Triunfo de Bautista, sangre de Caballero y un gran toro del Tajo en Santander

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En la enfermería fue intervenido Gonzalo Caballero de una cornada de dos trayectorias (10 y 12 centímetros)

El diestro francés Juan Bautista, con dos orejas, salió triunfador del sexto festejo de la feria de Santander, en una tarde en la que destacó también un gran toro de la ganadería de El Tajo, y, en lo negativo, Gonzalo Caballero derramó su sangre por albero de Cuatro Caminos con una cornada en el muslo.

FICHA DEL FESTEJO

Cinco toros de El Tajo y uno -el quinto- de La Reina bien presentados. Extraordinario el que se jugó en cuarto lugar, Pocosol; de gran pitón izquierdo el sexto; de poca duración los manejables primero y segundo; dejándose por el izquierdo el tercero; y de poca transmisión el quinto.

Juan Bautista, silencio, oreja y oreja en el que mató por Caballero.

David Mora, vuelta al ruedo tras petición y ovación.

Gonzalo Caballero, cogido en su primero, al que remató Juan Bautista, ovación que recogió la cuadrilla.

En cuadrillas, saludaron en banderillas Ángel Otero, tras dos pares sensacionales y José María Tejero.

En la enfermería fue intervenido Gonzalo Caballero de una cornada de dos trayectorias (10 y 12 centímetros) en la cara interna del muslo derecho, y fue atendido también de un corte en el dedo meñique la mano izquierda”.

La plaza registró media entrada en tarde con viento en la primera mitad del festejo.

DE LA CONMOCIÓN A LA BRAVURA

Listillo lucía preciosa capa, entre melocotón y jabonero y hechuras no tan agradables para el torero por un pelín alto. No se conjuntaron Bautista y el astado en el inicio del trasteo de muleta, que fue cuando el toro persiguió la tela con codicia y repitió las embestidas. Luego la lidia se escoró hacia el tercio del 3, buscando el abrigo del molesto viento y ahí quedó varada.

Después de apreciar la trabajada musculatura del primero, llamaron la atención las pocas carnes de Florista, segundo de corrida. Tras una colada escalofriante, Mora se templó en verónicas mecidas intercaladas con chicuelinas en el saludo.

Calidad tuvo el extraordinario quite de tres verónicas muy lentas, echándole el capote muy adelante, rematadas con media acaderada. Continuó navegando la onda del regusto en una trinchera y cambio de mano de clase infinita.

Fue en los medios donde entregó el cornúpeta su mejor y poco duradera versión. Ahí lo pulseó Mora con sensibilidad llevándolo como con las yemas de los dedos. Cuando se lo llevó a donde los papelillos de fumar, el toro echó el freno. Lo mató con verdad.

Musulmán traía dos cimitarras astifinas por delante. Milagro fue que Gonzalo Caballero se escapara de la primera voltereta mientras lo toreaba en redondo. Tras el trastazo contra la arena santanderina se templó en series al natural por donde llegó a deslizar el toro.

En el primer encontronazo al atacar con la espada se echó Caballero materialmente sobre los pitones. Lo prendió por la pechera, lo zarandeó en el aire y lo dejó grogui. Milagro que no lo reventara con los derrotes que le asestó. Volvió a perfilarse, esta vez en la suerte contraria, y volvió a inmolarse entre las astas. Esta vez no se escapó. El sable derecho se hundió en la carne.

Con la gente conmocionada, casi nadie echó cuentas del monumental saludo capotero de Juan Bautista a Pocosol. Hasta la boca de riego se fue el francés elevando la verónica al rango de toreo fundamental. Porque el toro embistió de principio a fin conforme a sus preciosas hechuras, bajo, de manos cortas.

Hasta en el trance final de la suerte de recibir regaló la acometida para una gran estocada de Bautista. Entre medias, una faena de una oreja a un toro de dos.

Milagroso tuvo muy medidos el poder y la transmisión. Mora lo entendió a derechas y luego prolongó en exceso su quehacer antes de una estocada desprendida.

Alabastro fue otro taco de toro, acucharado de cuerna y con cuello infinito que empleó en profundísimas arrancadas por el pitón izquierdo, por donde Juan Bautista no lo exprimió hasta sus últimas consecuencias. Celebró un lote soñado con otra estocada recibiendo, con la espada, esta vez, yéndose a los bajos.

Agencia EFE

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