medida que iban saliendo al ruedo sus serios y bien presentados ejemplares, aun a pesar de que su juego no mereciera tantos parabienes.

Y es que parece que esa parte del público tomó por casta lo que solo era genio y temperamento, una actitud defensiva de los toros que se manifestaba con violentos cabezazos, medias arrancadas con los pitones por encima del palillo de las muletas y arreones bruscos a cada cite.

Si, en ese contexto, hoy hubo emoción sobre la arena de Bilbao se debió solo a la honesta firmeza con los toreros hicieron frente a la corrida, sin regatear esfuerzos.

Ya en la lidia del primero de la tarde se marcó ese injusto guión de la tarde, cuando no hubo ni un solo pañuelo que pidiera la oreja para Román, después de que el valenciano le aguantara lo indecible a un astado que no paró de soltar secos cabezazos a su muleta y amenazarle con inquietantes coladas y aviesas miradas.

Ni una vez le dudó Román para imponérsele, hasta que, para colmo, se tiró a matar en la más absoluta rectitud para dejar la estocada, aun a costa de salir colgado del buido pitón por la misma barriga, por fortuna y milagrosamente sin mayores consecuencias.

Pero todo se quedó en una tibia ovación de escaso reconocimiento, similar a la que escuchó tras lidiar al quinto, que embistió sin entrega y a pechugazos, y con el que el valenciano se volvió a mostrar seguro y solvente en una tarde de muy seria actitud.

Aun así, Román tuvo más suerte que Gonzalo Caballero, al que no solo no se le agradeció el esfuerzo sino que incluso tuvo que escuchar pitos y recriminaciones de los «toristas», a pesar de que tampoco volvió la cara ni se dejó nada en el tintero ante el mal estilo del segundo y la creciente brusquedad del quinto.

Algo desangelado en sus planteamientos, pero siempre decidido, el madrileño alargó de más sus dos empeños y sufrió como remate una luxación en el hombro derecho cuando pinchó la primera vez con la espada a este último astado.

La única oreja de la extraña corrida, casi un pírrico trofeo, fue para el mexicano Luis David, también entregado en busca de un triunfo que se puso muy cuesta arriba. Para su suerte le correspondió el toro más potable del amargo encierro, un tercero que, sin ser tampoco un dechado de clase, al menos se movió con menos aspereza.

Alternando con sus compañeros en casi todos los quites posibles -lo que refleja también la entrega de la terna- el joven de Aguascalientes le ligó a ese tercero varias series estimables de muletazos por ambos pitones, le aguantó los últimos parones y lo estoqueó en la suerte de recibir, hasta pasear un trofeo que no pudo doblar con el sexto, que se frenaba y se negaba a embestir mientras que algunos seguían dándole la enhorabuena al ganadero.

FICHA DEL FESTEJO 

Toros de Torrestrella, de variado pelaje y muy seria presencia, por su cuajo y muy armadas cabezas. La corrida desarrolló más genio y áspero temperamento que verdadera casta, sin emplearse ante los engaños sino defendiéndose y protestando con violencia o frenándose sin humillar a los intentos de sometimiento de los toreros.

  • Román, ovación y ovación.
  • Gonzalo Caballero, silencio y silencio tras aviso. 
  • Luis David, oreja y silencio.

Gonzalo Caballero fue atendido en la enfermería de una luxación en el hombro derecho producida al entrar a matar al quinto toro.

CRÓNICA DE PACO AGUADO PARA AGENCIA EFE // FOTO @LuisDavidAdame
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