Bautista y Victorino ponen el broche de oro a la feria de Logroño

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Juan Bautista, con un total de tres orejas, salió hoy a hombros junto al Victorino Martín y el mayoral de su ganadería al término del último festejo de Logroño, una tarde rotunda del francés y de los toros del hierro de la “A Coronada”, con uno de ellos, “Verdadero”, premiado con la vuelta al ruedo.

FICHA DEL FESTEJO. Toros de Victorino Martín, bien presentados, bravos, con clase y de excelente comportamiento. Una gran corrida de toros. Destacó sobremanera el segundo, de nombre “Verdadero”, número 90, negro bragado entrepelado de capa y de 517 kilos, que fue premiado con la vuelta al ruedo tras denegarle la presidencia el indulto pedido por los tendidos.

Curro Díaz, de grana y oro :estocada ligeramente desprendida (oreja); y estocada trasera y tendido (silencio)

Juan Bautista, caña y oro: de estocada (dos orejas tras dos avisos); y casi entera al encuentro (oreja).

Román, de nazareno y oro: estocada tendida (silencio); y pinchazo, estocada perpendicular y descabello (silencio).

Juan Bautista salió a hombros junto a Victorino Martín y el mayoral de la ganadería.

En cuadrillas, buenos tercios de varas a cargo de Alberto Sandoval y Puchano a segundo y quinto, respectivamente.

La plaza registró media entrada en los tendidos.

Un triunfo ‘Verdadero’

Hubo que esperar a la última de feria para ver, por fin, un espectáculo de primerísimo nivel, y todo gracias a don Victorino Martín, que volvió a protagonizar una tarde grandiosa en el coso de la Ribera con una corrida brava y muy interesante, en la que destacó el toro “Verdadero”, para el que se llegó a pedir el indulto, aunque al final fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Y con este ejemplar emergió un Juan Bautista también excepcional. El francés cuajó, posiblemente, una de las faenas más rotundas e importantes de su ya dilatada carrera.

Un elegante toreo a la verónica dio paso a un gran tercio de varas a cargo de Alberto Sandoval. Ahí se vio ya que el toro podía ser de lío gordo. Y vaya si lo fue. Bautista lo toreó a las mil maravillas en una faena de mucha intensidad y ritmo creciente. Las series, siempre a más en número de pases, y los muletazos, muy templados, largos, profundos y por abajo.

Con la plaza convertida en un hervidero llegó el momento en el que francés se descolgó de hombros, se abandonó por completo y empezó a torear con un desmayo y una cadencia extraordinaria. A partir de ahí empezaron a asomar pañuelos blancos en demanda del indulto del incansable, bravo y enclasado “Verdadero”.

Sonaron hasta dos avisos entre la incertidumbre de qué iba a pasar. Pero al final no se le perdonó la vida. Fue el propio ganadero, en un gesto que le honra, el que así lo determinó. No le valía para semental, aseguraba, mientras la plaza abroncaba al palco por no asomar su pañuelo naranja.

Bautista tuvo que montar la espada para acabar dejándola en todo lo alto. Hubo muerte de bravo y una tremenda ovación de los tendidos mientras se le daba la vuelta al ruedo. También hubo pasión en la de Bautista con las dos orejas.

Otro apéndice más obtuvo del quinto, toro también excelente, muy humillador y con codicia, al que Bautista, que anduvo muy variado con el percal, volvió a torear de maravilla por el lado derecho a lo largo de una faena perfectamente estructurada y muy bien medida.

Otro que rayó a buen nivel fue Curro Díaz, pero solo con su primero, un toro encastado y con mucha transmisión, al que cuajó sobre ambas manos en una labor sincera, de mucho gusto, pureza y plasticidad en la interpretación. Faena también muy medida y sin alharacas del de Linares, que agarró una buena estocada para lograr así una oreja de peso.

El cuarto fue otro toro con movilidad, pero no sin tanta franqueza como el anterior. Curro Díaz, correcto en los primeros compases, no acabó de cogerle el aire, motivo por el que la labor acabó silenciada.

Román pasó de puntillas en su primero, toro que acometía de largo, con codicia y por abajo, mejor sin cabe por el derecho. De ahí que no se entienda el empecinamiento del valenciano en torearlo al natural. Faena, por tanto, a la deriva y de muy poco contenido. Silencio en filas.

Tampoco aprovechó convenientemente Román al encastado sexto, al que pegó algunos muletazos aislados dentro de otra faena deslavazada

Agencia EFE

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