Talavante consigue la única oreja de una descabalada y fea “victorinada”

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El diestro Alejandro Talavante ha logrado cortar la única oreja de la corrida de Victorino Martín lidiada hoy en Las Ventas, un encierro de fea y dispar presentatción que ha sustituido al rechazado previamente por la autoridad y en el que, al menos, salió un ejemplar de gran fiereza.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Victorino Martín, de muy desigual presentación, con gran disparidad de volúmenes, cuajo y hechuras, abundando los de fea construcción y destartaladas cornamentas. En cuanto a juego, la mayoría desarrolló complicaciones derivadas del genio y la falta de casta, salvo el segundo, noble y con cierta clase, y sobre todo el tercero, muy enrazado y de desbordantes embestidas.

Diego Urdiales, de verde botella y oro: pinchazo, tres pinchazos hondos, media estocada atravesada y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada (algunos pitos).

Alejandro Talavante, de grosella y oro: estocada muy trasera y descabello (oreja); estocada trasera desprendida, pinchazo, pinchazo hondo y estocada trasera (algunos pitos).

Paco Ureña, de caña y oro: estocada tendida y tres descabellos (vuelta al ruedo tras dos avisos); pinchazo hondo, estocada desprendida y dos descabellos (silencio tras aviso).

Entre las cuadrillas, Manolo Burgos fue muy ovacionado tras picar al cuarto.

Vigésimo séptimo festejo de la feria de San Isidro con el cartel de “no hay billetes” en las taquillas (23.624 espectadores), en tarde calurosa.

UN TORO SALVA EL HONOR

talavante 2Desde unos días antes, a tenor de las fotos publicadas en internet, se venía elogiando la fina y armoniosa presentación de la corrida que Victorino Martín tenía apartada para hoy en San Isidro, pero ayer mismo, justo cuando los toros desembarcaron en los corrales de Las Ventas, los veterinarios y el presidente se encargaron de aguar la fiesta.

Rechazados cinco de ellos por, al parecer, no sobrepasar los quinientos kilos de peso, fueron sustituidos por varios de los destartalados, cornalones y feos toracos que han salido finalmente al ruedo para reducir al mínimo las grandes expectativas que la cita había despertado entre los aficionados.

Aun así, uno de ellos, de desmesurada arboladura, ha salvado el honor de la divisa gracias a su enrazado comportamiento, lindero con la más desbordante fiereza. Es cierto que a “Pastelero” le ha faltado un puyazo más que redujera su brío, pero el animal ha acudido con todo a cada cite de Paco Ureña.

El torero murciano también se ha entregado con él, tanto que no volvió nunca la cara a pesar de que cada arrancada era una seria amenaza para su integridad física. Pero, así, la faena ha discurrido entre altibajos, con tandas o muletazos muy meritorios frente a otros momentos en los que, por falta de mando, Ureña no acertó a someter y a reducir esa arrolladora acometividad.

El tesón del hombre, que en muchos instantes ha estado a merced del enemigo, y la irrenunciable raza del animal han compuesto una larga y emocionante pelea que se hubiera premiado de haber sido rematada con más acierto con la espada.

Para quien sí ha habido premio es para Alejandro Talavante, que, como en sus dos tardes ureñaanteriores en la feria, ha paseado una oreja que reconoció su temple y sus largos naturales al primero de su lote, un terciado y escurrido “victorino” que descolgó su embestida con cierta calidad.

La clave de la faena del extremeño fue la espera, el hecho de aguantar hasta el último momento para embarcar una embestida que venía ya ralentizada y, a partir de ahí, tirar de ella con el mismo ritmo deslizando los vuelos de la muleta a ras de arena y en un trazo extenso y redondo.

Así fueron exactamente las dos excelentes series de naturales que han compuesto el nudo del trasteo, pues, tras pasarse Talavante la muleta a la mano derecha, el toro perdió gas y él ya no logró sacar más que instantes de gran calidad -como una arrucina ligada a un soberbio cambio de mano- pero que no consiguieron compactar la obra.

Al margen de esos dos momentos, el resto de la corrida ha resultado una decepcionante sucesión de toros desrazados pero complejos y peligrosos, con dos de los cuales, a cual más feo y basto, nada ha podido sacar Diego Urdiales, por mucho que, por lucirlo en el caballo -al que se arrancó de largo pero no empujó-, parte del público creyera al cuarto mejor de lo que realmente fue.

Ya con la tarde vencida, Talavante no perdió el tiempo con su soso segundo, mientras que Ureña aún jugó un rato más a la ruleta rusa con un sexto violento y reservón que también le perdonó la cornada en dos o tres ocasiones.

Agencia EFE

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