El diestro Rubén Pinar resultó herido grave en el transcurso de la corrida celebrada hoy en Las Ventas, una tarde esfuerzos baldíos y de entrega por parte de tres toreros que se jugaron el tipo con una corrida de lo más desagradable de hasta cuatro hierros diferentes.
FICHA DEL FESTEJO.- Cuatro toros del Conde de la Maza y dos sobreros -quinto y sexto- de El Cortijillo y Conde de Cabral, respectivamente, sustitutos, a su vez, de dos remiendos de «El Risco», muy desiguales de presentación y deslucidos, a caballo entre la falta de fuerzas y raza de los dos primeros y el último, y las complicaciones y peligro de los restantes.
Rubén Pinar, de berenjena y oro: dos pinchazos y media (silencio); y pinchazo hondo y descabello (ovación).
Alberto Lamelas, de blanco y oro: estocada caída (ovación tras aviso); y estocada baja (ovación).
Sergio Serrano, de tabaco y oro, que confirmaba la alternativa: dos pinchazos, y media tendida y atravesada (silencio tras aviso); y pinchazo hondo y tres descabellos (ovación).
En la enfermería fue intervenido Rubén Pinar de: «Dos cornadas, una en tercio inferior, cara posterior del muslo derecho con una trayectoria ascendente de 15 centímetros que contusiona nervio ciático común, y arteria y vena poplítea causando destrozos en músculos isquiotibiales; y otra en tercio inferior, cara anterior de la misma pierna de 10 centímetros que afecta piel y tejido celular subcutáneo. Pronóstico grave».
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Antonio Pérez-Tabernero, recientemente fallecido.
La plaza registró casi un tercio de entrada en tarde espléndida.
PARA AFICIONADOS
Había expectación por ver la última corrida en Las Ventas previa a su Feria de Otoño. En el cartel, tres jóvenes toreros con mucho que decir todavía: el confirmante Sergio Serrano, acompañado por Rubén Pinar y Alberto Lamelas, dos nombres, estos últimos, que han sonado con fuerza este verano y que hoy venían a revalidar su buen momento en la primera plaza del mundo.
Y a tenor de la verdad puede decirse que lo lograron con sendas actuaciones «para aficionados» con dos marrajos de cuidado del Conde de la Maza y uno más de El Cortijillo. Los dos anduvieron en profesional, muy valientes y de verdad. También Serrano se justificó con creces en el sexto.
Noble y con calidad, aunque limitado por su falta de fuerzas y raza, el primero de Pinar, toro que quedó visto para sentencia tras su paso por el caballo, afligiéndose definitivamente tras un pésimo tercio de banderillas a cargo de la cuadrilla del de Tobarra, que, muleta en mano, anduvo tan voluntarioso y tesonero como discreto en lo artístico ante un animal que no podía ni con la divisa.
El cuarto fue un «pájaro» de cuidado, una alimaña de muy aviesas intenciones por probón y por lo mucho que midió y buscó los tobillos a mitad de cada viaje. Pinar estuvo «echo un tío», muy entregado y exponiendo también una barbaridad en una labor en la que acabó probando la hiel de la cornada. Faena para aficionados del albaceteño, que saludó una ovación antes de pasar a la enfermería.
El primero de Lamelas amagó con saltar nada más hacerse presente en el ruedo. No quiso pelea en varas e «hizo hilo» en banderillas, declaración de intenciones de lo difícil que le iba a poner las cosas al jienense en la muleta, a la que acudió siempre por dentro, muy descompuesto y sin clase alguna, obligando a Lamelas a hacer un esfuerzo importante.
Después de unas aguerridas probaturas por el derecho, lo más emocionante y meritorio surgió al natural, tragando el hombre una barbaridad para tratar de ligarle dos muletazos seguidos. Actitud y decisión mostró también en un epílogo en el que no faltaron unas valerosas manoletinas al hilo de las tablas. Saludó una ovación.
El sobrero de El Cortijillo que hizo quinto tampoco fue oponente propicio, pensándoselo mucho, yendo muy por dentro y reponiendo también sus malintencionadas acometidas. Lamelas volvió a jugarse el tipo sin trampas ni cartón en una porfía de lo más desagradecida por lo mucho que le exigió el toro y lo poco que le tuvieron en cuenta desde el tendido.
Cariavacado, bajo y escurrido fue el toro de la confirmación de Sergio Serrano. Muy poca cosa. Sonidos de viento en los tendidos. Por si fuera poco en banderillas amagó ya con pararse, moviéndose en la muleta con el freno echado y sin ninguna gracia. Serrano tampoco anduvo muy allá en una labor sin pulso ni acople, repleta de enganchones y desarmes, de lo más deslavazada.
En el sexto, sobrero del Conde de Cabral, manejó con brillantes el percal Serrano, que anduvo también templado con la franela lo poco que duró el astado, jugándosela también en un fin de obra entre los pitones, manoletinas incluidas. Ovación a la entrega.
Agencia EFE
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